
El adiós a la política de Elsa Artadi certifica la hegemonía de ERC en la guerra separatista del postproceso. "Iros a la mierda", clamaba Carles Puigdemont en Twitter. En teoría no se refería al anuncio de quien fuera su mano derecha en los momentos de mayor zozobra tras el fallido golpe de Estado, sino al caso Pegasus, según la interpretación general. Sin embargo, hay quien atribuye el mensaje de Puigdemont a los estragos emocionales de la capitulación de Junts per Catalunya (JxCat). La nueva Convergencia es la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), no los restos de la vieja Convergencia de Pujol más los amigos del prófugo y los independentistas sin partido que se habían agrupado bajo el paraguas de la Generalidad en el "exilio".
Elsa Artadi y Pere Aragonès, el segundo de Oriol Junqueras en ERC y presidente de la Generalidad, fueron los dos altos cargos de mayor rango que recibieron en noviembre de 2017 al entonces secretario de Estado de Administraciones Territoriales, Roberto Bermúdez de Castro a las puertas del Palau de la Generalidad tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución por el golpe independentista. Según Bermúdez de Castro, ambos fueron leales colaboradores del Estado y facilitaron cuantas gestiones y actuaciones del Gobierno de España fueron necesarias en la breve intervención de la administración autonómica hasta la convocatoria de elecciones autonómicas.
Si es cierto que Aragonès y Artadi colaboraron con el Reino de España como probos servidores del Estado, el independentismo no se lo tuvo en cuenta. Más bien todo lo contrario. Artadi se erigió en la segunda de Carles Puigdemont, y Aragonès, en el segundo de Junqueras. Sin embargo, la carrera política de Elsa Artadi fue de más a menos a un ritmo casi vertiginoso. Sonó para presidenta de la Generalidad tras las elecciones convocadas al amparo del 155, pero la CUP impuso el nombre de Quim Torra, independiente en la candidatura de Puigdemont. Ejerció de portavoz del partido y se volcó en la oposición a Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona. Tras las elecciones autonómicas del 14 de febrero de 2020, fue designada jefa de la delegación de JxCat en el equipo del partido para negociar la formación de gobierno con ERC, pero Jordi Sànchez, a la sazón secretario general de JxCat, llegó a un acuerdo con los republicanos a sus espaldas. Se le ofreció el puesto de vicepresidenta de Aragonès, pero, despechada, lo rechazó.
Ni palabra del espionaje
Ahora ha dado un paso más, el definitivo. En plena campaña independentista por la intervención con el programa espía Pegasus de los móviles de una veintena de independentistas, Aragonès y Puigdemont entre ellos, Artadi anuncia que deja la política, el acta de concejal en Barcelona y de diputada en el Parlament. Y todo ello a pesar de que en febrero fue la primera política en anunciar que concurriría a las elecciones municipales en Barcelona. En su despedida, lágrimas y ni una palabra en relación al caso de espionaje.
La renuncia de Jordi Sànchez a optar a la reelección como secretario general de JxCat causó sorpresa hasta que trascendió que dejaba ese cargo para ocupar otro remunerado en calidad de director del think tank del partido. Tras Sànchez fue el mismo Puigdemont quien declaró que tampoco optaba a la reelección como presidente de la formación. A modo de remate, Elsa Artadi, la primera mujer de la que se especuló como primera presidenta de la Generalidad, deja la política cuatro semanas antes del primer congreso de su partido en Argelers (Francia), fechado para el 4 de junio.
Al tiempo, Puigdemont agita el espionaje a los independentistas mientras ERC trata de salvar los lazos con el Gobierno de Pedro Sánchez. En el Círculo de Economía ovacionan a Aragonès como el nuevo Pujol, encarnación de la vieja Convergencia. Las encuestas persisten en otorgar a ERC el primer puesto tanto en el caso de elecciones generales como de autonómicas. ERC es el partido hegemónico tras el golpe de Estado. Artadi se va entre lágrimas. Se intuía desde que renunció a ser la vicepresidenta de la Generalidad de Aragonès.



