
La presidenta de Extremadura, María Guardiola, iniciará en breve la ronda de contactos con todos los partidos de cara a la investidura. Según dijo, hablará con todos, de mayor a menor, lo que implica que llamará en primer lugar al PSOE, después a Vox y, por último, a Podemos. Una apuesta por la institucionalidad que, según le piden sus propios compañeros de partido, debería desembocar en un acuerdo con Santiago Abascal, a pesar de su mala relación.
Es, al menos, la apuesta de la dirección nacional del PP, que pide hacer una "lectura real y correcta" de los resultados de Extremadura, donde "la gente ha pedido que gobierne la derecha", según dijo este martes la portavoz parlamentaria, Ester Muñoz, que puso en valor el 60% de votos que suman ambos partidos y pidió "ponernos de acuerdo, porque eso es lo que han dicho los extremeños".
"La lectura es muy clara, los extremeños han dado un severo correctivo al PSOE y yo creo que tiene que haber un entendimiento", añadió al ser preguntada por la posibilidad de que Vox pida entrar en el Gobierno, una opción que no rechaza, aunque, según dijo, "les veo muy cómodos fuera de los Gobiernos, en la oposición, no les veo con muchas ganas porque estaban en los Gobiernos y decidieron salirse".
Muñoz evitó valorar la posibilidad de que el PSOE se abstenga para facilitar la investidura de Guardiola, y que no dependa de Vox, según pide el expresidente socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra. La oferta facilitaría la situación a Guardiola, pero podría ser letal para el PP en Aragón y Castilla y León, donde echarse en manos del PSOE engordaría todavía más a Vox y dificultaría la estrategia de hundir al sanchismo.
Al PSOE, ni agua
"No se trata de si queremos o no la abstención del PSOE, que eso tendrán primero que ofrecerlo, porque hasta ahora no lo han hecho; no se trata de si queremos o no pactar con Vox, se trata de leer lo que han dicho los extremeños y han dicho que quieren en un 60% un Gobierno de derechas", dijo Muñoz, que añadió: "Es difícil pactar nada con el Gobierno de Pedro Sánchez, es muy difícil".
En la misma línea se manifestó el presidente de Aragón, Jorge Azcón, que se enfrenta a las urnas el 8 de febrero. En una entrevista en Es la Mañana de Federico, de esRadio, aseguró que "la mano del PSOE es el aguijón del escorpión y, si se la cogemos, al final nos va a picar". Un día antes, en la Junta Directiva Nacional del PP presidida por Alberto Núñez Feijóo, reiteró esta idea al asegurar que "hoy en día no se puede hablar nada con el PSOE".
El mensaje para Guardiola, por tanto, parece claro. El propio Feijóo pidió a Vox "no equivocarse de enemigo", otorgándole la condición de socio prioritario, y exigió "proporcionalidad" con el resultado de Extremadura a "todos" los partidos, lo que incluye también a su candidata. También el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, el de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, el de Murcia, Fernando López Miras e, incluso, el de Galicia, Alfonso Rueda, pusieron en valor a Vox.
Este discurso contrasta con lo sucedido tras el 28-M, donde los pactos con el partido de Abascal sumieron al PP en el caos. La dirección nacional dio orden de no negociar hasta después de las generales, para frenar la previsible estrategia de Pedro Sánchez de agitar el miedo a la ultraderecha. El acuerdo de Carlos Mazón en la Comunidad Valenciana dinamitó todo y sumió al PP en todo tipo de contradicciones, lo que se agravó con los insultos proferidos por Guardiola contra Vox.
El resultado de Extremadura derriba el muro construido por Sánchez al inicio de la legislatura, y que pretendía seguir exhibiendo para mantenerse en la Moncloa. El PP da por amortizado al sanchismo, del que sólo aguarda ya sus últimos coletazos, sin subestimar su virulencia. Dan por hecho que Vox replicará resultados en otras Comunidades Autónomas y, también, en las generales, lo que abre un nuevo tiempo en el que sólo cabe un entendimiento entre ambos, dada la política de bloques que inauguró el sanchismo.

