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Los desastrosos negocios de los famosos españoles

Ya sea para asegurar el futuro o por puro hobbie, cantantes y estrellas de cine han querido probar suerte para despuntar en el mundo de los negocios, pero la experiencia ha demostrado que ser bueno en tu profesión no implica serlo como empresario.

Amarcord, la moda según Penélope Cruz
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Amarcord, la moda según Penélope Cruz

Convertida en una estrella de Hollywood más y en un momento en que se encontraba en el centro de atención de la meca del cine, Penélope Cruz decidió probar suerte en el mundo de la moda abriendo una tienda de ropa en la calle Claudio Coello de Madrid, en plena 'milla de oro' de la capital. Incluso su entonces novio, el actor Matthew McConaughey, estuvo presente en la promoción del local. El establecimiento abrió en 2004 y la actriz invirtió 353.000 euros. Como no podía ser de otra manera, en Amarcord se podía encontrar ropa de firmas prestigiosas que no se vendían en España y con precios prohibitivos. A pesar de su éxito inicial, las ventas cayeron estrepitosamente. De los 1670.000 euros de 2005, se pasó a los 42.000 en 2008, por lo que las pérdidas la obligaron a echar el cierre.

Pura Gula, un negocio que hundió la crisis
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Pura Gula, un negocio que hundió la crisis

En los últimos años hemos visto a Julián Contreras Jr. y a su padre pasearse por los platós de televisión hablando de sus problemas económicos. El origen de esta mala situación tuvo su origen en la aventura empresarial en la que se sumergieron, el restaurante Pura Gula, una franquicia que no tenía establecimiento en Madrid y que ellos decidieron abrir el verano de 2013. Los Contreras terminaron utilizando su patrimonio para financiar el negocio, pero fueron víctimas de la crisis económica. "Nos lanzamos y nos salió mal", declararon entonces a la revista Semana. "Podríamos haber estado en casa tranquilamente, viéndolas venir, yo tenía mis propiedades… Pero invertimos 200.000 euros en un negocio de gran envergadura en el peor momento de la crisis económica. Las condiciones eran muy exigentes, costaba mucho montarlo y lo hicimos con medios propios, nos faltó colchón y el primer año ha sido tremendo", aseguraron en la publicación.

La tienda que arruinó a Lolita
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La tienda que arruinó a Lolita

Lolita Flores se metió en el papel de empresaria abriendo una tienda de ropa, complementos y accesorios de playa, bolsos de paja, abanicos y joyería diseñados por ella misma, todo en un local muy fresco y colorido en pleno centro de Madrid. Un nombre famoso siempre es un reclamo para un establecimiento, y a la inauguración acudieron a apoyarla su hermana Rosario y numerosos rostros conocidos y amigos como Loles León, Juan y Medio o Cristina Tárrega. Lolita gastó todos sus ahorros en el stock y en el local, pero la cosa no funcionó. En ¡Hola se sinceraba sobre su situación: "Cómo no me van a quedar deudas si metí muchísimo dinero, muchos millones de pesetas, y la cosa no funcionó". La falta de experiencia, la crisis, delegar el negocio en gente poco fiable y fabricar en España -con los altos gastos que ello supone- supusieron el fin de su aventura empresarial. 

El breve negocio que puso fin a una larga amistad
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El breve negocio que puso fin a una larga amistad

Mar Flores y Sofía Mazagatos tenían belleza, éxito y fama. Las modelos se conocieron en los photocalls que tanto frecuentaban y protagonizaron el anuncio de Freixenet de 1997. Juntas crearon una agencia de modelos sin ningún tipo de notoriedad. Por fracasar, fracasó hasta su amistad. Mazagatos llegó a sentarse en el plató de Sálvame para hablar mal de la que fuera su amiguísima: "Le vino muy bien conocerme. Cuando conocí a Mar, ella vivía una pesadilla con Carlo y tenía muchas deudas. Me la creí y siempre he pensado que la gente es buena. Ella venía con una historia muy bien aprendida. Con un niño pequeño, sola... La ayudé a todos los niveles que se puede ayudar a una amiga".

