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"Matadme porque sé que este Gobierno no va a ceder al chantaje"

Cayetano González relata en primera persona cómo fue la liberación de Ortega Lara desde Interior y cómo se ha gestionado la liberación de Bolinaga.

Cayetano González relata en primera persona cómo fue la liberación de Ortega Lara desde Interior y cómo se ha gestionado la liberación de Bolinaga.
Ortega Lara, tras su liberación | Archivo

11 horas del uno de julio de 1997. Hace cinco horas que la Guardia Civil en una brillante operación ha liberado al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara después de permanecer 532 días, con sus noches, secuestrado, es decir, privado de libertad, en un inmundo agujero preparado por el comando de ETA que le secuestró el 17 de enero de 1996 en el garaje de su casa de Burgos.

El "zulo" donde escondieron a Ortega Lara estaba construido en una nave industrial situada a las afueras de la localidad guipuzcoana de Mondragón y a uno de sus secuestradores/torturadores, Josu Uribecheberría Bolinaga, la Audiencia Nacional acaba de concederle la libertad condicional debido a un cáncer terminal que padece, tras un proceso que tuvo en su inicio una decisión política del actual Ministerio del Interior, al concederle el tercer grado penitenciario al etarra, cuando la ley no le obliga a ello.

En el despacho del jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Inchaurrondo, Ortega Lara, o lo que quedaba de él tras el cautiverio sufrido, estaba sentado en un sofá junto a su esposa Domitila. Su aspecto era desolador: la mirada perdida, demacrado, con un hilillo de voz, pero contento, muy contento por haber recuperado la libertad y poder volver a estar junto a los suyos después de una separación forzosa de año y medio. Iba vestido con un chandall color fucsia y calzaba unas deportivas nuevas que le habían dado en Inchaurrondo.

Emoción difícil de olvidar

Al despacho que ocupa el Teniente Coronel Laguna acabábamos de llegar las personas del Ministerio del Interior que nos habíamos trasladado a San Sebastian en un avión de las Fuerzas Aéreas que había despegado desde la base de Torrejón y aterrizado en el aeropuerto de Fuenterrabía. Estaban presentes, el Ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja; el Secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí Fluxá; el Director General de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste; el Jefe de Gabinete del Ministro, Gustavo de Arístegui y quien esto suscribe.

El momento fue de una intensidad y de una emoción difícil de olvidar. Ortega Lara había sido secuestrado en enero de 1996, por lo tanto gobernando el PSOE, y cuando en mayo de ese año, Mayor Oreja fue nombrado ministro del Interior por Aznar, una, por no decir que la prioridad principal del ministro y de las Fuerzas de Seguridad del Estado a sus órdenes era conseguir la liberación del funcionario de prisiones. Por medio quedaban bastantes reuniones del ministro y del Secretario de Estado con la esposa de Ortega Lara, Domitila, que con la lógica de una mujer que estaba pasando por ese padecimiento le animaba al Ministro a que atendiera la exigencia de ETA para liberar a su marido, aunque de una forma peculiar: "Ministro, usted acerque a todos los presos etarras a las cárceles del País Vasco; sueltan a mi marido, y después usted los devuelve a las prisiones donde estaban". Un planteamiento perfectamente entendible desde un punto de vista humano, pero imposible de llevar a la práctica desde un punto de vista político.

"No perdáis el tiempo y matadme ya"

Pero volvamos al despacho del Jefe de la Comandancia de Inchaurrondo. Después de los abrazos llenos de emoción y cariño, Ortega Lara, con un hilillo de voz, dadas las pocas energías que tenía, le dijo a Jaime Mayor Oreja: "Ministro, ya se lo decía a mis secuestradores: no perdáis el tiempo y matadme ya, porque estoy seguro que este Gobierno no va a ceder a vuestro chantaje". Ortega Lara era militante del PP –partido del que se dio de baja en mayo del 2008, al día siguiente de la dimisión de María San Gil como presidenta del PP del País Vasco- y tuvo la suficiente intuición desde el "agujero" inmundo en el que estaba para saber que el Gobierno de Aznar no iba a ceder al chantaje de ETA.

