Manuel Vilas (Barbastro, 1962) ha publicado América (Círculo de Tiza, 2017), una obra sui generis, sin más pedigrí –¿acaso esto no sería lo ideal?– que el de la firma de su autor. Es y no es un libro de viajes, de memorias, un ensayo comparativo de países, culturas y mitologías y, a fogonazos, un poemario camuflado –cuando no declarado: he ahí el epílogo–. El escritor cambió España por EEUU para "descansar de todos los países, de todas las naciones" –vive a caballo entre Iowa City y Madrid–. En América muestra un inventario de personajes, ciudades, impresiones y reflexiones desde un punto de vista personalísimo, original, culto, irónico, compasivo y, qué narices, español.
LD conversa con el novelista y poeta en la cafetería del Hotel Iberostar Las Letras, ubicado en la Gran Vía madrileña. En una de sus estanterías, hay un libro titulado Olor a hombre y a tomillo. Detrás de nosotros, un grupo de empresarios discute en inglés. Uno, alzando la voz, dice: "I am the boss". Comienzo la entrevista saltándome el guion:
P: Lo último que leí antes de encontrarme con usted es que EEUU obligó a una ciudadana canadiense musulmana a volver a Canadá, desde la frontera, por tener vídeos en árabe en su teléfono móvil. Los vídeos eran de rezos.
R: EEUU reconoce la libertad religiosa. Eso que acabas de decirme atenta contra la Constitución americana. (Piensa) La forma de luchar contra el yihadismo, desde luego, no es la de Trump. La de Trump va a incrementar el yihadismo. Dos y dos son cuatro: es evidentísimo que eso no va a servir para nada. Es una torpeza mayúscula y populista: a la gente le va a encantar… hasta que descubra que el yihadismo se les ha incrementado. Contra el yihadismo hay que luchar de manera eficaz, y creo que la eficacia no va a salir bien parada. El yihadismo es una cosa espantosa y terrible. Lo que queremos es un antibiótico importante contra el yihadismo.
P: Y no echar gasolina.
R: Claro. ¿Y esta política de Trump va a servir para acabar con el yihadismo? ¿Ha hablado Trump con expertos internacionales y con verdaderos expertos en luchar contra el yihadismo y le han aconsejado que esta es la medida adecuada? ¿Ha servido de algo la invasión de Irak? Por favor, este es un tema trascendental, muy importante. Sobre todo, para la clase media occidental, que es la que acaba muriendo en atentados yihadistas.
P: Hace unos días, Rajoy se ofreció como interlocutor.
R: Y el otro no le hizo ni puto caso. Es bastante triste. No es cuestión de ser del PSOE o del PP: es que hay que hacer política de Estado. Europa tiene un enemigo. Lo que tiene que hacer toda la UE es decirle "no" a este hombre en los términos que él entiende. O sea, estamos en guerra. Lo que pasa es que la guerra del siglo XXI es distinta. No es una guerra de tanques, es una guerra nueva. Y EEUU y Reino Unido le han declarado la guerra a la UE. En unos términos blandos, líquidos, que se dirime en planos económicos y de reparto económico en el mundo. Gracias a Dios, no es una guerra de trincheras, sino de estrategias político-económicas. Y lo que le dijo Trump a Rajoy es: "Mira, Mariano: los españoles tienen que vivir peor que los norteamericanos".
P: Si me permite, voy a agarrarme al cuestionario que tenía preparado, porque luego retomaremos el tema político. Señor Vilas, ¿la Literatura está herida de muerte?
R: No, no lo creo. Sí pasa que, en estos momentos de la Historia, la literatura no es un arma para cambiar el mundo como lo era en el siglo XIX. También ha habido una confusión, cada vez más alarmante y lamentable, entre lo que es libro de consumo y la literatura. No tienen nada que ver.
P: Escribe que "todo el mundo piensa que el estado natural de los escritores es estar muertos".
R: Mi manera de ver el mundo es siempre muy afilada, al límite de la inteligencia y de todo. Tampoco sé muy bien cuál es el lugar de la literatura en estos momentos. No sé siquiera si puede ensanchar las conciencias de la gente. Por eso hago ese tipo de ironías.
P: ¿Cuál es el peor enemigo del escritor?
R: El hambre. El mismo que el de cualquier otro profesional. El escritor es un trabajador más en una cadena productiva de un país. Yo trabajo muchísimo, estoy todo el día trabajando. El principal enemigo de un escritor es el principal enemigo que pueda tener alguien que abre una tienda. Que su trabajo y su negocio se vaya al garete.
P: ¿Y cuál es el peor enemigo de Manuel Vilas?
R: (Piensa) Probablemente, yo mismo.
P: ¿Qué tipo de refugio le ha proporcionado EEUU como escritor?
