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Made in China visto en Madrid

Made in China, pero con estilo. Lamentablemente, los 'todo a cien' son casi una especie en extinción.

Made in China, pero con estilo. Lamentablemente, los 'todo a cien' son casi una especie en extinción.
Shakira y su tema con Bizarrap. | Archivo

Dicen los memes que las rupturas sentimentales y las tristezas son menos dolorosas si se superan en un yate o en el Caribe. Siempre ha sido así, miren el ejemplo de la Princesa Margarita. Los ricos también lloran, y si no, que se lo pregunten a Carmen Lomana (¿recuerdan aquel programa de televisión?). Ella no lloraba, pero se acordaba de los que sí lloraban. Es evidente que facturar y llorar, para Shakira, no son dos conceptos que casen, paraíso (fiscal) mediante. Y quienes sí combinamos llorar con facturar somos los autónomos (matizo -desde que lo soy y sé que existe-, autónomos societarios). El dolor es pasajero, la alegría viene con el vino, y los intelectuales a veces compran en chino. Todo rima y todo queda en casa. Y lo de los intelectuales y sobre todo literatos es porque me quedé impresionada al ver a Carmen Posadas comprando en una tienda de moda gestionada por chinos. Pero más impresionada me quedo cuando leo en Google que Mulaya es una marca de moda madrileña (madrileña porque está en Madrid). Y sí, es correcto, aunque su fundadora es Lisa Bao y es un grupo asiático el que controla la marca.

Los ‘todo a cien’ son casi una especie en extinción. No por el concepto en sí, sino por el nombre. Y por el precio. Pasaron a ‘todo a un euro’ y ahora hasta tienen nombres divertidos. Al menos por los barrios que yo deambulo. Los ‘todo a cien’ también se han ido segmentando por nicho, y desde hace ya algunos años, en la moda han proliferado como setas shiitake tras una intensa lluvia otoñal.

Y, como en todo, hay ‘chinos’ y ‘chinos’. Están los que saturan el escaparate con toda clase de prendas de vestir sin seguir ninguna armonía, y los que aspiran a ser la competencia de Zara. En esta última categoría tenemos Mulaya. Y dentro de todos los Mulaya que existen (que no son pocos, más de una veintena en toda España), llama especial atención el de Velázquez.

Aroma a perfume sofisticado, una iluminación medida, una escaparate elegante y minimalista, música occidental… El Mulaya de la Calle Velázquez colinda con el local de la marca de moda Bimani y el restaurante mexicano Fishers. El metro cuadrado de alquiler en la milla de oro ya lo imaginan ustedes. Y lo más sorprendente, y a diferencia de los demás, el Mulaya que yo he conocido, en este en concreto, las dependientas son españolas y no chinas, a diferencia de muchos que he ido visitando esta semana.

Y es que a principios de agosto hice unas compras en Mulaya. Ropa sencilla y elegante, que no distan demasiado de lo que uno pueda encontrarse en Zara o Massimo Dutti. Después de las compras me dispuse a tomarme una michelada en Fishers con mi amigo el productor de Mediaset Juanma Sánchez. Mientras empezábamos a degustar un tartar de atún, apreciamos un coche que aparcaba en doble fila. Del coche salía nada menos que Carmen Posadas, que se adentraba en el universo moda de Mulaya, en el que permaneció más de una hora (Juanma y yo ya estábamos terminando los tacos con carne y tuétano, riquísimos, por cierto, que habíamos encargado). Entonces, abandonaba el local con varias prendas de vestir en la mano; se subía al coche, dejándonos una interesante reflexión: no parecía que hubiera comprado la bolsa de 20 céntimos, lo que era todo un detalle hacia el planeta y la sostenibilidad (para qué queremos una bolsa si no la vamos a utilizar). La sostenibilidad es tendencia y necesaria.

Nunca supimos qué prenda de vestir pudo haber adquirido, pero me encanta confirmar que las intelectuales, no sé si lloran, pero también compran democráticamente y con la sostenibilidad presente. Made in China, pero con estilo. Ya tenemos algo más en común Carmen y yo, ahora sólo me falta escribir como ella. ¡Feliz sábado!

En Chic

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