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Mónica García restringe el tabaco y el alcohol y abre la puerta a nuevas adicciones

La ministra de Sanidad promueve limitaciones al tabaco y alcohol, mientras impulsa su legalización para uso medicinal del cannabis. Lo analizamos.

La ministra de Sanidad promueve limitaciones al tabaco y alcohol, mientras impulsa su legalización para uso medicinal del cannabis. Lo analizamos.

A pesar de los riesgos para la salud pública del Cannabis y el creciente consumo recreativo de esta droga, la ministra de Sanidad promueve limitaciones al tabaco y alcohol, mientras impulsa su legalización para uso medicinal. A pesar de los riesgos para la salud pública del Cannabis y el creciente consumo recreativo de esta droga, la ministra de Sanidad promueve limitaciones al tabaco y alcohol, mientras impulsa su legalización para uso medicinal.

La reciente postura del gobierno español de avanzar hacia la legalización del cannabis medicinal, impulsada por la ministra de Sanidad Mónica García, muestra una clara contradicción con otras políticas de salud pública que está promoviendo. Aunque ha defendido la lucha contra las adicciones, resulta difícil entender cómo puede impulsar leyes que restringen el alcohol y el tabaco mientras apoya la legalización de una droga que, según Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a 147 millones de personas en todo el mundo.

El cannabis se percibe como una droga menos peligrosa que otras y menos dañina que sustancias como el alcohol y el tabaco, ello hace que sea la droga ilícita más consumida, cultivada y traficada en el mundo. Según el informe EDADES 2023 del Ministerio de Sanidad, el 40,9% de los españoles de 15 a 64 años ha consumido cannabis alguna vez, y un 2,8% lo hace a diario. Sin embargo, este gobierno parece estar más preocupado por regular el cannabis medicinal que en combatir su creciente consumo recreativo.

La contradicción en las políticas de salud pública

La ministra Mónica García defendía con vehemencia la presentación del anteproyecto de Ley de alcohol y menores, el Plan integral de prevención y control del tabaquismo, y la Guía para la prescripción de psicofármacos. Todas estas iniciativas orientadas a proteger la salud pública, especialmente de los sectores más vulnerables, como los jóvenes. Entonces, ¿por qué ahora esta médica impulsa la legalización del cannabis medicinal, sabiendo que su propio ministerio ha admitido que las "evidencias científicas son limitadas" respecto a los beneficios terapéuticos de esta sustancia.

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La trampa de la percepción social

Los datos disponibles dejan claro que el cannabis no es una droga inofensiva. Gran parte de la aceptación social del cannabis se basa en la creencia errónea de que es menos dañino que otras drogas o sustancias como el alcohol o el tabaco. Sin embargo, los estudios científicos demuestran lo contrario. El THC afecta el sistema endocannabinoide, alterando funciones clave como el estado de ánimo, la memoria y la percepción del dolor.

Su consumo causa efectos adversos, como psicosis aguda, pérdida de memoria, problemas de aprendizaje, además de riesgos cardíacos y pulmonares. La Asociación americana del corazón ha advertido sobre los riesgos del consumo de cannabis, incluyendo aumento en la frecuencia cardíaca, riesgo de infarto, arritmias y daño pulmonar. Además, a largo plazo, el THC, afecta la plasticidad neuronal y genera un deterioro cognitivo que compromete el rendimiento académico y laboral.

El consumo habitual de cannabis puede generar tolerancia y dependencia, con síntomas de abstinencia como ansiedad, irritabilidad e insomnio. Además, su consumo está vinculado a un mayor riesgo de desarrollar trastornos psiquiátricos, como la esquizofrenia. La OMS estima que esta enfermedad afecta a más de 24 millones de personas, y el riesgo aumenta significativamente en quienes consumen cannabis desde edades tempranas.

