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La decisión de Carlota Casiraghi de alejarse a toda costa de Mónaco

Carlota Casiraghi vive alejada de su familia monegasca pero hará una excepción estas fiestas.

Carlota Casiraghi vive alejada de su familia monegasca pero hará una excepción estas fiestas.
Carlota Casiraghi. | Gtres

Mónaco siempre se consideraba un "Principado de cuento de hadas". Lo era en la ficción turística. Pero allí se cocían historias muy lejos de aquella leyenda. Como los negocios que se traían entre manos Raniero III y el todopoderoso magnate griego Aristóteles Onassis. El Casino venía a ser una especie de tapadera. La Hacienda monegasca permitía a quienes allí radicaban su residencia fiscal, (como por ejemplo famosos deportistas, ídolos del tenis que jugaban el Gran Premio de Montecarlo, o campeones de Fórmula 1) considerables rebajas. Mas en otro terreno que afectaba personalmente a la institución palaciega, no todo era feliz en el matrimonio reinante. Raniero "le ponía los cuernos" a Gracia Patricia. Sus hijos eran una fuente de problemas, pues la primogénita Carolina hacía lo que le venía en gana nada más cumplir la mayoría de edad con sus veleidades amorosas y sus tres fracasos matrimoniales. No le fue luego a la zaga la benjamina, Estefanía, asimismo enfrascada en aventuras poco recomendables para una princesa, que también pagó sus cuitas al casarse dos veces. Del hoy príncipe reinante Alberto, se dudaba de su masculinidad, tarde se descubriría que era padre de hijos no reconocidos en un principio, para luego casarse con Charlene, una nadadora de Johanesburgo con la que ha vivido un matrimonio desequilibrado, porque ella, con la melancolía escrita permanentemente en su bello rostro inexpresivo, no da la impresión de haber sido feliz desde su desposorio. Se refugia últimamente en el cariño que demuestra hacia sus dos mellizos de ocho años, Jacques y Gabriella. Los celos no desaparecen de su horizonte hogareño, pues se ha llevado otro monumental enfado cuando su esposo, el príncipe, se marchó unos días a Nueva York para reencontrarse con sus hijos ilegítimos, los que acabó por reconocer tiempo atrás.

Y volviendo a Carolina, que bien pagó su caprichosa y desgraciada boda con el "playboy" que fue su primer marido, repudiado en la Corte monegasca, y sufrió la dolorosa pérdida del segundo, Stéfano Casiraghi, tras un fatídico accidente deportivo mortal, resulta que la hija de este segundo matrimonio, Carlota, le ha supuesto desde que era adolescente una permanente carga de problemas, aumentados cuando ella se independizó e hizo de su capa un sayo, radicándose en París, alejada de cuanto se cuece en el Principado. Es la undécima en la sucesión, en el supuesto improbable que le tocara a ella ocupar el trono, pero eso le importa un pepino.

Carlota Casiraghi es madre de dos hijos, el mayor llamado Raphaël, fruto de su relación con el actor Gad Elmaleh, nacido en 2013. El benjamín, de cuatro años, Balthazar, nació antes de su boda en 2019 con el productor cinematográfico Dimitri Rassam. Que es hijo de quien fuera una buena amiga de Carolina, la actriz Carole Bouquet, y anteriormente estuvo casado con la modelo Masha Novoselova.

Carlota, estudió Filosofía y a ella se ha venido dedicando intensamente, dando conferencias, como la de hace dos años en una Facultad de la Ciudad Universitaria de Madrid. No es la frívola algo alocada de su madre cuando tenía su misma edad, sino una todavía joven, de treinta y seis años, que no se ha distinguido precisamente por abusar de su presencia en las revistas de colorines, algo que sí hicieron tanto Carolina, su progenitora, con la que ahora se lleva mejor, y su tía Estefanía. Carlota no tuvo oportunidad de conocer a su abuela, la princesa Grace, de quien heredó algunos vestidos y joyas.

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Carlota y Dimitri | Archivo

Si su primera unión fue desastrosa, Carlota procuró no tropezar con la segunda en la misma piedra. Pero con el ya mentado Dimitri, ha protagonizado más de una bronca, a punto de dar al traste con su matrimonio. Éste, nunca ha querido estar en Mónaco y compartir con los Grimaldi sus fiestas más sonadas, como el Baile de la Rosa. Pero aceptó, al pedírselo su esposa, asistir el pasado 19 de noviembre a la fiesta nacional monegasca con Carlota y los dos hijos, asomados al balcón del Palacio ante un gentío de monegascos que los ovacionaban. Los reporteros gráficos pudieron tomarles imágenes: la primera vez que Carlota, su marido y los dos chicos posaban en el Principado. Eso ha dado la sensación de que, por el momento, esta familia vive momentos difíciles, alejados de los nubarrones que dieron la sensación de divorcio.

Carlota, además (no la acompañó su esposo esta vez, que sepamos) ha estado en Mónaco estas Navidades. Hay fotografías suyas con Charlene, su tía política y los mellizos. Se les ha visto sonrientes, como si se hubieran llevado bien toda la vida. Además, Carlota, dentro de su aparente sencillez, muestra su elegancia y lo quiera o no, aparece de vez en cuando en las revistas femeninas "creando tendencia", como muchos escriben cuando sería más normal decir que su buen gusto en el vestir es seguido e imitado. Pero lo suyo, insistimos, es centrarse en la filosofía, su permanente estudio. La intelectual de los Grimaldi, que sorprendería, de vivir, a sus abuelos maternos, Grace y Raniero.

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