R: Me proporcionó mucha tranquilidad para poder escribir. Vivo en el Midwest, que es un lugar donde ocurren pocas cosas y donde el tiempo cunde mucho. Me gusta muchísimo la manera de ser de los americanos del Midwest. El Midwest está lleno de cosas extremadamente llamativas, sobre todo, para un escritor. Me encuentro bien allí.
P: Uno de los pasajes en los que –creo– se le ve más disfrutar, perderse –en el mejor sentido del término–, es cuando cuenta que está en la Biblioteca de la Universidad de Iowa, leyendo la correspondencia de numerosos autores hispanohablantes –Sabato, García Márquez, Vargas Llosa...–. Ahí escribe que las bibliotecas de las universidades americanas son "legendarias entre los hispanistas", porque tienen dinero, "pero se lo podrían gastar en otra cosa".
R: Lo señalo como contradicción, sobre todo, ahora, que estamos viviendo el fenómeno de las políticas de Trump. Hay una contradicción en el mundo americano: por un lado, el discurso político de EEUU es el de la culpabilización de la inmigración mexicana; por otro, las universidades americanas custodian los mayores legados de la literatura en español, y las bibliotecas de esas universidades tienen los mayores fondos bibliográficos de literatura en español, y se invierte muchísimo en investigar en la cultura latinoamericana.
P: Mientras tanto, en España, Almodóvar saca una película en la que su protagonista es profesora de "literatura clásica", cuando jamás ha existido en la enseñanza secundaria tal asignatura.
R: El libro compara mucho España con EEUU. En un viaje que hice a Chicago, en el avión vi Julieta de Almodóvar. Me gusta Almodóvar, soy un fan, y esa película me gustó, pero me llamó la atención la desconexión de Almodóvar con la realidad social española. Literatura clásica no existe en el plan de estudios de España. La realidad social española no es la que aparece en su película.
P: "No es lo mismo ser Philip Roth que Francisco Umbral".
R: Los españoles tenemos un problema a la hora de mitificar nuestra cultura. Admiramos y nos tragamos todo lo que viene de EEUU como si fuera el santo advenimiento, y no somos capaces de valorar lo nuestro. No es lo mismo ser Philip Roth que Umbral. ¿Nos falta glamour, ese grado de crear mitologías solventes y contundentes? ¿Qué nos pasa? Algo nos pasa en ese terreno.
P: ¿A qué huele EEUU?
R: Yo tengo el olfato muy desarrollado. Me gusta oler las cosas. EEUU, sobre todo, los basement, huelen a humedad. Todos los países huelen a algo. Fijarse en el olor de las naciones está bien. Es algo muy literario.
P: Dice en un capítulo del libro que es en EEUU donde triunfó realmente el comunismo, y que lo de la URSS fue algo así como una chapuza.
R: Lo digo con ánimo de epatar. En mi prosa, las afirmaciones de ese calibre suelen ser siempre de carácter irónico y contienen, también, una duda o una pregunta. Es como si reflexionara o dudase con afirmaciones. Evidentemente, es una afirmación muy exagerada, pero algo de verdad sí encierra en tanto en cuanto en EEUU se produce una redención del proletariado, o la conversión del proletariado histórico en clase media, que era, en fin... donde mejor puede vivir el trabajador en estos momentos es en países occidentales. Deja de ser un trabajador y se convierte en un profesional de clase media. Eso tiene que ver con cómo Marx, en sus orígenes, quería plantear la lucha de clases. Donde ya no hay miseria es en los países occidentales, en los países democráticos. Donde se vive mal, en estos momentos, es en China. China es una potencia económica, pero la gente no vive bien en China. O Rusia, que es una potencia militar, pero la gente tampoco vive bien ahí.
P: Señala que la única cultura viva que hoy tiene anclaje en la sociedad es el pop.
R: La cultura viva, en el sentido de que llega a todo el mundo, es el pop. La literatura es más arqueología. Eso no significa que sea malo, que hayamos perdido la batalla. Simplemente, el pop va por delante: la música, el cine… Sobre todo, la música, que está más viva que la literatura.
P: ¿Es la del pop una cultura más efímera? Por ejemplo, cuando habla de la muerte de Bowie, escribe que el genial artista inglés, dentro de treinta años, "será nostalgia"; dentro de cuarenta, "historia antigua", y dentro de cien, "la nada".
R: Últimamente, en todo lo que escribo hay preocupaciones sobre cuál es el destino de las cosas, hablo mucho de la muerte y del paso del tiempo… La muerte de Bowie me hizo pensar en muchas cosas. Había una cosa en el pop que era la exaltación de la juventud. Nunca pensábamos que iba a llegar la vejez, la decrepitud y la muerte en los grandes del pop. El pacto que el pop establecía con el público era una exaltación de la juventud como un estado permanente de vida. Y, de repente, va David Bowie y se muere. Eso no estaba pactado.
P: Cuando visita la casa de Walt Whitman, un vagabundo le confunde con un chino y le dice que votará a Trump para que acabe con ellos. ¿La tropa está empezando a confesar que vota a favor de la catástrofe?
