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El fin de la negociación colectiva, clave para acabar con el poder de las grandes centrales

El diálogo en la cuestión que más rigidez impone sobre el mercado laboral español entra en su semana clave.

La negociación colectiva española podría tener los días contados... o no. Esta semana debería cerrarse el acuerdo entre sindicatos y patronal, con tiempo suficiente como para que el Gobierno lleve a Bruselas un borrador presentable para cuando se fijen las condiciones del Pacto del Euro. Con este acuerdo, Alemania quiere que los miembros de la eurozona acerquen sus posturas en campos como la edad de jubilación, la productividad, los costes salariales o la fijación por ley de un nivel máximo de déficit público.

En España, quizás, la cuestión de la negociación colectiva sea la que levante más ampollas. Aunque las reformas de las pensiones o del mercado laboral se han quedado en mucho menos de lo anunciado en un principio, al menos suponen un avance respecto a lo que había e implican una cierta (aunque pequeña) liberalización. Sin embargo, en la negociación colectiva los sindicatos se han mostrado inflexibles desde el principio. No obstante, es el asunto que más poder otorga a las grandes centrales. El problema es que los expertos también piensan que, por los mismos motivos, es la principal causa de rigidez del mercado laboral español.

Los mensajes

Desde hace semanas se repiten los mensajes sobre el éxito o fracaso de la negociación en curso. Sindicatos y patronal aseguran estar dispuestos a hacer concesiones, pero según se acerca la fecha límite el acuerdo parece más lejano. La semana pasada Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO, aseguró que preveía un pacto en un espacio de tiempo "razonable", aunque advertía que debía desaparecer "la presión externa". Además, también se anunciaba que el supuesto acuerdo incluiría una "reivindicación" del actual modelo, tanto en lo que hace referencia a la indexación con la inflación como al elemento de la productividad y las cláusulas de revisión.

Sin embargo, este lunes el secretario general de la CEOE, José María Lacasa, aseguró que la reunión entre la patronal y los sindicatos será "clave para decidir si hay o no masa crítica de acuerdo" para la reforma de la negociación colectiva, al tiempo que advirtió de que las posturas siguen estando "muy alejadas".

"Vamos a hacer balance de lo hablado durante casi dos meses para ver si damos un paso adelante ambicioso o no", dijo Lacasa sobre el encuentro de este martes, al que asistirá el presidente de la patronal, Juan Rosell. Según aseguró, la voluntad de la patronal sigue siendo la de pactar la reforma negociación colectiva, pero hizo hincapié en que el acuerdo debe tener "contenido suficiente" para que sea firmado por la CEOE.

El gran tabú

UGT y CCOO se aferran a la negociación colectiva como a ningún otro aspecto de la legislación laboral. Es, junto al coste del despido, el gran tabú siempre que se acomete una reforma en este ámbito. La clave está en que es un instrumento que otorga a las centrales un poder mucho mayor del que les corresponde por su implantación. Al negociarse en términos nacionales, provinciales o sectoriales son las grandes agrupaciones sindicales las que detentan la representación de todos los trabajadores.

Eso es lo que se tiene que decidir ahora: si se mantienen los convenios que afectan a las empresas, los firmen éstas o no (sólo por pertenecer a un sector determinado); o si, por el contrario, será cada compañía la que fije las condiciones laborales en negociación directa con sus trabajadores.

Si el terreno de juego fuera la empresa, los sindicatos mayoritarios perderían parte de sus ventajas frente a grupos creados específicamente para negociar con la empresa. Además, también caería su influencia social, su presencia en los medios y su peso político. Es decir, caería la importancia de los llamados sindicatos de clase (las grandes centrales, especialmente CCOO y UGT) y aumentaría el de los sindicatos empresariales (que se forman por la unión entre trabajadores con intereses comunes).

En estos momentos, la consecuencia de la legislación vigente es que España está situada en el puesto 124 en el ranking de "flexibilidad en la determinación del salario", según el Foro Económico Mundial, por detrás de Venezuela y Libia.

Los números

Esta realidad se estrella frente a los números que demuestran que el actual mecanismo de negociación colectiva es un lastre para la economía española. Aunque en teoría defiende a los trabajadores, haciendo que los salarios suban con la inflación, en realidad, lo que provoca es una pérdida de competitividad en el conjunto de la economía. De esta manera, los que mantienen su empleo en un sector protegido se benefician ligeramente a costa de los cinco millones de parados y de las compañías obligadas a cerrar por no ser competitivas.

Según datos del Ministerio de Trabajo, en los convenios registrados hasta febrero de 2011, el aumento salarial medio pactado es del 3,12%. Pero esta media (elevada en un contexto de crisis profunda como la que vive España) sale del 1,94% acordado en los convenios de empresa y el 3,24% de los de ámbito superior (por sectores). Es decir, que cuanto más se baja en la negociación, más posibilidades hay de contención salarial.

Además, la negociación colectiva, tal y como está planteada ahora, no sólo tiene incidencia en los salarios sino que también acaba reflejándose en otras variables que luego se reflejan en la productividad de las empresas españolas. Como explican en este artículo los profesores José Ignacio Conde-Ruiz, Juan José Dolado y Florentino Felgueroso, nuestra economía también tiene un problema de incentivos.

De esta manera, "queda patente la bajísima proporción de trabajadores que perciben una remuneración en función de la productividad: sólo un 4%, frente a un 10% antes de la crisis". Es más, en 2008, "un 50% de los trabajadores cubiertos por convenios de empresa tenía alguna cláusula sobre incentivos ligados a productividad. En los convenios de ámbito superior, sólo un 20%" (ver gráfico).

Curiosamente, los autores de este documento advierten de que es posible con las normas vigentes conseguir una estructura de negociación positiva. En este sentido, destacan como ejemplo de buena práctica el Convenio de la Industria Química, que establece una estructura en tres niveles -convenio nacional, de empresa y pactos de aplicación en empresa-, que se une a la posibilidad de descuelgue salarial. Pero este modelo es una excepción y los tres profesores aseguran que su opinión es "pesimista": sin reformas "no habrá incentivos entre patronal y sindicatos para mejorar el modelo vigente de negociación colectiva".

El resultado en una imagen

Todo esto, tiene como resultado un mercado laboral con casi cinco millones de desempleados y una tasa de paro que dobla a la media europea. Además, la subida de los costes laborales ha provocado una pérdida de competitividad continua que hace más difícil para las empresas competir con sus rivales en el extranjero (y que también explica su tradicional déficit de balanza comercial). En la siguiente gráfica, puede verse la evolución de la competitividad en las principales economías europeas, partiendo de un nivel equivalente en 1998:

Gráfico: Evolución relativa de la competitividad en la Eurozona. (Índice: 1998 = 100). Las subidas representan pérdidas relativas de competitividad y las disminuciones aumentos de competitividad relativa. Fuente: European Commission.

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