Diego Costa salió por la puerta de atrás del Atlético de Madrid. El delantero de Lagarto firmó su rescisión de contrato en el pasado mercado de invierno. Incómodo tras perder peso en el equipo rojiblanco, lo mejor para ambas partes era poner punto y final a una relación que comenzó en el curso 06/07 cuando el Atlético lo fichó del Sporting de Braga. Tras estar cedido en el propio Braga, en el Celta, Albacete, Real Valladolid y Rayo Vallecano, Costa formó parte del plantel rojiblanco en la temporada 12/13. Tras tirar la puerta abajo, en el verano de 2014 fichaba por el Chelsea.
Costa, petición expresa de Simeone, volvió al Atlético en el mercado invernal de 2018 a cambio de 60 millones de euros —por entonces se convirtió en el fichaje más caro en la historia del Atlético—. Su segunda etapa en el conjunto rojiblanco no fue nada fructífera y terminó con la rescisión de contrato producida este pasado mes de enero.
Tras dejar el Atlético, Costa necesitaba encontrarse a sí mismo. Volvió a su Brasil natal para pensar sobre su futuro. A sus 32 años, Costa no tiene equipo. El delantero de Lagarto ha vuelto a Madrid para ponerse a tope de cara a tener su revalida particular la próxima temporada.
Costa está entrenando junto a un luchador de MMA para volver lo mejor posible. Necesita encontrar su mejor forma física ya que muchos clubes están pendientes de su estado de forma para ponerle un contrato encima de la mesa la próxima temporada. Uno de los más interesados es el Benfica. Costa se sube a la jaula para que pronto se pueda ver a la pantera rugir con fuerza.