
El parlamento catalán ha sido escenario este miércoles de una nueva fase de la política procesista tras la investidura y la conformación en Madrid del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Mientras Junts aparece como el gran triunfador de las negociaciones con el PSOE, el presidente de la Generalidad, el republicano Pere Aragonès, intenta denodadamente encabezar una ofensiva independentista que requiere de la unidad de unos partidos instalados en una auténtica batalla campal. Pero si los socialistas eran hasta hace unas semanas el principal enemigo de Junts, ese papel lo ocupa ahora ERC.
Los de Puigdemont no se fían de los llamados de Aragonès a la unidad. Denuncian que sus anuncios en los medios públicos de la Generalidad son de cara a la galería y que en ningún momento el segundo de Oriol Junqueras y presidente autonómico se ha puesto en contacto con ellos para establecer una alianza estratégica como la que derivó en el golpe de Estado de 2017. Aragonès insiste en el argumento de que nunca el independentismo había estado tan fuerte (a pesar de la caída electoral en las pasadas municipales y en las generales del 23-J) y que "hay que aprovechar esta oportunidad histórica", basada en que nunca se había tenido tanto peso en la gobernabilidad de España. Aragonès apela a la "responsabilidad del independentismo", aventura que la historia será inclemente si se desaprovecha esta oportunidad para alcanzar la meta del referéndum y sostiene que tras los pactos suscritos con el PSOE, tanto ERC como Junts están en posiciones más cercanas.
Desconfianza absoluta
En el caso de Junts, desde que abandonara el gobierno autonómico en octubre del año pasado su posición es la de mantenerse lo más alejado posible de la formación republicana, a la que reprochan toda clase de desprecios, como el de no haberles permitido participar en la primera mesa de negociación establecida la legislatura pasada entre el Gobierno y el 'Govern'. Ahora, la situación ha cambiado y es ERC quien pide a Junts que se sume a esa mesa para tener más peso y fuerza. Pero la desconfianza de los de Puigdemont es absoluta. Las heridas causadas en el separatismo por la gestión del golpe de Estado siguen abiertas. Puigdemont y Junqueras no se hablan. Las relaciones entre Miriam Nogueras, jefa del grupo parlamentario de Junts en Madrid, y los republicanos encabezados por Gabriel Rufián oscilan entre lo gélido y lo abrupto. Todos los puentes están rotos.
En cuanto a la CUP, su papel es cada vez más testimonial. Este miércoles, el portavoz de los independentistas antisistema, Carles Riera, reprochaba a Aragonès que haya asumido el marco de la autonomía y que pretenda manejarse como Jordi Pujol.
El PSC, en el papel "moderado"
De fondo, la competición a cara de perro entre ERC y Junts por explotar los pactos con el PSOE y una carrera hacia el referéndum. Mientras tanto, el PSC encabeza cada vez con más distancia las encuestas y trata de adoptar un perfil bajo, "moderado". Frente a la renovada retórica procesista, el líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa, asegura que "la mesa que más preocupa a los catalanes es la de la sequía". Alude a las restricciones anunciadas por la Generalidad y que afectarán a partir de mañana a casi seis millones de catalanes.
Las arremetidas de la oposición
En cuanto a la oposición, el todavía presidente del PP en Cataluña, Alejandro Fernández, endurece el tono. En la sesión de control de este miércoles en la cámara autonómica, se ha referido a Aragonès, Illa y Puigdemont como "indecentes" e "inmorales" y ha relatado el pasado penitenciario del letrado de Puigdemont (por el secuestro de Emiliano Revilla) y su actual imputación por blanqueo de capitales del narcotráfico para preguntarse ¿cómo no se les cae la cara de vergüenza". Los aludidos han replicado a Fernández con la acusación de que ha caído de lleno en un "discurso de odio". El portavoz de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, trata de mantener viva la llama de su partido y ha atribuido la influencia del independentismo en Madrid a que su formación no se presentó en las pasadas generales.
Mucho más duro y bronco ha sido el discurso de Ignacio Garriga, secretario general de Vox y presidente del grupo en el 'Parlament'. Garriga ha comparado la situación en Cataluña con la Alemania nazi y ha asegurado que su partido detendrá el golpe de Estado en la calle. Como le sucedió a Abascal durante la sesión de investidura de Sánchez, la presidenta del parlamento, Anna Erra, de Junts, le ha cortado el micrófono.

