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La edad y el sueño continuado, ese gran problema

El sueño continuado es más complicado con los años, de bebés se duermen 16h al día y de adulto menos de 8. ¿Por qué sucede esto?

El sueño continuado es más complicado con los años, de bebés se duermen 16h al día y de adulto menos de 8. ¿Por qué sucede esto?
sleep, sleeping man, cbn | Unsplash/Slumber Sleep Aid

La respuesta a la pregunta sobre por qué uno se despierta cada vez más temprano según envejece es que se trata de una reacción casi fisiológica. Según se va avanzando en edad, cada vez se necesitan menos horas de sueño. Un bebé empieza durmiendo aproximadamente unas 18 horas cada día, es decir, está casi todo el día durmiendo. Cuando se van cumpliendo años se van perdiendo horas de sueño; en Educación Infantil, niñas y niños duermen unas nueve horas durante la noche, y hacen un par de siestas, una por la mañana y otra por la tarde. Y, más adelante, la necesidad de sueño de un adulto es de unas ocho horas. Es importante saber que cuando uno se va haciendo más mayor duerme menos horas, pero además el sueño es más superficial.

El sueño consta de varias fases: las de sueño superficial, que se llaman N1 y N2, son las que se producen cuando comienza el sueño; en ellas se pasa de despierto a dormido. Después llega el sueño profundo, N3, y este es el sueño verdaderamente reparador, en el que realmente se descansa y el cerebro se cura. A estos dos periodos de sueño superficial y profundo se les conoce como no REM (Rapid Eye Movement en inglés) y esto es porque no se producen movimientos rápidos de los ojos. Luego está la fase REM, en la que se producen los sueños.

Al ir cumpliendo años, se duerme más tiempo en un sueño superficial y menos con sueño profundo y hay más despertares a lo largo de la noche. Y aunque al final en el día se duerme el mismo número de horas, hay menos horas de sueño nocturno. Las personas de edad avanzada hacen más siestas durante el día, pueden cabecear un poco durante la mañana y hacer una siesta por la tarde. Para conocer el motivo de este sueño más ligero, hay que leer un estudio realizado por investigadores del Centro Médico Beth Israel de Harvard, la Universidad de Toronto y el Centro de Ciencias Médicas Sunnybrook que explica por qué el sueño se vuelve más fragmentado con la edad. La disminución del número de horas de sueño y su fragmentación se asocian con una serie de problemas de salud, incluyendo disfunción cognitiva, aumento de la presión arterial, enfermedad vascular y una tendencia a desarrollar diabetes tipo 2. Y, según este estudio, parece que la pérdida de un grupo de neuronas inhibidoras puede estar contribuyendo a estos diversos trastornos con la edad.

El laboratorio Saper descubrió en 1996 que el núcleo preóptico ventrolateral, un grupo de neuronas inhibitorias, funcionaba como una especie de "botón del sueño" en ratas, desactivando su cerebro para permitir a los animales dormirse. Los experimentos en animales mostraron que la pérdida de estas neuronas provoca un insomnio profundo, y dormían aproximadamente la mitad y además sus horas de descanso estaban fragmentadas y alteradas. Con los años se ha descubierto un grupo de células en el cerebro humano, situadas en el núcleo intermedio, que tienen el mismo neurotransmisor inhibidor, la galanina, que se puede encontrar en ratas.

Otro factor importante es que, según se van cumpliendo años, se reducen notablemente las actividades diarias, lo que hace que la necesidad de descanso nocturno se reduzca. Todo esto, si se habla de la reacción fisiológica normal en una persona que no tiene ninguna patología. Pero es que además, con el paso de los años aumentan las patologías relacionadas con el sueño. Uno de los cambios más destacados es la reducción de la cantidad de horas de sueño que se necesitan y la dificultad para conciliar el sueño y mantenerlo durante toda la noche.

  • Cambios en los ritmos circadianos. A medida que se envejece, los ritmos circadianos, que regulan el ciclo sueño-vigilia, tienden a cambiar. Esto puede resultar en una sensación de somnolencia más temprano por la noche y un despertar más temprano por la mañana, lo que acorta la duración total del sueño.
  • Cambios en la arquitectura del sueño. A lo largo de los años, se produce una disminución en la cantidad de sueño profundo y REM (movimiento rápido de los ojos). Estas etapas del sueño son importantes para la recuperación física y mental, por lo que una reducción en su duración puede llevar a despertares más frecuentes durante la noche y una sensación de no haber descansado lo suficiente.
  • Afecciones médicas. Con el envejecimiento, aumenta la probabilidad de padecer afecciones médicas crónicas, como la apnea del sueño, el reflujo gastroesofágico y el síndrome de piernas inquietas. Estas afecciones pueden interrumpir el sueño y hacer que sea más difícil mantener un descanso ininterrumpido.
  • Cambios hormonales. A medida que se envejece, los niveles de hormonas como la melatonina, responsable de regular el ciclo de sueño-vigilia, pueden disminuir. Esto puede afectar negativamente la calidad del sueño y hacer que uno se despierte más temprano.
  • Estilo de vida. Con la edad, es posible que las responsabilidades y las actividades diarias cambien. Las personas mayores a menudo tienen una rutina más estructurada, lo que puede implicar acostarse más temprano y levantarse más temprano. Además, el consumo excesivo de cafeína, el estrés y la falta de actividad física pueden contribuir a la dificultad para conciliar el sueño y mantenerlo durante toda la noche.

Cambios con el envejecimiento

Los patrones de sueño tienden a cambiar a medida que se envejece. La mayoría de las personas encuentran que el proceso de envejecimiento los lleva a tener dificultades para conciliar el sueño, esto es que se despiertan con más frecuencia durante la noche y se levantan más temprano por la mañana.

Sin embargo, el tiempo total de sueño se mantiene igual o disminuye ligeramente (6.5 a 7 horas por noche). Puede ser más difícil quedarse dormido y se puede pasar más tiempo total en la cama pero sin dormir realmente. La transición entre el sueño y despertarse con frecuencia es abrupta, lo que hace que las personas mayores sientan que tienen un sueño más ligero que cuando eran jóvenes. El motivo es que se pasa menos tiempo durmiendo profundamente y sin soñar, otras causas incluyen la necesidad de levantarse a orinar, ansiedad e incomodidad y dolor por enfermedades prolongadas.

El sueño, el "precio" por la plasticidad del cerebro

La ciencia todavía no es capaz de responder con contundencia por qué o para qué se duerme, pero algo evidente es que para todos los animales es necesario dormir, una situación en la que se tornan vulnerables, y sin embargo la evolución no suprimió tal actividad. Es claro que está relacionada con funciones de vital importancia. En caso contrario, como destacó hace cuatro décadas Allan Rechtschaffen, uno de los pioneros en el estudio del sueño, se estaría ante el error más grande de la evolución de la naturaleza. Más concretamente, dormir es el precio que se paga por la plasticidad del cerebro del día anterior y la inversión necesaria para un aprendizaje fresco el día siguiente.

Resulta curioso que los bebés recién nacidos, pese a dormir el doble de tiempo de lo que duerme un adulto, ocasionen en sus padres el efecto contrario: los adultos pierden entre 400 y 700 horas de sueño durante el primer año de vida de sus hijos, en relación con las horas que dormían antes de tener al bebé. No es poco tiempo: 700 horas en una año equivalen a dos por día, es decir, algo así como una cuarta parte del total. Esto se debe, a que durante esos primeros meses el sueño del bebé es discontinuo.

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