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Seis novelas distópicas que avisaron de los peligros del estatismo incontrolado

Si se repasa el listado de las grandes novelas distópicas del siglo pasado, se descubre que la gran mayoría de ellas fueron escritas y publicadas durante el periodo de entreguerras. En ese momento preciso, sobre todo tras el estallido de la crisis económica de los años 30, comenzaron a cobrar fuerza algunas ideologías políticas que defendían un Estado fuerte, usurpador de la soberanía y controlador de los destinos de sus ciudadanos, a los que prometían una felicidad futura a costa de sus propias libertades. Ciertamente, el comunismo ya llevaba un tiempo probando su propia utopía autoritaria en Rusia, y en alguna medida fue uno de los sistemas que más inspiró a los escritores —a los pocos intelectuales verdaderamente libres que quedaron— a la hora de denunciar los excesos de un estatismo exacerbado y sin cortapisas. Después, con el éxito del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania, las llamadas de atención se hicieron cada vez más constantes. Ahora que nos encontramos en un estado de alarma y que hemos podido comprobar la necesidad de los contrapoderes para evitar el cesarismo político, no está de más repasar algunos de esos títulos. Además, más allá de cualquier consideración política, también constituyen un buen arsenal de lecturas para lo que queda de confinamiento:   

'Nosotros' - Yevgueni Zamiatin (1924)
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'Nosotros' - Yevgueni Zamiatin (1924)

Pese a que existieron algunos relatos anteriores que podrían prefigurar el género, Nosotros es considerada normalmente como la primera novela distópica de siempre. Su autor, el ruso Yevgueni Zamiatin, había sido apresado a comienzos del siglo XX, tras el fracaso de la revolución de 1905, debido a su ferviente defensa del bolchevismo. Sin embargo, tras la definitiva instauración del comunismo en el país y debido a la nueva restricción de las libertades, terminó por desencantarse definitivamente y se convirtió en uno de los principales autores disidentes de las políticas autoritarias que representaba Lenin. Volvió a ser apresado en 1922, y sólo dos años más tarde publicó una novela que inspiraría muchas más. De ella dijo el mismo Orwell que era más valiosa que el 'mundo feliz' de Huxley, y pese a que la censura hizo que no pudiese ser publicada en su idioma original hasta 1988, la labor de algunos escasos admiradores ha permitido que llegue a nuestros días. En ella, un personaje principal va narrando cómo es la vida en una sociedad en la que la individualidad ha sido extirpada por completo y en la que las vidas de la gente están perfectamente configuradas desde su nacimiento. Cada miembro de la enorme ciudad de cristal —en la que no existe la privacidad— funciona como una pieza concreta de un enorme engranaje dirigido enteramente por el mandatario supremo conocido como ‘Bienhechor’. En esa sociedad distópica ya no existe el Yo, todo está subordinado al Nosotros, y la valía de cada ciudadano viene medida por su utilidad, en una crítica añadida al taylorismo, sistema de producción que el propio Zamiatin pudo conocer cuando trabajó como ingeniero naval en Newcastle durante la Primera Guerra Mundial. 

El 'Crack del 29'
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El 'Crack del 29'

La crisis económica mundial que arrancó en 1929 y que se prolongó durante la década de los 30 fue un factor definitivo que influyó en la consolidación de ideologías autoritarias en diferenter partes del globo.

'Un mundo feliz' - Aldous Huxley (1932)
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'Un mundo feliz' - Aldous Huxley (1932)

Quizás la obra más conocida de Aldous Huxley. En ella, presenta una sociedad distópica que ha alcanzado, en apariencia, la felicidad perpetua mediante el control de las libertades de los individuos desde el nacimiento a base de la manipulación genética y de la utilización de fármacos para controlar las emociones. Además, cada uno de los miembros de la perfecta sociedad —dividida en castas— es educado desde el primer momento para asumir su rol en el engranaje del que todos forman parte. El choque cultural que supone la intromisión de un “salvaje” en ese brave new world —cita sacada de La tempestad, de Shakespeare— sirve al autor para poner de manifiesto la inconsistencia de un mundo en el que la libertad ha sido extirpada y la alegría, impuesta desde arriba, ha perdido todo su valor. 

