Menú

Invisibles

Cristiano Ronaldo y Varane, en un partido con el Manchester United.
Cristiano Ronaldo y Varane, en un partido con el Manchester United. | Cordon Press

Como todo lo que es imposible, la invisibilidad siempre nos ha llamado la atención y mucho más desde que H.G. Wells la popularizara con su novela de 1897 publicada originalmente por entregas. El hombre invisible pasó luego al cine y se convirtió en una película maravillosa de James Whale de 1933, otra interesante de Paul Verhoeven de 2000 y una malísima de hace un par de años y que descuadra la idea original del autor. Queen grabó incluso una canción con ese nombre, El hombre invisible, y su personaje aparece también en la novela gráfica de Alan Moore La Liga de los hombres extraordinarios, que acabaría en la gran pantalla. En 1913 el escritor ruso Yakov Isidorovich Perelmán señaló que, desde un punto de vista estrictamente científico, un hombre vuelto invisible con el método sugerido por Wells en su novela habría sido ciego, ya que el ojo humano funciona absorbiendo la luz entrante, no dejándola pasar del todo. En fin, teorías para todos los gustos y para todos los colores.

El último hombre invisible es, para Le Parisien, un futbolista español del PSG, el ex capitán del Real Madrid Sergio Ramos. Es, en realidad, la continuación de un sketch de la televisión francesa en el que le acusaron de ser un fantasma que se iba apareciendo a todo el mundo por las noches en las instalaciones del club francés. El ex futbolista del equipo parisino Alain Roche, que tuvo que dejar el deporte antes de tiempo por problemas físicos, dijo en Canal Plus que la temporada de Sergio había acabado y sugirió que quizás también había finalizado su carrera profesional. Le Parisien es un diario muy cercano al club, casi, casi su prolongación editorial fuera de los terrenos de juego, de modo que estos misiles tierra aire dirigidos contra el camero no hacen más que evidenciar la enorme frustración que sienten en el PSG por haber pagado por un futbolista que se encuentra en el ocaso profesional lo que, por ejemplo, le costó Alaba al Madrid. Las críticas hacia Sergio bordean el mal gusto pero certifican una realidad y es que Ramos está más próximo a colgar las botas que a atárselas de nuevo y que los amantes del buen fútbol ya hemos disfrutado de su mejor versión. Nosotros nos quedamos con eso pero ellos se sienten engañados porque quieren ver al Ramos de hace cinco años y ése simplemente ya no existe y el actual es, a sus ojos, invisible.

Como Cristiano. Sí, sí, como Cristiano. Ayer Cristiano pasó sin pena ni gloria por el Metropolitano, invisible. De Madrid pasó a Turín descendiendo tres escalones y de Turín pasó a Manchester bajando otros tres y esos seis escalones de bajada con respecto al cielo madridista han convertido a Cristiano, mal que nos pese a sus admiradores, en un futbolista invisible y, en cierto sentido, irrelevante. Como Raphael Varane, una apuesta personal de Zidane, criado y creado futbolísticamente en el Real Madrid y perdido ahora en la nebulosa de una ciudad más triste que la mía, en la que seguramente se come mucho peor, con poco sol y en un club prestigiosísimo pero con un equipo que aparece cuarto clasificado en la Premier League. Ayer, ante el Atleti, persiguió sombras como Cristiano y, como él, invisible.

Los tres, Sergio, Cristiano y Varane, aunque éste último en menor medida, contribuyeron en su cenit a hacer más grande al Real Madrid y, ya veteranos, los tres optaron por irse y, no nos engañemos, lo hicieron por dinero y, al menos en los dos primeros casos, porque llegó un momento de profunda confusión en el que probablemente se creyeron más grandes que el club cuando no lo eran. Hoy, a ojos del fútbol mundial, Sergio, Cristiano y Varane son tres jugadores invisibles y lo siento, me duele en el alma porque estoy seguro de que si no se hubieran ido hoy seguirían siendo referencia mundial. Ojo, no los critico, cada cual toma sus decisiones y uno puede optar entre ganar cinco en el mejor club deportivo de la historia o siete en uno menor. Como madridista les estoy agradecido pero lo que hago es valorar al cub por encima del futbolista. Si Mbappé, el mejor del planeta, acaba de volver a descartar una de esas ofertas irrechazables del PSG es porque él quiere jugar en el Real Madrid, ese es el poder del club blanco. Kylian, que a fe mía que tiene un papel protagonista, sí está sin embargo borroso, difuminado como están borrosos Messi o Neymar. Mbappé quiere que le vean, quiere lucir, quiere las luces de neón, no quiere ser invisible. No critico al jugador, elogio al Real Madrid, alabo al club que te convierte en invisible si te vas y en visible si te quedas. Gran poder, gran responsabilidad.

Temas

Herramientas

0
comentarios