
Lara Dibildos ha vivido días atrás un inesperado episodio sentimental, que a toda costa trata de superar, no sin sentirse muy dolida, dañada en su dignidad, por culpa de quien desde hacía seis meses era su novio, Cándido Conde-Pumpido, hijo del Presidente del Tribunal Constitucional, al que detuvieron fechas atrás por una supuesta violación en grupo de una mujer brasileña en el domicilio de éste. Quedó en libertad. Los medios de comunicación difundieron la noticia. Lara, que ya había mantenido en público una violenta discusión en los alrededores de la estación de Atocha con su prometido en vísperas del suceso, quedó destrozada nada más conocer lo que le había ocurrido a éste. Para librarse del acoso de los informadores, no contestó a los requerimientos telefónicos de éstos y se marchó con Carmen Morales, la hija de Rocío Dúrcal, gran amiga suya, a Palma de Mallorca con el propósito de rodar un cortometraje que ya tenía, al parecer, comprometido. Entre tanto, con sospechas fundadas de que Pumpido jr. ha tenido buen trato judicial "por ser quién es", las últimas noticias es que ha tenido que ser ingresado en un centro psiquiátrico. Lara Dibildos parece no dar crédito a cuanto tiene que ver con ese comportamiento del hombre del que estaba enamorada.
Lara tiene cincuenta y dos años. Hija de dos importantes personajes del mundo artístico: Laura Valenzuela, la gran presentadora de televisión fallecida en marzo de este año, y José Luis Dibildos, guionista y destacado productor cinematográfico. Debe su nombre, aunque en realidad es compuesto: Lara Paula, a que sus progenitores lo decidieron al asistir a la proyección de Doctor Zhivago, película cuya protagonista femenina se llamaba así, Lara. Nació el 23 de septiembre de 1971, seis meses después exactamente de la boda de sus padres, que fue un acontecimiento social por la popularidad de Laura sobre todo.
José Luis Dibildos conoció a Rocío Espinosa (nombre real de Laura Valenzuela) de manera curiosa: a través del padre de él, quien contemplando a menudo la televisión se había fijado en la presentadora sevillana. "¿Por qué no la contratas para alguna de tus películas?". Y para no desairarlo, sin que José Luis estuviera al tanto de los programas donde aparecía ella, la llamó para fijar una cita. De la que Laura salió contratada como secretaria. Claro está que, en adelante, por supuesto que Dibildos le ofreció varias oportunidades en algunas de sus anuales producciones. Y, en poco tiempo, se enamoraron. Pero tardaron trece años en contraer matrimonio: él estaba casado anteriormente. Se llevaban dos años de diferencia, dos más él, nacido en 1929.
Lara fue la alegría extrema para la pareja. Conocí a la niña a poco de nacer. Gracias al buen trato que me unía con sus padres. Y publiqué un reportaje en Semana en el que Laura Valenzuela posaba junto a su niña mientras la lavaba e iba poniéndole los pañales. Siempre me pareció una chica responsable. Su padre era más severo con ella, y Laura acabó comprendiendo que ella quisiera ser actriz. José Luis, no: deseaba que hubiera accedido a alguna carrera universitaria. Él se había licenciado en Derecho, pero le gustaba escribir para el cine. Hasta que se convirtió en productor. Muy importante en su época, a partir de finales de los años 50 hasta prácticamente su muerte, acaecida en junio de 2002. Fue el inventor de lo que en el cine español se etiquetó como "la tercera vía". Argumentos cinematográficos que trataban de expresar cuanto sucedía en la vida española a través del género de comedia, ya alejados de cuantos se llevaban en la pantalla antes de la década de los 60.
Lara Dibildos debutó como presentadora en Televisión Española en 1996. Ni qué decir que su madre la ayudó cuanto pudo. Ejerció esa labor durante varios años, también en otra cadena, Antena 3. En su afán de iniciarse también como actriz, pisó por vez primera un escenario a partir de 2001. Desde entonces, aunque con intermitencias, intervino en unos cuantos montajes hasta fechas más o menos recientes. Esa actividad artística le supuso ser invitada a menudo a eventos diversos, y así iba apareciendo en las revistas semanales. Se la veía feliz, en compañía del torero Rafi Camino o el nadador Felipe López Ferreiro.
Una enfermedad repentina vino a turbar la vida de los Dibildos. Transcurría el año 1990 cuando, a sus diecinueve años, Lara vivió una dura experiencia al detectarle un cáncer de tiroides. Inmediatamente sus padres decidieron que fuera trasladada a un hospital de Houston. La acompañó Laura. Por fortuna salió adelante, no sin sufrir bulimia y anorexia. Pasó una dramática temporada. En la parte derecha de su cuello le quedó una cicatriz, recuerdo amargo de la intervención quirúrgica sufrida.
Desgraciadamente, poco después, a Laura Valenzuela le detectaron otro cáncer, de mama. Madre e hija volvieron a Houston, con sus papeles invertidos entonces. Laura también salió delante de aquel trance. De aquellos días en el hospital les quedó un recuerdo especial, al coincidir con Rocío Jurado, que estaba tratándose del cáncer de páncreas que finalmente la llevó a la tumba.

Cuando el siglo XX iba apagándose, Lara Dibildos, con veintisiete años, pensó que ya era edad más que suficiente para casarse. Y lo hizo en 1998 con un jugador de baloncesto, Fran Murcia. Obviamente, por su elevada estatura, él la sobrepasaba con creces. Tuvieron un hijo, Francisco, también alto como su padre. El matrimonio naufragó en 2001. Me consta cómo lamentaron esa ruptura sus padres, sobre todo José Luís. Quien mucho quería a Lara y no acababa de aceptarla como actriz. Ni aprobaba que siendo soltera frecuentara las discotecas de moda. Y encima, luego lo de su separación…
Pasados cuatro años, durante los cuáles siempre estuvo pendiente de su hijo (y si no su madre, contenta en su papel de abuela), Lara se rehízo en 2005, sentimentalmente, al conocer a un seductor jinete, Álvaro Muñoz-Escassi, cuya biografía amorosa la han reflejado en sus páginas las revistas del corazón. Dos años les duró la relación, tiempo en el que les nació Alvarito. Y de nuevo, otro bebé en el hogar de los Dibildos, con Laura ejerciendo abuela ya de dos nietos.
Lara nos dio siempre la impresión de ser muy sensible, de gran corazón, acaso enamoradiza… pero sin suerte, inestable con sus parejas. Desde aquel segundo fracaso con Escassi, por muchas salidas con otros amigos, no llegó a estabilizar su vida. Seguía soltera, madre de dos hijos ya muy crecidos, el mayor veinteañero. Y fue en la pasada primavera cuando apareció a su lado un abogado, con apellido muy ligado a la judicatura, Candido Conde-Pumpido Jr. En él cifró de nuevo sus mejores ilusiones Lara Dibildos. Ahora se han conocido los hábitos que llevaba su último amor. Ha sido para ella como una puñalada en ese corazón que le ha causado en su existencia más tristezas que alegrías, si dejamos a un lado su experiencia materna. La suerte le ha sido esquiva en sus deseos de tener un hogar tranquilo, sin aspavientos. No siendo una mujer frívola, en el amor no la ha acompañado una vida tranquila y sencilla, que es lo que ambicionaba, como también sus padres para ella.