'La guerra de las salamandras' - Karel Capek (1936)
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'La guerra de las salamandras' - Karel Capek (1936)

Principalmente se ha visto en La guerra de las salamandras, del escritor checo Karel Capek, una crítica irónica al fascismo y al nacionalsocialismo; pero también, de igual forma, al conformismo del resto de países que configuraban el orden mundial de aquella época, cuyos intereses propios no les permitieron pararle los pies al monstruo nacionalista mientras iba cobrando fuerza en el viejo continente. El argumento de la alegoría que propone Capek es aparentemente sencillo: el descubrimiento de unas salamandras inteligentes permite a los seres humanos abandonar el trabajo y cargar a la nueva especie con la carga productiva de la sociedad. Sin embargo, a medida que las salamandras comienzan a crecer en número, diversos problemas derivados de las relaciones entre ellas y los humanos irán poniendo en jaque el propio sistema que los sustenta a todos. 

Adolf Hitler junto a Benito Mussolini
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Adolf Hitler junto a Benito Mussolini

En la década de los 30, tanto el fascismo italiano como el nazismo alemán demostraron el auge de las doctrinas autoritarias en el viejo continente. 

'Himno' - Ayn Rand (1938)
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'Himno' - Ayn Rand (1938)

Esta novela de Ayn Rand presenta multitud de similitudes con Nosotros, de Zamiatin. Fue escrita en una época en la que la URSS todavía gozaba de un notable prestigio entre los intelectuales occidentales, y fue concebida como una advertencia de los peligros del colectivismo. En ella, un personaje narra cómo funciona una sociedad en la que ha sido erradicada la individualidad y en la que cada uno de los miembros del sistema está perfectamente controlado por los organismos gubernamentales. Nadie tiene libertad para decidir sobre su propio futuro, y hasta las más mínimas muestras de libre albedrío son castigadas de manera tajante. Se trata de una crítica evidente al sistema comunista y a las consecuencias lógicas que conlleva el culto de la comunidad por encima del individuo. 

'Kallocaína' - Karin Boye (1940)
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'Kallocaína' - Karin Boye (1940)

Una novela que guarda similitudes con todas las anteriores. Muestra una sociedad totalitaria que, al estilo de Un mundo feliz, utiliza los fármacos para controlar de manera eficiente a los individuos. En concreto, la Kallocaína es un suero de la verdad que provoca que la persona que lo ingiere revele hasta las cosas que no conoce de forma consciente. De esa manera, todos los personajes son dominados y sometidos en un paisaje en el que la libertad individual ha sido extirpada casi por completo. 

Lenin
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Lenin

Años antes de que comenzasen a sucederse las novelas distópicas, el comunismo soviético ya instauró su propia distopía en Rusia. 

'1984' - George Orwell (1949)
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'1984' - George Orwell (1949)

Posiblemente la novela distópica más conocida de todas. Y, sin embargo, bastante tardía, en comparación con sus predecesoras. Huelga hablar demasiado de su argumento, aunque es interesante saber que el mismo Orwell reconoció haberse visto notablemente influenciado por la obra de Yevgueni Zamiatin, de la que rescató varias ideas en la configuración de la trama. De ella destacan también la popularización de términos como el Gran Hermano —cuya vigilancia autoritaria ya había sido tocada por todos los autores citados anteriormente—; o la neolengua, esa utilización del lenguaje con fines represivos que recuerda de alguna manera a La lengua del Tercer Reich, el libro que el filólogo Victor Klemperer publicó en 1947 después de haber estudiado cómo funcionó la propaganda nazi a la hora de inculcar los ideales nacionalsocialistas en la sociedad. 

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