
La septicemia o sepsis es una afección grave y potencialmente mortal que se produce cuando, después de contraer una infección, la respuesta inmunitaria del cuerpo es incorrecta y excesiva, lo que termina provocando una reacción en cadena que provoca daño en tejidos y órganos y que puede causar una disfunción multiorgánica. No obstante, aunque a menudo se asocia con infecciones graves, la septicemia es una respuesta del sistema inmunológico que puede desencadenarse por infecciones comunes, como las del tracto urinario o las respiratoria ya que, en resumen, es una reacción sistémica del cuerpo ante la invasión de microorganismos patógenos.
Esto es un problema de salud muy extendido en el mundo. Tanto es así que, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta afección causa 11 millones de muertes al año, lo que supone uno de cada cinco fallecimientos en el mundo. Hay que tener en cuenta que el síndrome se ceba especialmente con personas vulnerables: niños recién nacidos, ancianos, individuos con el sistema inmunitario debilitado y personas con pocos recursos, entre otros.
No obstante, las causas de la septicemia son diversas, pero en la mayoría de los casos, está relacionada con la presencia de bacterias en el torrente sanguíneo. Estas bacterias pueden provenir de infecciones en cualquier parte del cuerpo, como neumonía, infecciones urinarias, infecciones cutáneas graves o incluso abscesos dentales no tratados adecuadamente. Además de las bacterias, los virus y hongos también pueden causar septicemia en circunstancias menos comunes. También es importante destacar que la septicemia puede afectar a personas de todas las edades, aunque es más común en aquellos con sistemas inmunológicos debilitados, como ancianos, personas con enfermedades crónicas, niños pequeños y personas con sistemas inmunológicos comprometidos debido a tratamientos médicos, como quimioterapia.
La septicemia es más mortal que el ictus, el infarto agudo de miocardio, el trauma grave y algunos cánceres como el de mama, páncreas, próstata, colon y recto, la sepsis es letal en el 10% de los casos constituyendo la principal causa de muerte por infección. El motivo es que, cuando la sepsis no se reconoce y no se trata de manera precoz, la infección se generaliza, dañando con rapidez los tejidos del cuerpo, para después provocar fallos en el funcionamiento de los órganos, pudiendo incluso causar la muerte.
No obstante, la septicemia se puede prevenir, ¿Cómo? Muy sencillo, la prevención de la septicemia implica tratar adecuadamente cualquier infección en su etapa inicial y tomar medidas para evitar infecciones, como una buena higiene personal y vacunaciones adecuadas. En casos de infecciones graves, es esencial buscar atención médica lo antes posible para prevenir la progresión a septicemia.
Síntomas de la septicemia
Los síntomas de la septicemia pueden variar en gravedad, pero generalmente incluyen fiebre alta, frecuencia cardíaca elevada, dificultad para respirar y confusión mental. No obstante, la infección que acaba produciendo septicemia suele iniciarse en intestinos, pulmones o vías urinarias. Es muy importante detectar rápidamente esta condición y acudir al médico si se presenta algunos de los siguientes síntomas tras una infección:
- Ritmo cardiaco más rápido de lo normal, o un pulso muy bajo
- Dificultades en la respiración como respiración superficial y rápida
- Sudoración excesiva
- Fiebre y escalofríos
- Disminución de la temperatura corporal
- Dimisión de la presión arterial
- Coagulación de la sangre
- Shock
- Aturdimiento y confusión
- Molestias o dolores
- Cambio en el estado mental
- Síntomas específicos al tipo de infección, como micción dolorosa cuando hay una infección de las vías urinarias o tos que empeora cuando hay neumonía
La septicemia puede avanzar y convertirse en un choque séptico, un estado de especial gravedad que reduce drásticamente la presión arterial e incrementa el riesgo de muerte. No obstante, las septicemias leves suelen curarse en su mayoría si son identificadas, pero cuando se llega al punto del choque séptico la tasa de mortalidad es de entre el 30 y el 40%.
¿Cómo se origina esta infección?
La sepsis, también llamada septicemia, es una respuesta fulminante y desregulada del sistema inmune a una infección y que resulta difícil de reconocer y de diagnosticar. Participan en el desarrollo diferentes factores, como componentes del microorganismo y sus toxinas, otras sustancias que producen daño celular y algunas otras que son mediadoras de la respuesta inflamatoria.
La sepsis se produce cuando el cuerpo, tratando de luchar contra los microorganismos invasores, libera sustancias químicas en la sangre para combatirlos, citocinas o citoquinas. Pero estas sustancias constituyen un arma de doble filo, pues provocan algunos efectos en el organismo, como la dilatación de los vasos sanguíneos y fugas de líquidos desde estos hasta los tejidos, que se inflaman de manera generalizada. Por otra parte, las citoquinas favorecen la formación de coágulos en los pequeños vasos del interior de los órganos.
La disminución del flujo sanguíneo priva, a su vez, a los órganos vitales, como los riñones, los pulmones, el corazón y el cerebro de los nutrientes y el oxígeno que necesitan para funcionar. Ello lleva al corazón a trabajar con más intensidad y la frecuencia cardíaca y la cantidad de sangre bombeada aumentan. Sumado a la presencia de toxinas en el torrente sanguíneo, este trabajo extra debilita el corazón, que empieza a bombear cada vez menos sangre. Los tejidos, al no recibir el riego sanguíneo suficiente, segregan un exceso de ácido láctico, el cual vuelve la sangre más ácida y, poco a poco, los órganos se encuentran cada vez con más dificultades para desempeñar su función. La formación de coágulos desencadena un consumo acelerado de unas sustancias que sirven para formarlos, por lo que, posteriormente, pueden tener lugar hemorragias.
En los peores casos, cuando el organismo ya no es capaz de revertir este proceso descontrolado de inflamación e infección se puede desencadenar un shock (o choque) séptico: la presión arterial disminuye, y el corazón, los pulmones, los riñones y otros sistemas del organismo pueden dejar de funcionar y, por tanto, se multiplican las posibilidades de muerte.
Factores de riesgo
Algunos de los factores que aumentan el riesgo de infección que derivarán en septicemia son los siguientes:
- Personas mayores de 65 años.
- Infancia.
- Personas con menor respuesta inmunitaria, como aquellas que reciben tratamiento por cáncer o personas con el virus de la inmunodeficiencia humana.
- Personas con enfermedades crónicas, como diabetes, enfermedad renal o enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
- Ingreso en la unidad de cuidados intensivos u hospitalización más prolongada.
- Dispositivos que se colocan en el cuerpo, como catéteres en la vena, llamados sonda intravenosa o endotraqueal.
- Tratamiento con antibióticos en los últimos 90 días.
- Una afección que requiere tratamiento con corticoides, que pueden reducir tu respuesta inmunitaria.