El separatismo afronta en medio de una fuerte división la cita del presidente de la Generalidad, Quim Torra, con el del Gobierno, Pedro Sánchez. El ejecutivo de la Generalidad son dos gobiernos. Por un lado, el presidido por Torra con la supervisión de Puigdemont y las correcciones de Elsa Artadi. Por otro, el que manejan el vicepresidente Pere Aragonés y los consejeros de ERC tutelados por el presidente de la formación, Oriol Junqueras, desde la cárcel de Estremera. El "president" Torra ya ha regresado de Washington. Ha reaparecido en un concurso de ratafía artesanal, el licor de hierbas catalán.
La conferencia "nacional" de ERC celebrada este fin de semana ha agudizado el enfrentamiento entre los republicanos y la amalgama de facciones en torno a Puigdemont, el PDeCAT y Torra, en su caso en mucha menor medida. Junqueras ha atribuido a su partido todo el mérito en la organización del referéndum del 1 de octubre del pasado año y carga contra el "ruido" de Torra, contra el "nacionalismo excluyente" del presidente de la Generalidad, contra el frentismo de Puigdemont y los aspavientos simbólicos protagonizados en Washington.
Junqueras exhibe desde la celda su amargura por las "insidias" sobre su figura y su partido, las acusaciones de "autonomistas". Se les atribuye por parte del grupo de Puigdemont y de la CUP colaboracionismo con la antigua y con la nueva "operación diálogo", se les reprocha estar dispuestos a la negociación sobre las brasas del referéndum.
Para contrarrestar esa ofensiva, que provocó que quedaran por detrás de la candidatura del expresidente fugado en las pasadas elecciones del 21 de diciembre, ERC ha elaborado una ponencia política titulada "Ahora, república catalana". Han sido los "unilateralistas", mayoría entre las bases, quienes han forzado la opción "rumbo de colisión". La dirección, en cambio, acentúa el "multilateralismo", la necesidad de un "camino ancho", "ampliar la base" y la negociación con "Madrid". Se prioriza lo segundo y no se descarta lo primero, que es todo lo contrario que proponen Puigdemont y Torra, partidarios de reventar la situación que prefigura la oferta de diálogo del Gobierno del PSOE.
Balones a la olla de JxCat
La estrategia del grupo "Junts per Catalunya" (JxCat), el de Puigdemont, son balones a la olla. Se ha unido el "moderado" PDeCAT, que reivindica su participación en el 1-O e intenta mostrar músculo independentista a pesar del malestar que provocan las ridículas deambulaciones de Torra. La última aparición pública del "president" ha sido en el festival de la ratafía, el licor de hierbas a la catalana, de Santa Coloma de Farners, localidad de la provincia de Gerona. En la cuenta de Twitter de Torra hay un vídeo de la presentación de la ratafía artesanal de su familia. Aparece el presidente de la Generalidad agarrado a una garrafa de alcohol y pronunciado un discurso etnicista sobre la elaboración del fluido.
"Cuidar el país, vetllar pel paisatge i les seves tradicions ens fa més forts com a país. La ratafia ens uneix, ens diverteix i és part de nosaltres mateixos" @QuimTorraiPla pic.twitter.com/hXrwl6Mtqy
— Confraria Ratafia (@Conf_Ratafia) June 30, 2018
ERC: Torra no da la talla
ERC considera que Torra no da el nivel para presidir la Generalidad, que resta adeptos al no disimular una de las caras impresentables del nacionalismo. Y censura que el fugado Puigdemont, desde las comodidades del "exilio", arengue a dar la cara. Y aún más que lo haga Torra, que explota el voto de los nacionalistas catalanes en la moción de censura para crear un clima irrespirable de cara a la reunión con Sánchez.
La facción en torno a Puigdemont especula con una "ventana de oportunidad" para repetir el 1 de octubre, un nuevo desafío al Estado sin demasiados circunloquios. ERC prefiere intentar dar un paso más porque prefiere afianzar la posición ganada el 1-O.