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Papandréu: "Hay que elegir entre la catástrofe o el sacrificio"

Grecia ha cerrado un acuerdo con el FMI y la UE para poner en marcha un plan de austeridad que reduzca su déficit hasta el 3,6% en 2013. Con un discurso muy duro, el primer ministro heleno, Yorgos Papandréu, ha augurado que los griegos tendrán que elegir entre la catástrofe y el sacrificio.

El primer ministro heleno, Yorgos Papandréu, defendió hoy el plan de austeridad acordado con la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar la bancarrota, al afirmar que Grecia debe elegir entre "la catástrofe o el sacrificio".

"Los sacrificios de hoy son duros pero necesarios. Si no los hacemos Grecia irá a la bancarrota. Los sacrificios nos darán el tiempo necesario para aplicar los grandes cambios que necesitamos", subrayó el primer ministro en un consejo de Ministros extraordinario emitido en directo por televisión.

"Haré todo lo necesario para librar al país de la quiebra", afirmó con solemnidad Papandréu, quien recalcó: "Los griegos deben de elegir entre la catástrofe o el sacrificio".

Las medidas de ahorro tienen como "objetivo recuperar la credibilidad internacional", agregó el primer ministro, que reconoció que su país no está en condiciones de refinanciar sus necesidades de 60.000 millones de euros anuales en los mercados internacionales.

El mandatario heleno reconoció que "el pueblo griego afronta grandes sacrificios, pero la alternativa será peor", por lo que se comprometió a asumir "todas las medidas necesarias".

"Nos encontramos en una encrucijada histórica para salvar al país. La única línea roja de mi Gobierno es no permitir que el país caiga en la bancarrota", remarcó el líder griego.

Medidas "duras y dolorosas"

Papandréu definió las medidas cómo "duras y dolorosas", pero reiteró que se esforzaron en las negociaciones para que los sectores más desfavorecidos sean los menos afectados por el programa de austeridad.

"Una deuda pública de 300.00 millones no se puede financiar sin medidas duras, que significan enormes sacrificios para la gente, pero hemos hecho todo lo que hemos podido para proteger a los sectores más débiles de la sociedad", indicó sobre las medidas que exigió el FMI y la UE para sanear la economía helena.

Atenas negoció durante casi dos semanas un programa de consolidación fiscal trienal con el FMI, la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE), una condición previa para acceder a los fondos internacionales de hasta 135.000 millones de euros que salven al país de la bancarrota.

El primer año se pondrían a disposición de Atenas 45.000 millones de euros, de ellos 30.000 millones procedentes de préstamos bilaterales de los países de la zona del euro y 15.000 millones del FMI.

Para reducir el déficit, que en 2009 subió al 13,6% del Producto Interno Bruto (PIB), hasta el 3,6% en el año 2013, el Gobierno griego se compromete a recortar los sueldos de los funcionarios y detener las contrataciones públicas durante tres años.

Además, también se recortarán las pensiones, las de más de 600 euros mensuales pasarán de 14 pagas anuales a 12, según algunos aspectos del programa adelantados por los medios griegos.

También subirán los impuestos sobre alcohol, tabaco y gasolina un 10% y se incrementará el impuesto del IVA dos puntos, hasta el 23%, en la que es la segunda subida de este gravamen este año.

Sin embargo, el sector privado se salva de la congelación salarial que se había especulado que se impondría, mientras que los propios parlamentarios también pierden dos de sus mensualidades, según adelantó Papandréu.

Las medidas aún deben de recibir el visto bueno del Parlamento la semana que viene, probablemente el miércoles, algo que se considera un trámite porque el gubernamental Partido Socialista Panhelénico (Pasok) cuenta con mayoría absoluta.

La presentación de las medidas se produce horas antes de la reunión extraordinaria de los dieciséis ministros de Finanzas de la zona euro para valorar el plan de ajuste y la eventual activación de la ayuda financiera internacional prometida a cambio.

Esta es la primera vez en los once años de historia de la moneda única europea que uno de los miembros de la zona ha de ser salvado de la bancarrota por su incapacidad para refinanciar su deuda en los mercados internacionales.

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