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Katy Mikhailova

¿La erótica del sobrepeso?

Tammy Jung que se ha hecho millonaria gracias a subir vídeos a Youtube en los que su novio la ceba con comida rica en grasas.

Tammy Jung que se ha hecho millonaria gracias a subir vídeos a Youtube en los que su novio la ceba con comida rica en grasas.
Tammy Jung | Instagram

"Hola. Me llamo Tammy, peso 130 kilos y no estoy contenta. Quiero llegar a los 160 kilogramos por lo menos, y cada día me esfuerzo por comer más". Con esta frase arranco mi columna de hoy. Cuando el imaginario social colectivo de la sociedad está agotado, cuando nos hemos cansado de la extrema delgadez, de la belleza perfecta, de la combinación idónea de los colores, de la corrección y la discreción; cuando Occidente se ha cansado de todos estos dogmas de la moda, cuando blanco y negro ya no riman, se invierten las reglas del juego. Las medias tintas y los términos medio aristotélicos en la moda no tienen sitio: es un extremo u otro. O anorexia u obesidad mórbida, aunque no creíamos que esto segundo fuera a convertirse en tendencia.

Y es que, de pronto, si más de la mitad de la población nos obsesionamos con cuidar la línea, en California sale a la luz una tal Tammy Jung que se ha hecho millonaria gracias a subir vídeos a Youtube en los que su novio -un hombre alto y musculado- la ceba con comida rica en grasas. Tammy, que pesa 130 kg., no está contenta con su peso, y cada día, delante de la cámara, mide su cintura. Cada centímetro de más es una razón de alegría tanto para ella como para su compañero sentimental, quien asegura que le resulta atractivo ver cómo el cuerpo de Tammy va evolucionando y engrandeciéndose.

Mientras tanto, yo y otras tantas mujeres reivindicamos la belleza de las curvas como en diversas ocasiones he escrito por aquí. Pero, ¡cuidado!, no nos equivoquemos. Defender la naturalidad de los cuerpos sin someterlos a estrictas dietas no significa hacer apología de la obesidad. Una cosa es que una mujer disfrute comiendo y no se preocupe por la báscula y su talla de pantalón, y otra muy distinta es dejarse llevar por la gula y la pereza.

Tammy, la pionera en manifestar lo enferma que está parte de esta sociedad de Occidente, no sólo muestra cómo se ceba o la ceban cual pavo real días antes de la cena de Nochebuena; esta mujer, por si fuera poco, mezcla el erotismo -por no decir la pornografía- con la comida. Y lo sorprendente de todo esto es que la gente lo ve.

Nos podemos preguntar qué hemos hecho o qué estamos haciendo mal. Esta es sin duda la cara negativa de Youtube y de las redes: la posibilidad de exponer la vida de uno ante el mundo entero, y que el objetivo de conseguir fama y ganar dinero justifique los medios que se empleen para alcanzar tal fin -que vienen a ser jugar con tu salud a base de buscar desesperadamente la manera de ganar kilos y euros-. Si Tammy hubiera crecido en La India o en Tanzania me planteo si haría semejantes chorradas. Reflexiono si los excesos y las facilidades en todos los aspectos anestesian el cerebros de muchas personas. Niñas-bien tiñéndose el pelo de gris, chavales sumándose a los tatuajes solares, millonarias aburridas amputándose los meñiques de los pies, extravagantes mujeres inyectándose un tercer pecho, famosillos de turno adornando sus dientes con cristales de colores, y, les pregunto a Ud.: ¿de verdad tienen los políticos la culpa de todo esto? Algo está fallando, y no sabemos por dónde empezar.

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