Menú

Obituario de David Bordwell, el analista de películas

Era un oasis en el que refugiarse del barroquismo interpretativo de los seguidores de Lacan, Barthes, Saussure y Althusser, lo peor del psicoanálisis aliñado con lo peor del marxismo, últimamente corrompido con lo peor del feminismo.

Era un oasis en el que refugiarse del barroquismo interpretativo de los seguidores de Lacan, Barthes, Saussure y Althusser, lo peor del psicoanálisis aliñado con lo peor del marxismo, últimamente corrompido con lo peor del feminismo.
David Bordwell | Wikipedia

Hay un puñado de libros fundamentales para todo aficionado al cine. Algunos escritos por cineastas: Esculpir el tiempo de Tarkovski y Notas sobre el cinematógrafo de Bresson, por ejemplo. Otros, por teóricos del cine, como La imagen-movimiento/La imagen tiempo de Gilles Deleuze y El significado del filme de David Bordwell. Del gran teórico norteamericano también tengo en mi biblioteca además La narración en el cine de ficción, El arte cinematográfico y El cine clásico de Hollywood (en colaboración con su esposa, Kristin Thompson) Con semejante bagaje en mi estantería dedicada al séptimo arte comprendan que me haya afectado su muerte (1947-2024).

david-bordwell-libro-hollywood.jpeg

Además, desde su jubilación como profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison, Bordwell mantenía un blog en el que seguía con sus análisis finos, elegantes y pormenorizados de la forma cinematográfica. Habituados a los juicios lapidarios de la prensa diaria y los delirios hermenéutico-paranoicos de las tribus filosóficas francesas, la prosa de Bordwell, diáfana y conceptual, era un oasis en el que refugiarse del barroquismo interpretativo de los seguidores de Lacan, Barthes, Saussure y Althusser, lo peor del psicoanálisis aliñado con lo peor del marxismo, últimamente corrompido con lo peor del feminismo, Butler, la posmodernidad, Jameson y la deconstrucción, Derrida. También era un escudo contra los que lo basan todo en sus sentimientos y gustos personales. Bordwell era una vacuna contra el subjetivismo y un puntal de la objetividad basada en el análisis racional. Cuando analiza el estilo clásico de Hollywood los ejes de su investigación tienen en cuenta desde las opciones estilísticas al estado de la tecnología pasando por tradiciones y convenciones asumidas por los cineastas.

Junto al filósofo Noël Carroll y en la estela de Ernst Gombrich y Rudolf Armheim, Bordwell interpretaba las películas según dos ejes fundamentales, la estructura de la película y su recepción cognitiva por parte del espectador. Su lema podría ser Sencillez, claridad, equilibrio. En sus estudios tenía en cuenta desde el arte, a la cultura y la biología implicadas en el acto de ver, mirar, sentir y comprender una película. Por poner un ejemplo sencillo, ¿qué pasa por su mente, estimado espectador cinematográfico, cuando ve un plano de un señor sonriendo y luego el de una bella mujer en bikini? ¿Y si en lugar de una señora en bikini ponemos un bebé o un Ferrari? El análisis bordwelliano se centra en hacer una ingeniería inversa de la película en un doble proceso cartesiano consistente en análisis y síntesis. A años luz, por tanto, de las elucubraciones ideológicas de Zizek que prescinde de facto de las películas para racionalizar con base en ellas su filosofía marxistoide.

yasujiro-ozu-libro.jpeg

Como en el caso de Deleuze, uno de los mejores atractivos de Bordwell es que uno vuelve a ver las películas a través de sus comentarios. La crítica y la exégesis cinematográfica forma parta de un cine extendido más allá de las pantallas cinematográficas y televisivas porque las secuencias toman vida de alguna forma, fantasmal si se quiere, en las páginas que les sirven de proyección. Las imágenes resucitan transfiguradas en forma de imágenes mentales o de capturas fotográficas en páginas en papel y digitales. Esto ocurre especialmente en sus libros sobre cineastas concretos, de Carl Theodor Dreyer a Yasujiro Ozu y Kenji Mizoguchi pasando por Eisenstein.

Damien Chazelle, guionista y director ganador de un Óscar (La La Land), lo ha definido certeramente como el André Bazin americano. Del francés era leyenda su bonhomía junto a su lucidez, algo que se repetía en su colega norteamericano. El cine que no tiene fronteras ha perdido a uno de sus fareros, pero su luz, la de las pantallas y de sus páginas, nunca se apagará.

En Cultura

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal