Los cambios de estación afectan a todos y de múltiples formas. El cambio del invierno a la primavera es quizá de los más llamativos, porque se pasa del frío intenso y las pocas horas de luz al calorcito y más horas de luz.
Con la llegada de la primavera, los días se alargan, el tiempo mejora y el cuerpo entiende que es momento de activarse después del letargo del invierno. Pero el cambio de estación y que haya más horas de luz también puede provocar cambios en el estado de ánimo y en el descanso. Los biorritmos se alteran y puede aparecer el insomnio primaveral.
El motivo de este cambio tan brusco es que en los meses de primavera los días son más largos y con más horas de luz, lo que afecta significativamente a la producción de melatonina, pudiendo ocasionar también trastornos del sueño hasta que el cuerpo se adapta a esa nueva realidad. Este trastorno, que afecta a dormir mejor o peor, es uno de los síntomas de la astenia primaveral y es muy posible que persista en la fase de adaptación.
Como los días se alargan y los relojes se adelantan una hora, el cuerpo nota un gran cambio, por eso es normal que en esta época del año muchas personas tarden más en dormirse o se despierten en medio de la noche y les cueste volver a conciliar el sueño. El motivo es que el cuerpo necesita un periodo de adaptación para acostumbrarse a las nuevas condiciones ambientales y lo normal es que, al cabo de unos días, el reloj biológico se estabilice y los síntomas desaparezcan.
Causas de los problemas de sueño en primavera
- El aumento de las horas de luz. El cuerpo está más activo cuando es de día y, como la noche llega más tarde en primavera, puede costar más relajarse a la hora de ir a la cama.
- Las temperaturas aumentan y al cuerpo le cuesta más aclimatarse, por lo que puede tardar más en conciliar el sueño.
- La humedad ambiental también varía y el cuerpo también debe acostumbrarse a ello.
- Es el periodo de las alergias por excelencia y quien tiene alergia al polen, por ejemplo, en esta época duerme peor porque las vías respiratorias se taponan.
Factores climatológicos para dormir mal
Las causas climatológicas vinculadas a la primavera también parecen estar relacionadas con dormir tan mal en estos meses. Uno de los motivo es que al aumento de la intensidad lumínica, se suman la subida de las temperaturas y las horas de sol, variaciones en los niveles de humedad y presión atmosférica y el cambio de horario. Todo esto puede alterar la producción de hormonas y neurotransmisores, cuya secreción es regulada por el hipotálamo, lo cual repercute en el reloj biológico.
Respetar las horas del sueño es un aspecto que hay que cuidar especialmente para combatir este y otros síntomas de la astenia primaveral, ya que dormir adecuadamente permite reparar el desgaste físico y psíquico que se ha producido a lo largo del día, y es fundamental para mantener las reservas de energía bien cargadas.
Cómo acabar con los problemas de sueño en primavera
Conseguir un sueño de calidad es posible siempre y cuando se sigan unas pautas que ayuden a coordinar los ritmos biológicos con los factores externos. Hay algunos consejos que facilitan un sueño de calidad:
- Manejar el exceso de información. Estar constantemente expuestos a noticias con carga emocional negativa puede afectar a la calidad y a la cantidad de sueño. Es recomendable dosificar la información que se recibe, conviene seleccionar solo una franja horaria para informarse, escoger una fuente fiable y, además, realizar otras actividades que permitan tener la mente ocupada.
- Fortalecer los vínculos sociales. Las relaciones interpersonales se perfilan como una de las principales vías de escape para superar momentos de estrés o ansiedad, uno de los factores que más influyen en el insomnio. Compartir los malos momentos con un círculo social cercano contribuye a controlar la inestabilidad emocional y, por tanto, a tener una mente más despejada y relajada para conciliar mejor el sueño.
- Un patrón de sueño saludable. Es fundamental acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluso, los fines de semana. De esta manera, se acostumbra al cuerpo a anticipar esta actividad y prepararse para ella. Además, es muy útil evitar el uso de televisores, teléfonos móviles, ordenadores portátiles o tabletas antes de dormir, ya que emiten una luz azul que puede engañar al cerebro haciéndole creer que es de día y será más complicado convencerle de que ha llegado el momento de apagarse unas horas.
- Una rutina de autocuidado. Estar constantemente conectados con el mundo exterior genera situaciones de estrés o ansiedad. Por eso, desconectar y cuidarse a uno mismo nunca había sido tan importante. Es crucial encontrar momentos para leer un libro, cocinar, o realizar ejercicio físico. Fomentar el autocuidado contribuye a sentirse mejor, estar más tranquilos, desarrollar mayor capacidad para hacer frente a los desafíos de la vida cotidiana y, como resultado, mejorar la calidad del sueño.
- Centrarse en la respiración. Si cuesta conciliar el sueño, es muy útil realizar ejercicios de respiración antes de apagar la luz que hagan olvidar las preocupaciones de la jornada. Ayudan a calmar las tensiones del día, a relajar el cuerpo y a dormirse más rápido. Por ejemplo, la respiración abdominal es la más clásica para relajarse. Además, no solo sirve para aliviar el insomnio, sino que también es muy útil para canalizar el estrés, mejorar la atención, las digestiones y el metabolismo.
- Hidratarse bien. Con la llegada del calor se pierde más agua de lo habitual a través del sudor. De ahí que aparezca con facilidad la sensación de agotamiento o cansancio. Esto se soluciona manteniendo la hidratación a raya. Pero cuidado con las bebidas estimulantes, ya que en lugar de mejorar la adaptación al cambio de estación, pueden dificultar todavía más que se concilie el sueño durante la noche y, en consecuencia, potenciar la fatiga diurna. En lugar de tomar café o té o cualquier otro excitante, es recomendable beber agua.