
PP y Vox nunca han exhibido especial sintonía a lo largo de los últimos años. El calificativo empleado por Santiago Abascal para referirse a su antiguo partido como "la derechita cobarde" marcó desde el principio una relación complicada que se ha tornado casi en imposible a las puertas de las elecciones de mayo.
Ambos gobiernan juntos en Castilla y León pero Alberto Núñez Feijóo quiere convertir esa alianza en algo excepcional para no lastrar sus aspiraciones de llegar a la Moncloa, convencido de que un acercamiento a Vox ahuyentaría al electorado de centro, justo cuando las encuestas empiezan a reflejar un trasvase de voto del PSOE al PP.
Santiago Abascal, por el contrario, siempre ha sido consciente de la necesidad de llegar a acuerdos entre ambos para configurar una alternativa a Pedro Sánchez, aunque desde posturas muy críticas con el PP. Un cortejo que no ha cuajado nunca ante el empeño de ambos partidos por acentuar sus diferencias ideológicas, en lugar de destacar sus puntos en común.
La moción de censura divide a la derecha
En esta difícil relación, dos asuntos han irrumpido de forma abrupta provocando un distanciamiento todavía mayor entre ambos partidos: la moción de censura y el aborto. La iniciativa lanzada por Vox contra Pedro Sánchez ha soliviantado a Feijóo, que ha llegado a calificarla de "esperpento" o "disparate" después de que se conociera que Ramón Tamames podría encabezarla. El PP no sólo la considera inútil, sino contraproducente en plena guerra interna del Gobierno.
Los populares interpretan que un debate para censurar a Sánchez, que no se puede ganar, sólo servirá para "dar oxígeno" al Gobierno, redirigiendo el foco mediático que se sitúa ahora en la polémica por la ley del sólo sí es sí hacia la derecha, de nuevo dividida. Por el contrario, la izquierda podrá utilizar la moción para coser heridas y aglutinarse en torno a Pedro Sánchez, cuya imagen está en entredicho pero podría acabar reviviendo.
Algo similar ocurrió en la anterior moción de censura, de la que Vox salió airoso gracias al protagonismo que acaparó el duro discurso de Pablo Casado. Se trata de un error que el PP no va a volver a cometer al haber anunciado su abstención, colocándose de perfil ante una propuesta que quieren despachar cuanto antes para no dar más munición al Gobierno.
En Vox se muestran indignados ante esta postura y recuerdan que durante el asalto del Gobierno al TC los populares hablaron de "golpe de Estado", lo que choca frontalmente con su actual actitud. Fue en aquellos días cuando Abascal se animó a anunciar la moción, esperanzado en lograr el apoyo de PP y Cs, partido que también pidió a Feijóo encabezar la iniciativa. Trascurridos dos meses, sólo Vox parece dispuesto a seguir adelante.
El aborto, foco de conflicto
El aborto ha sido también motivo de división entre ambos partidos. Esta cuestión a punto estuvo de llevarse por delante al Gobierno de Castilla y León cuyo vicepresidente, Juan García-Gallardo, ha quedado muy tocado después de anunciar un protocolo fantasma para que las madres que quieran abortar escuchen el latido fetal.
La polémica llevó a Pedro Sánchez a amenazar con aplicar el artículo 155 de la Constitución para intervenir la autonomía. Una sobreactuación pocas veces vista que daba la pista de hasta qué punto el Gobierno quería estirar un debate que le permitía esconder sus líos internos.
La polvareda levantada prendió la mecha para abrir una discusión a nivel nacional que se ha prolongado con la tramitación de la Ley promovida por Irene Montero sobre el aborto y la decisión del TC de avalar la norma que estaba vigente desde hacía 13 años, rechazando así el recurso presentado por el PP con Federico Trillo al frente.
Alberto Núñez Feijóo ha optado en este caso por dejar claro que el PP se abre a un nuevo tiempo, marcando la línea a seguir con una claridad pasmosa. Algo que genera suspicacias en los sectores más conservadores de la formación que no están de acuerdo con el camino que ha tomado su líder.
El líder del PP asegura ahora que su partido acepta la ley de plazos de 2010 que consideran "correcta y constitucional". Los populares mantienen, eso sí, su oposición a la nueva ley del aborto de PSOE y Podemos que se está tramitando. Principalmente, se oponen a eliminar el consentimiento paterno para las menores de 18 años, a la supresión de los tres días de reflexión y a las listas de los médicos objetores de conciencia.
Vox se declara en este asunto "defensor de la vida desde su concepción hasta la muerte" pero opta por una cuidada ambigüedad a la hora de pronunciarse sobre la iniciativa legislativa. El partido no ha desvelado nunca por qué tipo de ley apuestan, más allá de oponerse a la de Montero. Aún así, han visto en este asunto un nuevo motivo de enfrentamiento con el PP para marcar perfil propio y distanciarse en plena precampaña electoral.
Como ya ocurriera con las posturas enfrentadas sobre la ideología de género, se trata de cuestiones en las que difícilmente podrá producirse un acercamiento, lo que podría dificultar posibles acuerdos tras las municipales y autonómicas. De la voluntad de ambos dependerá que puedan sellar alianzas para solucionar otros problemas en los que sí muestran sintonía.
