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El Barça de Guardiola levanta su tercera Liga consecutiva

El punto logrado en el Ciudad de Valencia permite a los azulgrana conquistar el vigésimo primer título liguero de su historia.

El punto logrado en el Ciudad de Valencia permite a los azulgrana conquistar el vigésimo primer título liguero de su historia.

El Barcelona ha conseguido el punto que necesitaba para proclamarse matemáticamente campeón de Liga por vigésima primera vez en su historia –el tercer título de forma consecutiva, todos ellos con Pep Guardiola en el banquillo– al empatar contra el Levante (1-1).

Ha sido un partido extraño y apático en el estadio Ciudad de Valencia: los azulgrana empezaron dominando y se pusieron por delante en el marcador con un golazo de Seydou Keita, al rematar de cabeza un gran pase en largo de Xavi, pero los levantinistas no perdieron la fe y fueron a por el empate, que lograron al borde del descanso por medio de Felipe Caicedo, al aprovechar un error garrafal de Piqué en defensa.

Leo Messi y Afellay fueron los únicos jugadores del Barça que creyeron en la victoria en la segunda mitad. El argentino fue un auténtico torbellino y gozó de una buena oportunidad para haber puesto el 1-2: después de marcharse de tres rivales acabó estrellando el balón en el palo.Ya en la recta final protagonizó otra ocasión, aunque su disparo se marchó desviado.

Los últimos veinte minutos fueron los llamados de la "basura". Tanto Guardiola como el técnico levantinista, Luis García, parecieron firmar un pacto de no agresión para amarrar ambos un punto que les convenía a sus intereses: mientras los barcelonistas dejaban la Liga vista para sentencia, los granotas daban un paso de gigante hacia la permanencia tras haber firmado una gran temporada.

Inicio dubitativo

Como decía Guardiola a la conclusión del partido en Valencia, esta Liga le "ha costado mucho" al Barcelona. Y es que el campeonato no comenzó muy bien para los azulgrana, que en sus tres primeros partidos en el Camp Nou ya se habían dejado cinco puntos al perder contra el recién ascendido Hércules (0-2) y empatar frente al Mallorca (1-1). El Mundial conquistado por la selección española parecía pesarle mucho a varios jugadores como David Villa, Xavi, Iniesta, Busquets... De hecho, el asturiano, que recalaba en la entidad culé para sustituir a Ibrahimovic, no terminaba ni de cuajar ni de marcar goles.

Pero todo quedó en un espejismo y el Barça empezó a imprimir una marcha más. El punto de inflexión fue la gran segunda parte que realizó en el partido de la séptima jornada contra el Valencia, al que acabó remontando (2-1) para iniciar una resurrección espectacular. Después de meterle cinco al Sevilla (5-0), los barcelonistas iban arrasando en todos sus partidos antes de llegar al primer clásico de la temporada contra el Real Madrid el 29 de noviembre. Espectacular fue la goleada conseguida en el estadio Juegos Mediterráneos contra el Almería (0-8), la mayor a domicilio esta temporada.

Manita al Madrid

Fue justo en la jornada anterior al Barça-Madrid, donde los azulgrana le endosaron una manita a los blancos en un partido marcado por el regreso de José Mourinho al Camp Nou después de clasificar al Inter de Milán para la final de la Champions, seis meses atrás, en un encuentro marcado por los aspersores. Doble golpe de efecto del conjunto de Guardiola, que además le robaba el liderato de la Liga al eterno rival.

Los azulgrana aplicaban el rodillo ante todos los rivales, a los que goleaban sin piedad: Osasuna (0-3), Real Sociedad (5-0), Espanyol (1-5), Deportivo (0-4) y Málaga (1-4). El Barça finalizó la primera vuelta con un registro espectacular de 52 puntos de 57 posibles -y cuatro de ventaja sobre el Real Madrid- y un balance de 61 goles a favor por sólo once en contra.

Bajón físico

El Barça comenzó la segunda vuelta goleando por 3-0 a Racing, Hércules y Atlético de Madrid. Pero ahí empezó una caída en el juego de los barcelonistas, que a partir de entonces comenzaban a sufrir más de la cuenta para sacar adelante sus partidos. Así se pudo comprobar en el empate (1-1) en Gijón o en las victorias por la mínima frente al Athletic de Bilbao (2-1) y el Valencia (0-1). Los meses de enero y febrero, en los que los azulgrana tuvieron que hacer frente a otros seis partidos más de Copa del Rey, pesaban como una losa y los jugadores ya no tenían la frescura de antaño.

El mes de marzo tampoco fue especialmente brillante para el Barça, que ganaba con lo justo a sus rivales (Zaragoza, Getafe y Villarreal). Era la recta final antes del rally de cuatro clásicos contra el Real Madrid, entre el duelo liguero en el Bernabéu, la final de la Copa del Rey y el doble enfrentamiento en semifinales de la Liga de Campeones.

Eso sí, los azulgrana también se aprovechaban de los pinchazos que iba acumulando el equipo de Mourinho (empates en Almería y Riazor y derrotas contra Osasuna y Sporting) para aumentar su ventaja en la Liga. El título ya asomaba en el horizonte.

Maratón de clásicos

El primero de los cuatro clásicos entre madridistas y azulgrana, el pasado 16 de abril, se resolvió con empate a un gol. Fue el aperitivo a la final de la Copa del Rey que los dos mismos contendientes disputaron en Mestalla, con gol de Cristiano Ronaldo en la prórroga. Pero los culés se tomaron la venganza en los dos duelos posteriores, los de semifinales de la Champions, al ganar primero en el Bernabéu (0-2) y empatar a uno en la vuelta en el Camp Nou, sellando así su pase a la final del próximo 28 de mayo en Wembley contra el Manchester United, verdugo en 'semis' del Schalke 04 de Raúl.

Después del empate liguero en el Bernabéu, en otro partido no exento de polémica, el Barça sacó adelante sus duelos contra Osasuna (2-0) y Espanyol (2-0) -derrota en Anoeta entre medias (2-1)- para dejarse la Liga a tiro de piedra. Un título que ha logrado este mismo miércoles con el empate sumado en el campo del Levante.

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