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Rosa Belmonte

Coffee, tea, me?

Armas de mujer es algo que el ultrafeminismo de hoy no admitiría.

Armas de mujer es algo que el ultrafeminismo de hoy no admitiría.
Una imagen de Armas de Mujer | Fox

Con Joan Cusack me pasa lo mismo que con Thelma Ritter. Aunque la película sea mala, ellas siempre merecen la pena. Y a veces la película o serie (Shameless en caso de Joan) no es mala. Puede ser una obra maestra. Siempre hay momentos Cusack o momentos Ritter. Memorable esta con Bette Davis en Eva al desnudo, con James Stewart en La ventana indiscreta y, sobre todo, en Confidencias a medianoche, donde o está borracha o metida en el ascensor. O las dos cosas. Y qué decir de Joan Cusack corriendo con la cinta de vídeo en Al filo de la noticia. O la cara que pone al final cuando llega a tiempo. Y la película que viene a cuento, Armas de mujer, que se estrenó en diciembre de 1988 (en España, en marzo de 1989) y de la que se cumplen 30 años. De esta, el momento en que Harrison Ford llega a ver a Melanie Griffith, ya disfrazada de Tippi Hedren, para regalarle la cartera, Joan se hace pasar por su secretaria y pregunta a Ford si quiere algo: "¿Café, té, a mí? Es verdad que en inglés suena mejor (Coffee, tea, me?). Creo que en la versión española se dobló como ¿"Un café, una Coca Cola, una servidora?".

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También en inglés la película de Mike Nichols tiene un título mucho más neutro (Working girl, chica trabajadora). Lo de Armas de mujer es algo que el ultrafeminismo de hoy no admitiría. No es que Tess Harper vaya puteando, que su cabeza y su iniciativa son importantes para triunfar ("Tengo una mente para los negocios y un cuerpo para el pecado"), ¿pero a ver si Jack Trainer le habría hecho el mismo caso de tener la cara de la ministra de Sanidad? Otra cosa que no se acepta mucho ahora desde ese punto de vista feminista es el otro tipo de puteo, el que practica Katherine Parker (Sigourney Weaver) con Tess. El sexismo de la pelea entre mujeres. Que otra mujer sea la que te impida ascender. Pero ahí están las otras secretarias para ayudarla y, especialmente, Joan Cusack, que siempre puede llevar escondida en esos pelos cualquier cosa que necesites. Café, té, 50 dólares.

Melanie Griffith estaba fatal durante el rodaje. Más borracha que Thelma Ritter con Doris Day. Alguna vez hubo que parar el rodaje y le hicieron pagar por ello, descontándole 75.000 dólares de su sueldo (aunque era la protagonista, cobraba menos que Ford y Weaver).

Para el papel de Tess se pensó en Michelle Pfeiffer, pero se desechó por demasiado guapa. También en Meryl Streep para hacer de Katherine. Brooke Shields quería ser Tess. Para Katherine pulularon Kathleen Turner, Cher, Geena Davis, Debra Winger y Shelley Long. Para Tess, Diane Lane y Sarah Jessica Parker. Lorraine Bracco hizo una audición para Tess y se quedó muy chafada al no obtener el papel. Melanie Griffith había hecho Doble cuerpo y Algo salvaje, pero Mike Nichols tuvo que convencer al estudio.

En una reunión por el 30 de aniversario para el Hollywood Reporter, Melanie Griffith dice que lo primero que se rodó fue la escena en el ferry de Staten Island. Que allí estaban ella y Cusack con aquellos pelacos y las zapatillas mezcladas con los pasajeros reales, que no habían pedido ningún permiso, lo mismo que cuenta Carmen Maura de sus primeros trabajos. También ha contado Griffith que la escena más difícil fue esa en la que estaba bailando con Trask (Philip Bosco) en la boda de su hija cuando se cuela. Que tenía que decir un montón de cosas en poco tiempo, todo coreografiado. Tiene gracia porque algo parecido le pasó a Jane Darwell en Las uvas de la ira. Dorris Bowdon, la novia del guionista Nunnally Johnson, a la que tan mal trataba Ford, contó que antes de filmar la escena del baile en el campo del Gobierno (aquel que parecía un paraíso), Darwell le dijo que estaba muy nerviosa, que era una señora gorda y tenía que bailar y decir sus líneas a la misma vez. Por supuesto, lo hizo de manera perfecta y Bowdon se puso a aplaudir, momento en que Ford le echó una bronca y la pobre chica salió llorando del set.

La película es un sinfín de guiños (el traje y el peinado de Tippi Hedren, el gorila de peluche de Sigourney) y un desfile de caras conocidas, aunque entonces lo fueran menos, caso de David Duchovny. Olimpia Dukakis tenía en un pequeño papel (a la vez salía ella misma en un periódico como prima de Mike Dukakis). También salía Kevin Spacey como depredador sexual. Mike Nichols tenía tanta prisa por acabar la escena de Spacey que le mandó el guión a su apartamento de Nueva York con un coche y el actor se lo aprendió por el camino. El director estaba apurado porque no podía aplazar su boda con Diane Sawyer dos días después.

Parte de la película se rodó en el vestíbulo del edificio 7 del World Trade Center, que fue destruido el 11-S. Armas de mujer ni siquiera ha envejecido. Aunque Joan Cusack sí lo haya hecho.

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