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¿Cómo se elige la Mesa del Congreso y qué puede ocurrir el 17 de agosto?

El resultado electoral del 23-J augura una elección de los miembros de la Mesa mucho más ajustada que la de 2019.

El resultado electoral del 23-J augura una elección de los miembros de la Mesa mucho más ajustada que la de 2019.
El presidente Sánchez habla con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet (foto de archivo). | Europa Press

Estamos a unos días de la constitución de las Cortes Generales, que tendrá lugar el jueves 17 de agosto, y del primer hito importante de la legislatura: la constitución de la Mesa del Congreso con la elección de su presidente, sus cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios.

El PSOE sigue dando por hecho que la Presidencia del Congreso, tercera autoridad del Estado, recaerá en alguien de su cuerda o del partido. Se especula con Félix Bolaños tras la renuncia de Meritxell Batet, e incluso con Francina Armengol.

Pero la aritmética electoral no es tan favorable a sus intereses como en 2019 cuando los socialistas y sus socios obtuvieron seis de los nueve puestos. Esta vez está todo mucho más en el aire, y el PP no renuncia incluso a conseguir la Presidencia de un órgano fundamental en el desarrollo de la legislatura.

Cómo se elige la Mesa

La elección de los miembros de la Mesa se realiza por votación secreta y en urna, y con un sistema peculiar, por lo que el resultado final es bastante más incierto de lo que están vendiendo el PSOE y Sumar.

Tras la constitución del Congreso, corresponde al Pleno la elección del presidente, los cuatro vicepresidentes y los cuatro secretarios, como recoge el artículo 36 Sección 2ª del Reglamento del Congreso —"El Pleno elegirá a los miembros de la Mesa en la sesión constitutiva del Congreso"—.

Primero se elige el presidente de la Mesa. Cada diputado escribe un sólo nombre en la papeleta y resultará elegido el que obtenga la mayoría absoluta de los miembros de la Cámara. En caso de que ninguna obtuviera esa mayoría absoluta en primera votación, "se repetirá la elección entre los que hayan alcanzado las dos mayores votaciones y resultará elegido el que obtenga más votos" (artículo 37.1 del Reglamento del Congreso)

Los cuatro vicepresidentes se eligen simultáneamente. Igual que para el presidente, cada diputado sólo puede poner un nombre en la papeleta, y saldrán elegidos los cuatro que obtengan mayor número de votos, por orden sucesivo. Con el mismo procedimiento serán elegidos los cuatro secretarios.

Por último, el artículo 37.3 establece que "si en alguna votación se produjere empate, se celebrarán sucesivas votaciones entre los candidatos igualados en votos hasta que el empate quede dirimido".

Nada está decidido

Varios elementos hacen de la elección de la Mesa del Congreso el 17 de agosto un hito muy importante en el futuro devenir de esta legislatura y que, a unos días de la votación, nada esté decidido.

En primer lugar, la propia peculiaridad del sistema de elección de sus miembros —en urna y voto secreto de cada diputado y con sucesivas votaciones si no hay mayoría absoluta o si se produce empate—, como hemos explicado. Este sistema hace casi imposible garantizar a priori un resultado a favor o en contra de cualquiera de los candidatos que propongan los bloques. Incluso algún partido, como Junts, puede querer desvincularse de los dos bloques y votar por sus propios candidatos o abstenerse o ausentarse de la votación.

Más aún desde que la Sala de Vacaciones del Tribunal Constitucional (con mayoría conservadora) inadmitiese el recurso de amparo de Puigdemont a la orden de su detención en España, aunque va a ser recurrido por la Fiscalía y elevado al Pleno de mayoría progresista en septiembre. Pero el núcleo duro del entorno de Puigdemont parece decidido a rebajar las expectativas de Sánchez de resultar investido y la primera señal podría darla el próximo 17 de agosto.

En segundo lugar, lo igualados que han quedado los dos bloques tras el 23-J. Que el PSOE no las tiene todas consigo explica su obsesión por recuperar mediante un nuevo recuento de votos nulos el escaño perdido en Madrid por el voto CERA. El doble rechazo de la Junta Electoral Provincial y la JEC ha frustrado esta posibilidad, pero demuestra que un sólo escaño puede llegar a desbaratar los planes de Pedro Sánchez. Por ese motivo, el PSOE sigue con su estrategia trumpista y ha interpuesto un recurso ante el Tribunal Supremo.

En tercer lugar, la atomización del Congreso, donde el bloque de la izquierda progresista —como se llaman a sí mismos, metiendo en el progreso a un partido de extrema derecha supremacista como Junts— tampoco es tan bloque como querría el PSOE. No todos los partidos que a priori apoyarían una futura investidura de Sánchez querrían que alguien del PSOE presida de nuevo la Cámara, algo que ya ha manifestado públicamente Joan Baldoví de Compromís, que forma parte de la coalición Sumar. Además, dentro de Sumar es también sabido que los cinco diputados de Podemos mantienen una guerra poco disimulada contra la líder de la coalición, Yolanda Díaz, y han declarado por activa y por pasiva que van a mantener su autonomía estratégica incluso en la investidura.

Por su parte, el PNV se quejó durante toda la legislatura anterior del papel desempeñado por Meritxell Batet como presidenta del Congreso que, precisamente ayer, renunció a postularse de nuevo como candidata del PSOE a presidir la cámara. Una presidencia, la de Batet, marcada por el sectarismo y la nula neutralidad institucional, actuando siempre al servicio de los intereses de Pedro Sánchez y del PSOE.

Por lo tanto, si el PSOE no ata previamente el voto de presidente, vicepresidentes y secretarios con el batiburrillo de partidos que, en principio, estarían a favor de su investidura, el resultado puede ser diferente al deseado por los socialistas. Aparentemente en el bloque de la derecha va a ser más fácil ponerse de acuerdo en las sucesivas votaciones (no es un bloque tan atomizado como el progresista) por lo que, aunque el PP lo tiene difícil, no ha tirado la toalla y lleva semanas trabajando en ello.

Lo más que se puede decir en estos momentos es que la elección de la Mesa sigue muy abierta, que socialistas y populares han redoblado sus contactos de cara al 17 de agosto y que el resultado de la votación del próximo jueves podría clarificar algunas de las incógnitas de cara a la próxima legislatura. De lo que hagan Junts, PNV y Coalición Canaria dependerá el resultado final. Sin descartar alguna sorpresa dentro de la coalición Sumar.

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