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Rosa Belmonte

Momentos Hudson

No necesito una percha para hablar de Rock Hudson, pero hay al menos dos excusas para hacerlo.

No necesito una percha para hablar de Rock Hudson, pero hay al menos dos excusas para hacerlo.
Rock Hudson, con Kim Novak y Liz Taylor | Cordon Press

La primera opción para protagonizar Matar a un ruiseñor fue Rock Hudson, pero era demasiado joven (36). Hudson murió el 2 de octubre de 1985 y nació el 17 de noviembre de 1925. 30 años ha hecho de su desaparición y 90 hará de su aparición. No necesito una percha para hablar de Rock Hudson, pero hay dos. Hace tiempo escribí un artículo sobre el protagonista de Ben-Hur titulado ‘Momentos Heston’. Este va a ser un ‘Momentos Hudson’ porque tienen eso en común. La gran Rosalind Russell decía que una película funciona por sus momentos. Que un filme tenía que tener media hora de momentos que la gente pudiera recordar para salir contenta del cine. Los de Heston están en Ben-Hur (tantos), en El planeta de los simios (más), en Cuando ruge la marabunta (esa discusión sobre pianos usados)… Hasta en la malísima Terremoto. Con Rock Hudson pasa lo mismo, desde su corto papel de indio en Winchester 73 (aunque en esa película el gran momento es cuando James Stewart da un revólver a Shelley Winters para defenderse de los indios y ella le dice: "Sé usarla, y sé para qué sirve la última bala").

Obsesión (1954) es un surtidor de momentos, como lo es Sólo el cielo lo sabe (1955), la repetición con Douglas Sirk y Jane Wyman, cuando el director lo hace seguidor de Thoreau. Y Gigante. Y Escrito sobre el viento, otra vez actor fetiche de Sirk. Por no tirar de su aventuras con Doris Day, sobre todo Confidencias a medianoche (1959) y Pijama para dos (1961). Y ese comisario que nos acompañaba los domingos por la noche en McMillan y esposa, donde consiguió de Universal el salario más alto de la televisión. Después vendría El contacto Devlin, también en la tele. En 1984, ya enfermo de sida, trabajó en Dinastía. Se liaba con Krystle Carrington. En Recipes for Life: My Memories, Linda Evans habla de alcachofas, pero también de sus citas con Richard Chamberlain y de los besos de Rock Hudson. "En lugar de besarme apasionadamente, ponía los labios sobre los míos y se retiraba". Repetían y repetían, pero siempre era igual. El director, desesperado, pidió a Linda que fuera ella la que pusiera la pasión, pero le respondió que Krystle no lo haría. Volvieron a rodar la escena semanas después pero Rock Hudson seguía sin querer besarla. Cuando se supo que el actor tenía sida, Linda Evans lo entendió. Años después escribió en esas memorias: "Fue increíblemente conmovedor que quisiera protegerme". No es que no le gustara, como le pasaba a la Zira de El planeta de los simios cuando al final besa a Taylor con asco: "Ah, es que eres terriblemente feo", dice Kim Hunter a Charlton Heston.

Algunos han tenido que ver películas como Dallas Buyers Club, tv movies como The Normal Heart o miniseries como Angels in America para enterarse de lo que pasó con la irrupción del sida. A Hudson muchos de sus amigos lo abandonaron y Nancy Reagan no lo ayudó cuando pudo (se trasladó a Francia para probar una droga experimental). Hudson se presentó en el hospital militar de Percy y como no tenía nacionalidad francesa se negaron a admitirlo. Al secretario de Hudson, Nancy (a través de su oficina) le dijo que no le parecía que fuera un asunto en el que la Casa Blanca debiera intervenir. Por otras influencias ingresó en el hospital pero estaba tan mal que no se le trató. Ya enfermo, había rechazado en Los Colby el papel que fue a Charlton Heston. Muchos años antes, la Metro ofreció a Universal 750.000 dólares para que Rock Hudson protagonizara Ben-Hur (1959). El estudio se negó a cederlo y MGM tuvo que buscar otro Judá.

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