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Ruiz Blas y el increíble viaje americano, "entre Tarantino y Mortadelo", del Racing de Madrid

LD entrevista al periodista José Manuel Ruiz Blas, que acaba de publicar El último gol apache (Debate, 2023).

El Racing de Madrid fue, durante no pocos años, el principal rival del equipo que, en sus vitrinas, guarda catorce copas de Europa. Aquel club rojinegro de guerrilleros –deportivos, se entiende–, mal aparcado hoy en el desván de la desmemoria, ganó campeonatos regionales, fichó a las figuras de la época, construyó uno de los mejores estadios del país estando en Tercera y, para huir de la ruina, se inventó una gira por América aliñada con sublevaciones militares e insurrecciones violentas. El periodista José Manuel Ruiz Blas (Madrid, 1975) recupera la romántica, divertida y gafada historia de esta tropa en su primer libro, El último gol apache (Debate, 2023). LD le entrevista por ello.

P: Señor Ruiz Blas, que Valle-Inclán importara el fútbol a España, como recogió el diario Ahora en junio de 1934, es un bulo, ¿verdad?

R: Es parte del anecdotario apócrifo que acuñó Valle-Inclán. Me parece una escena a lo Monty Python. Él presumía de haber traído el fútbol a finales del XIX y de haber jugado en el Ateneo, pero el hecho no tiene visos de ser real. También se dijo que, pasado un tiempo, hubo una revancha con el conde de Romanones, en Aranjuez. Todo porque compartían mesa de tertulia en el Café Granja El Henar con el Racing de Madrid. Fue un café que atrajo a muchos literatos e intelectuales de la época, como Ortega.

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Entrevistado y entrevistador, durante la conversación | C.Jordá

P: Escribe que el fútbol casó bien con el discurso regeneracionista que encontró, en la gimnasia, otro medio para "regenerar la maltrecha raza ibérica".

R: El fútbol llega a Madrid a través de la Institución Libre de Enseñanza. Inglaterra había encontrado en el fútbol un embajador ideal de su estilo de vida. Algunos de los profesores de la ILE estudiaron en Cambridge y en Oxford y se trajeron un balón de fútbol. Causó furor. Empezaron a jugar con los alumnos, se iban a la pradera de san Isidro, y tal; en paralelo, había otra práctica, la gimnasia, que se relacionaba con la higiene, con el estado moral de los individuos, con combatir el embrutecimiento de la vida moderna. Son tendencias que van de la mano, pero distintas.

P: En este escenario, surge el Racing de Madrid.

R: La Gimnástica, entonces, había ganado el campeonato de la Región Centro. No existía el campeonato de Liga, sí la Copa. Los equipos se enfrentaban en campeonatos ligueros regionales. Y el de Madrid lo había ganado la Gimnástica. Se fue a Vigo a disputar un partido amistoso con suplentes y con gente reclutada de equipos de barrio, y los que van allí se dan cuenta de que tienen un nivel. A la vuelta, deciden constituirse como equipo y se lanzan a competir.

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El escritor y periodista ha publicado 'El último gol apache' | C.Jordá

P: Un Racing que fue el gran enemigo del Madrid.

R: Desde el principio. Se creó una rivalidad acérrima a partir del segundo partido que disputaron, que fue un amistoso muy poco amistoso: la crónica de ese partido muestra que hubo una violencia tremenda. Los equipos, en aquella época, tenían mucho carácter, mucha personalidad. El Madrid era señorial, la Gimnástica apostaba por la vigorexia y la actividad física, el Athletic Club de Madrid, que era una sucursal del de Bilbao, tenía algo de desarraigo, porque lo formaban estudiantes vascos que residían aquí. Frente a estos equipos, el Racing tenía un tirón populista, muy bohemio, muy castizo.

P: Estamos hablando de una época en la que, sobre todo, en América, era habitual invadir el campo para zurrar al árbitro o al rival.

R: Era algo que estaba a la orden del día. Incluso agredían a los de su propio equipo: porque no les había gustado cómo habían jugado, por el resultado… No, no era nada raro. Todo esto, a veces, estaba teñido de componentes chovinistas. Por ejemplo, el Racing lo padeció en México. En alguna crónica leemos que, cuando sonaba el grito de "mueran los gachupines", comenzaba la masacre (risas).

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Ruiz Blas, en un momento de la entrevista | C.Jordá

P: ¿Cómo pasa el Racing de ser el mejor equipo de la capital a convertirse en un fantasma?

R: El origen está en las guerras que mantuvo con el Madrid, sobre todo, en los despachos. El Racing tuvo un presidente que era un constructor catalán que trajo prosperidad, pero también las prácticas de profesionalismo encubierto, ya muy extendidas en Cataluña. A principios de los 20, el fútbol era algo amateur, estaba prohibido que los jugadores percibieran una remuneración. El Racing tenía a sus jugadores percibiendo un salario. ¿De qué manera? Estaban en nómina en las empresas del constructor, pero no pisaban nunca las oficinas. Esto estaba prohibido. Tampoco estaba claro hasta qué punto los equipos eran amateurs. Siempre había polémicas alrededor de si habían recibido un premio, de si las dietas de los viajes se consideraban una remuneración… Y los equipos siempre estaban a la gresca, unos acusaban a los otros. Entonces, el Racing gana el campeonato de la región de 1919, y el Madrid intriga en la federación para denunciar todo eso que se denomina "amateurismo marrón", o sea, falso amateurismo. El cronista Manuel Rosón, que firmaba como MR, era madridista. Los atléticos le llamaban "Madridista Rabioso" por sus siglas (risas). Y dijo que lo del Madrid era un poco paranoico, que llevó al paroxismo todo ese problema con el profesionalismo. El Racing fue sancionado, sus mejores jugadores no pudieron participar en los siguientes dos años, y ahí se inició el declive del equipo. Al año siguiente, el Madrid ganó ese campeonato en el último minuto y marcando un gol con la mano. El Racing agredió al árbitro, la afición se enfadó muchísimo y eso conllevó más sanciones todavía.

