
El Consejo de Ministros aprobó el martes 23 de septiembre un real decreto-ley con medidas urgentes contra el supuesto "genocidio en Gaza" con el que justifica el embargo de armas a Israel que —aunque contempla excepciones lo suficientemente ambiguas, como el "interés general"— supondría la prohibición de las importaciones y exportaciones de material militar, así como el rechazo al tránsito de armamento que tenga como destino el Estado judío por territorio español —excluyendo las bases de Rota y Morón— de ser ratificada por el Congreso de los Diputados.
A Podemos, las restricciones se le quedan cortas. Así que, de momento, condiciona su apoyo al decreto a un endurecimiento de las cláusulas. La formación morada propone eliminar las excepciones y prohibir que las empresas que tengan relaciones comerciales con Israel participen en licitaciones públicas. Una iniciativa que se debatirá en la Cámara Baja en la segunda semana de octubre, coincidiendo con el doloroso segundo aniversario de los atentados del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás atacó a miles de personas en territorio israelí, dejando más de 1.200 muertos y casi 5.500 heridos, además de decenas de secuestrados (muchos de ellos siguen retenidos).
Entretanto, solo en el mes de septiembre se han anulado más de una veintena de contratos que eran clave para la modernización de las Fuerzas Armadas españolas —explica Javier Arias Borque en Libertad Digital— como son los referentes al Sistema Lanzacohetes de Alta Movilidad (SILAM) y a la adquisición de los misiles anticarro Spike LR2. Aunque el Gobierno de Pedro Sánchez ha minimizado la relación con Israel en materia de defensa y seguridad, lo cierto es que la cooperación con el Estado judío favorece con creces a España, por no decir a Europa.
Y no estamos hablando únicamente de la adquisición de armas o tecnología militar israelí —como las plataformas no tripuladas de origen israelí que Europa utiliza para la vigilancia marítima en el Mediterráneo— sino de contar con la valiosa colaboración de Israel para preservar los valores de Occidente frente al yihadismo. Es decir, de aspectos como el intercambio policial con Europol, de la participación de Israel como socio del Diálogo Mediterráneo de la OTAN o de sus aportaciones en materia de lucha contra el terrorismo islamista. Cortar nuestros lazos —los de España— con el Estado judío nos aísla y debilita.
Perjudica a España
No cabe duda de que cortar o reducir nuestros vínculos con Israel no solo no nos perjudica económicamente, también nos hace más vulnerables. España se beneficia de la colaboración en seguridad, inteligencia y prevención de ataques yihadistas. El Estado judío cuenta con una experiencia única en contraterrorismo y tecnologías asociadas que complementan nuestras capacidades para hacer frente a esta amenaza.
El intercambio de inteligencia y la superioridad tecnológica son determinantes para la lucha antiterrorista. En este sentido, Israel aporta a España información y alertas —sobre tramas yihadistas, aviación civil, redes de financiación y ciberamenazas—, soluciones tecnológicas y formación asociada que mejoran y aceleran el conocimiento de la situación, así como la capacidad de respuesta de nuestro país.
Aumenta el coste
España es el primer país de la UE en anunciar un embargo de armas a Israel, algo que tendremos que pagar los españoles. La sustitución de los equipos israelíes por otros alternativos no solo conllevará plazos más largos sino que también tendrá costes más elevados si queremos cerrar pronto la brecha de capacidades que deja la anulación de contratos en lo que se refiere a misiles, sensores y sistemas de vigilancia.
Defensa niega que dicha anulación vaya a venir acompañada de retrasos o problemas para las Fuerzas Armadas españolas, pero lo cierto es que sigue sin explicar cómo, por ejemplo, va a sustituir los misiles Spike LR2 ni cómo evitar los sobrecostes. Si tenemos en cuenta cómo funciona cualquier mercado, cabe pensar que conseguir un producto alternativo de forma más rápida de lo habitual será más costoso.
Favorece a otros países
Por otra parte, el embargo beneficiará a países que tienen menor capacidad de compra pero que aprovecharán el hueco que dejamos. Si cancelamos los misiles Spike LR2 o los lanzacohetes SILAM, que es tecnología punta, otro vendrá detrás que se los lleve. Desde Acción y Comunicación en Oriente Medio (ACOM) advierten de cómo podría afectar esto a nuestros intereses.
"Le abre el campo a algún adversario natural", apunta su presidente en declaraciones a Libertad Digital. Ángel Mas explica que, "si, por ejemplo, un país como Marruecos accede a esta tecnología punta, hasta ahora bloqueada por nuestra colaboración con Israel, España renuncia a una ventaja competitiva fundamental frente a adversarios directos". "Otras fuerzas armadas estarán mejor dotadas, mejor equipadas y mejor entrenadas", añade, "todo porque España decide no solo no comprar o no colaborar con Israel, sino que le boicotea".
Pérdida de aliados
"¿Quién pierde?", pregunta Mas. "Perdemos nosotros cuando el CNI, la Policía Nacional o la Guardia Civil no pueden colaborar con los servicios israelíes", asevera. Y lo peor no es que estas decisiones respondan al "afán de aislarnos también de Estados Unidos". Y en realidad, de todo Occidente. La estrategia de sustitución hacia China es suicida". "Israel es solo el principio", vaticina el presidente de ACOM.
Una de las consecuencias directas del rechazo a la colaboración con Israel, los ojos de Occidente en Oriente Medio, es que España queda más expuesta. Es más vulnerable ante posibles ataques terroristas, al no contar con la información de sus servicios de inteligencia (al menos al mismo nivel). El valor de Israel como socio estratégico es innegable. Separarnos del Estado judío nos hace dependientes de proveedores previsiblemente más caros y menos eficaces. Pero es que además nos aísla de potencias europeas como Alemania.






