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Rosa Belmonte

Disfrutar del odio

Hablamos de un odio de dibujos animados, a uno inofensivo. Al de gritarle a la tele.

Hablamos de un odio de dibujos animados, a uno inofensivo. Al de gritarle a la tele.
EFE

Nos gusta odiar. Y muchos nos lo ponen fácil. Por supuesto, me refiero a un odio de dibujos animados, a uno inofensivo. Al de gritarle a la tele. No al de Hitler con sus consecuencias. Sí al chistoso de W.C. Fields ("no tengo prejuicios, odio a todo el mundo por igual). Decía McEnroe que todo el mundo odia el éxito y que por eso odia a la gente que tiene éxito. Puede ser. O no. Miguel Bosé ha sido siempre una persona con éxito. Hijo de personas con éxito. Otra cosa es lo de convertirse en antivacunas gritón con voz rara. Y sólo faltaba la promoción de su autobiografía, El hijo del capitán Trueno. Esa manera de portarse. Perfecto ejemplo es la entrevista que Luz Sánchez-Mellado le hizo en El País. Qué violencia, qué pedazo de tonto. Qué necesidad de ser así. Todos somos bobos. Todos podemos decir algo que nos retrate como auténticos zopencos. Mira Yasmina Reza, que promocionando Serge, su último libro, dice que "el turismo y el terrorismo son las grandes plagas de hoy". Como boutade está bien, y a nadie que no viva de ello (y aún viviendo) le gusta el turismo, pero es una gilipollez. Que el libro se llame Serge tiene que ver con Arte, su obra más emblemática. Leo en La Vanguardia que Arte se basaba en quien entonces era su vecino, un dermatólogo que había comprado un cuadro en blanco con dos rayitas grises por 200.000 francos. El tío le dijo: "Gracias a mí has tenido un éxito enorme. Exijo que en cada libro que escribas a a partir de ahora haya un personaje llamado Serge". Y lo ha cumplido. Pero a lo que iba con su tontería de banalizar y criminalizar el turismo, si vive entre París y Venecia, que viva entre Murcia y Teruel. Y, sobre todo, que no viaje tanto. Turista, más que turista.

Hay un documental titulado La mujer más odiada de América, que todavía se puede ver en Netflix. Es la historia real de Madalyn Murray O’Hair, fundadora de la organización Ateos Americanos. Una agitadora. Cuenta el auge y la caída (hasta la secuestraron) de un personaje controvertido. Para unos, villana; para otros, heroína. Pues no hablo de ese tipo de odios con violencia.

Otro odiable de toda la vida es Luis Enrique. A mucha gente le caía mal Mourinho. Pero es que Luis Enrique se adorna. Y no desde sus ruedas de prensa como entrenador del Barcelona, donde se graduó como insoportable, sino ya cuando lloró en el mundial de Estados Unidos al saltarle la nariz Tassotti. Sabemos que es una persona que ha sufrido una pérdida personal, una tragedia familiar. Que sí, que es una víctima y eso hoy parece intocable. Pero como el hombre actúa igual ahora que antes, pues tampoco nos puede coartar eso nuestra opinión sobre él según las cosas que dice y cómo las dice. Y ojalá gane el mundial de los 50 grados. Pero dudo que nuestra opinión sobre él cambie (no la de entrenador o seleccionador, que eso es otra cosa). Y claro que lo contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia. Y claro bis que esto no deja de ser eso que se llama odio del telespectador. O sea, una cosa con la fuerza de una gominola. Con la fuerza de una lapidación con palomitas.

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