P: Para intentar sobrevivir, "el gordo burócrata del club", Cristino Lorenzo, y Paco Bru, el entrenador, diseñan una gira por América. Y pasan cosas.

R: A lo largo de los años 20, se va pronunciando ese declive y, a finales de la década, tienen la idea de construir un estadio magnífico en Vallecas, donde hoy está el del Rayo. Un estadio fastuoso, si no el mejor, de los mejores de España, ¡con el equipo en Tercera División! A la vez, diseñan una gira por América para conseguir fondos y sufragar el estadio. La gira ya había sido pensada en los años 10. Entonces era algo insólito, a nadie se le había ocurrido. No serán los primeros en hacerla, pero la llevaron a cabo. Y dando pie a toda una suerte de calamidades que están entre una película de Tarantino y un tebeo de Mortadelo y Filemón. Hay tragicomedia y épica. Y, sobre todo, tuvieron una malísima suerte.

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Ruiz Blas y Jesús F. Úbeda, durante la entrevista | C.Jordá

P: Antes mencionó al cronista Manuel Rosón. Otro periodista deportivo, Jacinto Miquelarena, es uno de los secundarios destacados en El último gol apache. Por lo que muestra, mucha simpatía no le tenía al Racing…

R: Miquelarena tenía muchísimo talento. Fue un pionero del periodismo deportivo en España. De hecho, es el primero que dirige un periódico deportivo en España, el Excelsior. Tenía mucha habilidad para la acotación humorística con elegancia. Participa en el fenómeno del entusiasmo del sport, de los deportes como una práctica cosmopolista, moderna, que se alejaba de lo castizo y de lo rancio. Pero pronto se desengaña con el fútbol, que despierta pasiones regionales, nacionalistas, muy vastas y groseras, y eso le disgusta personalmente. Con respecto al Racing, hizo unas glosas muy cómicas, muy despiadadas, pero, a la vez, muy elegantes. En general, veía el fútbol como una manifestación de pasiones muy desagradables. Él siempre alentaba contra los horteras, la choricería, el flamenquismo… esas cosas populares no le molaban mucho.

P: Otro personaje destacado de su libro es Paco Bru. Un tipo que, en el mundo del fútbol, lo fue todo.

R: Es otro olvidado del fútbol español y, efectivamente, lo fue todo: jugador del Barcelona, el primer seleccionador nacional, no con esa atribución, pero sí ejerciendo como tal en la mítica Olimpiada de Amberes… Entonces no existían los Mundiales, y allí España consiguió la medalla de plata mítica, forjando el mito del fútbol testicular español, de la furia, del "a mí el pelotón, Sabino, que los arrollo". Y fue el seleccionador de esa España. Tuvo una carrera dilatadísima. Fue también seleccionador de Perú, entrenó en Cuba, fue conferenciante, periodista, y es el hombre al que recurre el Racing para recuperar su prestigio. Un entrenador con una trayectoria muy solvente, muy ambicioso. Y con una trayectoria vital fascinante.

P: Vamos acabando, señor Ruiz Blas. Recoge unas declaraciones de Félix Pérez: "Los futbolistas ya no son personas: son juguetes de los clubs". Esto ha ido a más…

R: Sí. Hay muchos elementos visionarios alrededor del Racing. Junto al lado romántico de la aventura, ves que tuvieron muchas ideas pioneras: emprendieron una gira y, hoy, todos los equipos se van por el mundo para sacar pasta; construyeron un gran estadio para financiar el club con el billetaje; el profesionalismo, que implantaron a los seis años… Muchos jugadores del Racing estuvieron implicados en la eclosión del sindicalismo del fútbol. Félix Pérez fue uno de ellos. Él había jugado toda su vida en el Madrid, salió muy de muy mala manera, muy desengañado, él era muy sensible…

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Un momento de la entrevista | C.Jordá

P: Muy madrero…

R: Vivía con su madre. Pero de todo lo que él se quejaba es lo que ensombrece la figura del futbolista como mercancía, como objeto, aunque también se benefician de ello con unos salarios bastante estupendos.

P: Para finalizar, ¿qué resquicios, más que deportivos, sociológicos, quedan hoy de aquel fútbol primitivo?

R: Cada época tiene una añoranza del fútbol que ha dejado atrás. Félix Pérez echaba de menos el fútbol del pasado. Con Delibes, también lo ves. Hay una queja nostálgica del fútbol que se ha perdido. Ahora, por ejemplo, hay un revival del fútbol de los 90 cuando, en realidad, ese fútbol es el que prefigura el contemporáneo. ¿Qué queda de ese espíritu? Creo que queda poco. Todo el fútbol se ha ido homologando, todos los equipos se parecen. Al final, es un negocio y todos tienden a hacer lo mismo. Por ejemplo, los estadios se diseñan igual: pones la tele y no sabes qué estadio es. El fútbol ha ido perdiendo personalidad, y el Racing era un equipo con mucha personalidad, con mucho carácter.

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