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Bond es un muchacho excelente y, de momento, lo será

Los productores de Bond nos han quitado una preocupación de encimaL seguirá siendo un hombre.

Los productores de Bond nos han quitado una preocupación de encimaL seguirá siendo un hombre.
Sin tiempo para morir. | Archivo

¿Después del último Bond puede haber otro Bond? Pensamos que podría ser su hija. Pero nada, parece que habrá un Bond como todos los Bond, sea quien sea. Barbara Broccoli y Michael G. Wilson (los herederos productores de la franquicia) empezarán a buscar en 2023. Pero nos han quitado una preocupación de encima. Llamada en la portada de El País de 1 de febrero: "El nuevo James Bond seguirá siendo un hombre". Y ya dentro, el artículo de Gregorio Belinchón: ‘Se busca nuevo 007 (masculino)’. Acabáramos. Con la tontería que nos rondaba. Al turrón. Lo que se necesita para ser Bond: "Presencia, encanto, personalidad y talento interpretativo". Sobre si podría ser una actriz, Barbara Broccoli se muestra tajante. "No. Siempre será un personaje masculino. Así lo hizo Fleming. El cine en general tiene que generar más protagonistas femeninos, pero con entidad por sí mismos, no mutando a otros que existían previamente". Muy bien. Gracias, señora Broccoli. Gracias Belinchón por preguntar.

Que no estamos en algo de arte y ensayo, demonios, que es Bond. Vale que Ismael Merlo hiciera en el teatro de Bernarda Alba. O que Paquita Salas sea un hombre. Y vale que en Luna nueva Howard Hawks decidiera cambiar el sexo de uno de los protagonistas. Una mujer estaba leyendo el papel de Hildy en The Front Page y se dio cuenta de que el diálogo sonaba mejor con una chica y rápidamente se aseguró los derechos. El autor de The Front Page era Ben Hetch y estuvo de acuerdo en el cambio. Luego, en Primera plana, de Billy Wilder, los dos periodistas volvieron a ser hombres.

A saber qué pensaría Fleming de que Bond fuera una mujer o un hombre negro. O chino. O Jason Momoa. Parece que la descripción de su Bond era la del músico Hoagy Carmichel, el pianista de Tener y no tener. Fleming se ha ahorrado la perplejidad con las cosas de género.

Al poco de la publicación en España de Un daño irreversible. La locura transgénero que seduce a nuestras hijas (Deusto), de Abigail Shrier, José Errasti y Marino Pérez Álvarez sacan en la misma editorial Nadie nace en un cuerpo equivocado. Éxito y miseria de la identidad de género. Y a estos dos añadimos el de Pablo Lora, El laberinto del género. En Nadie nace en un cuerpo equivocado se denuncia cómo el activismo trans está dañando a miles de adolescentes. Es un libro razonado. Claro que eso sirve de poco cuando el generismo queer rechaza la racionalidad, se eleva con su presunta superioridad moral y queda eximido de debatir con quienes se oponen. "El sexo pasa a ser un accidente biológico supeditado al género, que es una esencia personal a la que se llega por el camino de la identidad". Y claro que los que razonan siempre deja fuera de esta locura los estados intersexuales.

Tampoco es que en Bond se hubiera propuesto un Bond transexual, que yo sepa, sólo se atisbó una mujer negra (por el 007 de la última película). O un hombre negro, como hipótesis. Pero cualquier ocurrencia es posible. Y sí, todo se puede sacar de quicio y retorcerlo. Es lo que estoy haciendo. Por eso me encanta una frase de Hannah Arendt que por supuesto no dijo para el negociado del generismo queer. Gershom Scholen la acusó de falta de amor al pueblo judío en Eichmann en Jerusalén. Escribió: "la considero miembro de este pueblo, un miembro de pleno derecho y nada más". Su respuesta: "La verdad es que yo nunca he pretendido ser otra cosa ni ser de otra manera distinta de como soy, y nunca he tenido la más mínima tentación en ese sentido. Sería como haber dicho que yo era un hombre y no una mujer… Siempre he considerado mi condición judía como uno de los datos incontrovertibles de mi vida… lo que nos es dado y que no hemos hecho, no puede ser hecho…". Qué tía más antigua Hannah Arendt, no sabía el abanico de posibilidades que se le abrirían si hubiera nacido más tarde.

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