Recordad estas palabras de Ortega Lara en el día en que la Audiencia Nacional ha tomado la decisión de dejar en libertad condicional a uno de sus cuatro secuestradores, no requieren comentario adicional alguno. Pero si lo requiere el hecho de que la decisión judicial haya estado forzada y obligada en su inicio por una decisión estrictamente política de otro Gobierno del PP, presidido por Mariano Rajoy, a través del Ministerio del Interior del que es titular un incompetente Jorge Fernández Díaz, que a buen seguro podrá dormir tranquilo, sin temor a haber prevaricado, tras conocer la decisión de la Audiencia Nacional.

¿Cuánto sufriría Ortega Lara?

En su entrevista del pasado lunes en TVE, Mariano Rajoy –que formaba parte de aquel Gobierno de Aznar- empleó por dos veces el argumento de que el secuestrador/torturador de Ortega Lara pesaba 47 kilos y llevaba 50 días en el Hospital, en un intento de mover a la conmiseración a los ciudadanos y de intentar tranquilizar a sus votantes, que de forma mayoritaria, no entienden, asisten atónitos a la política antiterrorista que está llevando a cabo el actual Gobierno del PP y que no es otra que una continuación de la "hoja de ruta" heredera del ejecutivo de Zapatero y de los compromisos que este contrajo con la banda terrorista ETA. Por si alguien no se había enterado, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo dejó muy clarito el pasado domingo en el Comité Federal del PSOE: "la política antiterrorista está pactada con el Gobierno".

¡Lástima que Rajoy no hubiera estado ese 1 de julio de hace quince años en el despacho de Inchaurrondo! No sé cuánto pesaba aquel día Ortega Lara. Lo que sí sé es que su imagen de aquel día no se me borrará nunca, no solamente de la mente, sino sobre todo del corazón. Como tampoco se me borrará la visita que a primera hora de la tarde de aquel día pude hacer al "zulo" donde había estado Ortega Lara. Solamente estuve diez minutos dentro y recuerdo que empecé a sentirme angustiado, me faltaba el oxígeno, el aire del exterior. ¿Cuánto sufriría Ortega Lara en aquel lugar inmundo, en el que estuvo no diez minutos, sino un total de 766.080 minutos?

¿Se merecen los ciudadanos españoles que sufrieron, se entristecieron durante el cautiverio de Ortega Lara y que luego se alegraron y lloraron de emoción con su liberación, asistir ahora a esta ignominia auspiciada por un Gobierno del PP, administrador y continuador de lo que hizo Zapatero en la política antiterrorista?

Tengo por Ortega Lara, como por todas las víctimas del terrorismo, un afecto, un cariño muy especial. En estos años transcurridos desde su liberación he tenido la oportunidad de estar con él en diversas ocasiones. En todas, absolutamente en todas, he tenido que reprimir ese punto de emoción al recordar lo vivido en aquellas horas posteriores a su vuelta a la libertad. Por lo tanto, hoy, desde la mas profunda tristeza por lo que ha sucedido con uno de sus secuestradores/torturadores quiero acabar estas líneas mandándole a José Antonio Ortega Lara un fortísimo abrazo, diciéndole además que su sacrificio, al igual que el del resto de víctimas del terrorismo, no será nunca en vano, a pesar de que en ocasiones como esta un Gobierno se comporte de forma indigna con lo que supone la Memoria, la Dignidad y la Justicia de las víctimas del terrorismo

 

* Cayetano González. Periodista, es colaborador habitual de los programa de Es la Mañana de Federico y Es la noche de César en esRadio. Fue director de Comunicación del Ministerio del Interior de mayo de 1996 a febrero de 2001.

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