
La futura negociación para la investidura de María Guardiola en Extremadura se prevé difícil, a pesar de que apenas necesita la abstención de uno de los grupos para ser elegida. Su socio natural es Vox, aunque el PSOE de Miguel Ángel Gallardo no ha descartado la opción de facilitar el gobierno, dada la crisis interna en la que se sumirá el partido y la imposibilidad de acudir en estas condiciones a una nueva cita con las urnas.
Lo más probable, sin embargo, es un acuerdo entre los dos partidos de la derecha, dado el respaldo que han obtenido en las urnas del 60% del electorado. Ambos han gobernado ya con anterioridad, lo que debería facilitar un entendimiento que, sin embargo, no parece cercano si se tienen en cuenta las declaraciones de la presidenta en funciones y el líder de Vox ya en la misma noche electoral.
Guardiola desvelaba, a las 23.30, que Abascal todavía no la había llamado para felicitarla por el resultado y le invitaba al "sosiego y la reflexión" para decidir si ella va a ser la presidenta de Extremadura o prefiere a Gallardo. Prometía, además, "no tomar ninguna decisión en contra de Extremadura", al ser preguntada por la posibilidad de que Vox eleve el precio de sus votos, aunque sólo sea necesaria la abstención, ya que ha subido más del doble de diputados.
La presidenta avanzaba una ronda de contactos con todos los grupos, por orden de mayor a menor, e ironizaba: "En el caso de Vox no sé si llamar al señor Óscar Fernández o al señor Santiago Abascal". Casi al mismo tiempo, Abascal comparecía en la sede de Vox de la calle Bambú para advertir de que "vamos a exigir respeto a los votantes de Vox, los votos de Vox deben contar".
"Los votantes de Vox no van a ser invisibilizados ni traicionados", añadía, evidenciando que no se abstendrá de manera gratuita y que, dado su ascenso, incluso podría elevar el precio del apoyo que dio hace dos años. La investidura no será el único trago para el PP, que deberá después negociar los presupuestos, motivo por el que adelantó comicios, dada la falta de acuerdo.
La dificultad de negociar en pleno ciclo electoral
Las comparecencias de ambos avanzan que Extremadura podría regresar a la situación de bloqueo que desembocó en la convocatoria de elecciones. Si ninguno cede, será difícil alcanzar un pacto que se torna más sencillo para una investidura, pero no tanto para aprobar unas cuentas públicas. Parece descartada la opción de que Vox exija entrar en el Gobierno, dado que se salieron para evitar sufrir el desgaste de gestionar.
Las exigencias podrían pasar por reclamar determinados compromisos, como ocurrió en el caso de Murcia, donde Fernando López-Miras se quedó a un escaño de la absoluta, es decir, también sumaba más que toda la izquierda junta, y aún así tuvo que "pasar por el aro de Vox". Las negociaciones entre PP y Vox también podrían verse entorpecidas por la convocatoria de elecciones en Aragón y su influencia en el resultado de Jorge Azcón. Sentarse a hablar en plena campaña electoral será muy difícil.

