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Los burros se extinguen o lo que pasa cuando un animal ya no es útil

España ha perdido más de medio millón de asnos en los últimos cien años.

España ha perdido más de medio millón de asnos en los últimos cien años.
Pixabay/CC/Esdey

Los hombres domesticaron al burro (Equus asinus) hace más de 6.000 años. Desde entonces, el futuro de estos equinos se vinculó a los seres humanos, concretamente a su tarea de ayudar en las labores del campo, transporte y carga. De este modo, los burros proliferaron hasta el punto de que a mediados del siglo XX había 675.000 animales censados en España. Hoy, están en peligro de extinción. La mecanización del campo y la despoblación rural han provocado la desaparición de los burros hasta el punto de que actualmente apenas quedan 4.422 ejemplares, según datos del Ministerio de Agricultura.

La potencial extinción de los burros es un revelador ejemplo de lo que le sucede a las especies agrarias que dejan de tener una función en la actividad económica, bien sea por la modernización del sector, como en el caso de los burros; por motivos sociales, por ejemplo el creciente rechazo social hacia la peletería; o por motivos políticos, que es el argumento que esgrimen los defensores de la tauromaquia cuando alertan del fin de la raza de lidia si finalmente se prohíben las corridas de toros, tal y como desea el ministro Urtasun.

En el caso de los burros, quedan seis razas autóctonas españolas, todas ellas en peligro de extinción: Andaluza (550 ejemplares), Ase balear (338), Asno vizcaíno de las Encartaciones (813), Catalán (919), Majorera de Fuerteventura (136) y Zamorano-leonés (1.666). En total, suman 4.422 ejemplares censados según los datos del Ministerio de Agricultura. Otras fuentes señalan que la población total podría situarse en los 30.000 burros, mientras que un estudio realizado por la Universidad de Córdoba en el año 2002 eleva la cifra hasta los 127.800 ejemplares.

Los veterinarios han alertado sobre la importancia de la supervivencia de los burros por "sus características únicas" y por su "contribución al equilibrio ecológico". Además, de una reducción de la biodiversidad, la desaparición de los asnos supondría una grave pérdida para el patrimonio natural y cultural español.

Nuevos usos para el burro

Para evitar que los burros desaparezcan, en los últimos años se han creado multitud de reservas y asociaciones en toda España que buscan proteger la especie y darle una nueva utilidad. De este modo, los burros trabajan ahora en empresas recreativas de paseos por el campo, su carácter pacífico y sensible también les ha convertido en candidatos idóneos para las terapias con animales y las empresas cosméticas siguen valorando la leche de burra como fuente de retinol para las cremas antienvejecimiento.

El descenso de las poblaciones de burros es un fenómeno generalizado a nivel mundial, directamente vinculado a la introducción de maquinaria agrícola en los países en vías de desarrollo. Esta tendencia tiene una excepción: China. El gigante asiático demanda anualmente 6 millones de burros por su piel, que se utiliza para la producción de ejiao, un remedio tradicional, según datos del informe publicado por la asociación animalista Donkey Sanctuary.

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