R: Hay un voto nihilista catastrófico que yo exploro en el libro que puede explicar mejor que cualquier otro análisis sociológico por qué se ha votado a Trump. Cuando en Camden me encontré con un vagabundo que estaba decidido a votar a Trump y que veía que los chinos eran la causa de sus males, entendí que eso era un presagio negro que se cernía sobre el mundo. Algo maligno está volviendo otra vez a las sociedades humanas. Creo que la última gran aparición del mal en las sociedades humanas fue el nazismo. Si el mal vuelve a gravitar sobre el mundo, no va a venir como ya vino. Vendrá de otra manera y no sabemos cómo vendrá, porque se camuflará de una manera totalmente distinta. Nadie en 1937 o 1938 pensaba que iba a pasar lo que pasó en la II Guerra Mundial. Veo presagios oscuros en el ambiente, pero soy optimista por naturaleza. La democracia es lo fundamental para luchar contra cualquier tipo de gravitación del mal. Cuanta más democracia haya en los países, más imposibilidad habrá para que las fuerzas oscuras del ser humano triunfen.
P: Cuando se refiere a Teresa de Ávila, escribe: "Una gran lucha contra el aburrimiento es su misticismo". Términos como "populismo" o "posverdad" y personajes como Trump en EEUU o Le Pen en Francia, ¿son variantes degeneradas de un misticismo que lucha contra el aburrimiento?
R: En alguna medida, sí. Trump y Le Pen no se pueden entender sin la megalomanía, y la megalomanía también procede del aburrimiento. Trump es un señor que llega a los setenta años y que quiere seguir teniendo una actividad frenética y seguir siendo el centro de las cosas, y qué mayor centro que ser presidente de EEUU. En estos momentos, Trump es el hombre más famoso del mundo. La ideología del capitalismo sólo reconoce el éxito y Trump tiene éxito. Es un éxito que está cuestionado por medio mundo, que tiene enfrente a medio mundo y con razón. A Le Pen le pasa lo mismo.
P: ¿Cómo un escritor español puede derrotar a un pueblo zombi?
R: (Piensa) Con la alegría de vivir y la inteligencia española. La inteligencia de este país tiene que ver con un pacto maravilloso y luminoso con la vida. Desde EEUU se ve con objetividad España. España es un país absolutamente maravilloso. No sé por qué no lo están sacando adelante los políticos que tenemos. La gente es maravillosa. Y es un gran país. Hay una gran dificultad política a la hora de sacar este país adelante. Eso, en EEUU, se ve de una manera objetiva. Por eso yo me cabreo tanto. Las luchas internas de los políticos españoles, etcétera, etcétera, son un insulto a la ciudadanía. La gente de este país es trabajadora, ilusionada… es muy buena gente. No se merece tener los políticos que tenemos. Yo abogaría por una gestora, porque el país es tremendamente válido. Esos enfrentamientos políticos entre unos y otros, cansinos, aburridísimos... y que detrás de ellos lo que hay es la falta de responsabilidad para sacar el país adelante. Nos tienen que poner en la vanguardia de la Historia. España debe ser un país de cultura, de investigación, donde la gente sea feliz y viva bien, y profundizar en la democracia, un país de libertades, de prosperidad y de progreso. Eso es lo que tienen que hacer: conducirnos al mayor progreso posible. Tenemos literatura, una historia maravillosa… También es verdad que hay españoles cenizos y retrógrados, pero yo pienso que este país debe convertirse en un gran país. Lo ha sido y debe volver a serlo. ¿Qué puede darle un español a EEUU? Algo que EEUU no tiene: alegría.
P: En el poema final, encontramos un canto maravilloso al castellano, una lengua "que es siete mil veces más grande / y más antigua / que la tuya". No es mala patria la del idioma nuestro, ¿no?
R: En el libro, siempre reivindico la individualidad frente a las naciones. Cualquier desamparo colectivo será inferior al mío. Por eso, también digo en la dedicatoria que, por muy grande que sea la desesperación de un continente o de un país, más grande será siempre la mía. Ese tipo de juegos literarios quiere decir una cosa: siempre estaré a favor del individuo frente a cualquier idea nacional. Este es el punto.
P: ¿Por quién rezamos hoy un "Walk on the Wild Side"?
R: (Risas) ¿Hoy? Por la fraternidad en el mundo, que está muy cuestionada. La idea de la fraternidad, que es un lema de la Revolución Francesa… Francia siempre suele acertar…
P: Pues como Le Pen sea un acierto…
R: (Risas) Ahora no. Históricamente, ha sido siempre un país de progreso. Ahora tienen momentos oscuros. Pero sí cabe rescatar un "Walk on the Wild Side" por la fraternidad. Hay que volver a esa idea: todos los países somos hermanos. No se puede ahondar en las diferencias ni violentar esas diferencias hasta llevarnos a territorios no deseables.