Y aun con estos datos, el gobierno sigue respaldando la legalización del cannabis, pese a que no cuenta con un amplio apoyo social: solo el 33,8% de los españoles la respalda, según el informe EDADES 2023 del Ministerio de Sanidad.

¿Qué sabemos realmente sobre el cannabis medicinal?

El uso medicinal del cannabis es un tema polémico y a menudo malinterpretado. Se confunden la fitoterapia, respaldada por estudios científicos, con la herboristería medicinal, basada en tradiciones sin evidencia sólida. Además, se equiparán los principios activos como THC y CBD, estudiados en ensayos clínicos que determinan dosis, toxicidad y efectos secundarios, con el uso de la planta completa. Este último, sería el caso del cannabis medicinal, no ha sido sometido a los mismos estudios rigurosos, lo que genera una falta de datos farmacológicos que garanticen su seguridad y eficacia.

Ya existen medicamentos aprobados derivados del THC y el CBD, como el Sativex®, que combina ambos principios activos y ha sido aprobado para tratar la espasticidad en pacientes con esclerosis múltiple, o el Epidiolex®, basado en CBD puro, que ha demostrado su eficacia en epilepsias graves. Sin embargo, en España no se cuenta con ningún medicamento aprobado basado en cannabis para el tratamiento del dolor crónico refractario, y la superioridad del cannabis frente a tratamientos más establecidos aún no está demostrada.

¿Cómo justifica entonces el Ministerio de Sanidad esta legalización apresurada cuando los propios datos muestran que no hay suficientes pruebas que respalden su uso terapéutico?

Aumento de la producción de cannabis en España

Además de las preocupaciones sobre la salud, el aumento de la producción de cannabis en España es un hecho que no puede pasarse por alto. Según los datos facilitados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) del Ministerio de Sanidad a la Junta Internacional de Estupefacientes (JIFE) de Naciones Unidas, se prevé una producción de cannabis para el año 2024 es de 36,000 kg, casi seis veces más que los 6,000 kg de 2022.

Este incremento es aún más sorprendente comparado con los 600 kg reportados en 2021 y los 500 kg de 2019 y 2020. Quizás estaría bien si el gobierno de Sánchez aclarara a los españoles esta estimación en la producción de cannabis, que nos coloca como el séptimo país en el mundo en producción de esta droga.

El doble discurso económico

Llegados a este punto, es difícil no preguntarse si la legalización del cannabis medicinal responde más a intereses económicos que a razones de salud pública. En 2015, Podemos ya defendía la legalización, destacando sus posibles beneficios económicos. Más Madrid, el partido de Mónica García, presentó una PNL para despenalizar el comercio lucrativo de marihuana, argumentando García en su defensa que generaría cien mil empleos en España. SUMAR también ha apoyado la legalización, sumándose a esta visión.

Sin embargo, el argumento económico detrás de la legalización del cannabis es superficial y peligroso. ¿Realmente estamos dispuestos a sacrificar la salud pública en pos de unos hipotéticos beneficios económicos? ¿Qué mensaje se está enviando a los jóvenes cuando, por un lado, el gobierno les dice que no fumen ni beban, pero, por otro, les ofrece cannabis medicinal? La inconsistencia es evidente y preocupante.

La decisión de la ministra Mónica García de legalizar el cannabis medicinal muestra contradicciones y pone en duda las prioridades del gobierno en salud pública. Aunque algunos cannabinoides pueden ser útiles en casos específicos, la falta de evidencia científica sólida y las incoherencias en la política de adicciones en España del gobierno sugieren que la medida es, como mínimo, precipitada y, en el peor de los casos, irresponsable. Esta legalización del cannabis podría ser simplemente una vía para legalizar, más pronto que tarde, el cannabis recreativo.

¿Salud o negocio? El bienestar de los ciudadanos no debe ser moneda de cambio en el tablero político, y los responsables de estas políticas que blanquean la imagen de una droga deberían tener que asumir las consecuencias futuras de las medidas que implementen.

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