Antonio Banderas y sus batacazos empresariales
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Antonio Banderas y sus batacazos empresariales

Al igual que Penélope Cruz, Antonio Banderas triunfó en Hollywood y se embarcó en la aventura empresarial con negocios que fueron desde la hostelería hasta las embarcaciones de recreo, todos con diferente éxito. El primer fracaso fue La Posada de Antonio, una amplia cadena de restauración repartida por todo el mundo cuya gestión terminó cediendo por las pérdidas millonarias que supuso. Terminó por vender la discoteca Kaleido de Benalmádena, que montó con su hermano, y tampoco prosperaron su sueño de crear un teatro en la estación de Príncipe Pío en Madrid ni su proyecto con la marca de aceite de oliva Hojiblanca. 

La polémica La Bardemcilla
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La polémica La Bardemcilla

El clan de los Bardem fue dueño de La Bardemcilla, en el madrileño barrio de Chueca, que terminó cerrando "por falta de beneficios derivada de la crisis". "No es una situación de reducción de beneficios, sino de pérdidas prolongadas desde hace ya dos años", dijeron en respuesta al testimonio de los once trabajadores que aseguraron que sí ganaban lo suficiente y que a punto estuvieron de no cobrar, además de ser amenazados por hablar con la prensa. Tras la polémica, los Bardem aseguraron en un comunicado que retirarían el ERE, cosa que finalmente no ocurrió. El local cerró y el acuerdo en base al ERE fue de 35 días por año, además de otros 30 días de salario. La hipocresía de los Bardem, vinculados al activismo de izquierdas, hizo que su apellido quedara notablemente manchado. 

El restaurante del caso Malaya
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El restaurante del caso Malaya

Quién no se acuerda del famoso pollo a la Pantoja. A pesar de anunciarse a bombo y platillo en 2001, Isabel cerró las puertas de La Cantora, situado en la localidad malagueña de Fuengirola en 2005 por los problemas económicos que arrastraba y que la llevaron a estar a punto de cerrarlo en varias ocasiones. La tonadillera fue condenada por los Tribunales a pagar 92.000 euros a la empresa que llevó a cabo las reformas de Cantora Kopas y Cantora Souvenirs. Por allí pasaron muchos de los implicados en el caso Malaya y la Policía descubrió que parte del dinero blanqueado en aquella trama provenía de las ventas del restaurante y de la concesión de su discoteca.

Éxito musical, pero no empresarial
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Éxito musical, pero no empresarial

En 2012, el cantante Miguel Bosé vio como varias de sus empresas se fueron al traste. Fue el caso de la compañía Brumale SL, de la que Bosé era presidente y consejero y que cuenta con accionistas de relumbrón como Fran Rivera, Pato Clavet o Manolo Sanchís, y que tuvo que ser intervenida por insolvencia en febrero. En el tema vitivinícola, Bosé era también socio de la bodega Casalobos en este caso con los madridistas Butragueño, Míchel y, de nuevo, Manolo Sanchís, que entró en concurso de acreedores voluntario para poder afrontar un crédito hipotecario de cerca de tres millones de euros. En este caso, la situación de la compañía llegó a ser tan complicada que incluso varios trabajadores llegaron a denunciar el retraso en el impago de las nóminas.

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Álvaro Muñoz Escassi inauguró en 2013 junto a su socio Israel Bayón un local que prometía convertirse en uno de los lugares de reunión de los famosos madrileños, pero las pérdidas le obligaron a echar el cierre del restaurante seis meses después de abrir sus puertas. El lugar prometía reunir a lo más selecto del famoseo después de su flamante éxito en el programa de televisión Mira quién salta y su relación con su compañera en el concurso Sonia Ferrer. Hasta Ana Rosa Quintana celebró su cumpleaños en aquel local, pero ni la fama pudo salvarlo. Además, el otro restaurante que regentaba el jinete a las afueras de la capital tuvo que bajar los precios para convertir su carta en low cost.

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