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Protestas 'No Kings' en EEUU: ¿defensa de la democracia o lamento por perder poder?

El Partido Demócrata, como la izquierda española, equipara "democracia" con tener el poder.

Si siempre les hablo de Estados Unidos, ¿cómo no hacerlo cuando estoy de vacaciones en Arizona? Desde esta maravilla natural y cinematográfica que es Monument Valley, no podía dejar de comentarles las manifestaciones del movimiento No Kings. Esta es una nueva edición de protestas que ya vimos antes del verano, con lemas como "No Kings, No Dictators" que, a primera vista, parecen apuntar a un supuesto autoritarismo de Donald Trump. Pero el eslogan resulta bastante contradictorio con lo que realmente está ocurriendo. Si Trump estuviera acumulando poder para convertirse en un dictador, como insinúan, la cosa tendría sentido. Sin embargo, sus acciones apuntan en dirección opuesta.

Trump está reduciendo el número de empleados públicos y recortando regulaciones, es decir, las obligaciones que el gobierno impone a los ciudadanos. Para un aspirante a dictador, esto es cuando menos peculiar, porque lo habitual sería aumentar el control y las fuerzas a su disposición, no disminuirlas. Hay dos excepciones donde podría decirse que está fortaleciendo su autoridad. Primero, ha incrementado los recursos de ICE, la agencia encargada de deportar inmigrantes ilegales. Segundo, está reordenando el poder federal, reclamando atribuciones que, en teoría, siempre han correspondido al presidente, pero que, por leyes previas o decisiones de otros mandatarios, habían quedado en manos de burócratas no electos.

Y aquí está el quid de la cuestión. Esos burócratas, que no rinden cuentas a nadie, son en su mayoría demócratas, o al menos son ideológicamente de izquierdas. Las agencias federales, con sus siglas de dos, tres o cuatro letras han funcionado durante décadas como un feudo de políticas demócratas. Trump, que no es precisamente un liberal obsesionado con el libre mercado, parece tener un interés limitado en reducir el gasto público por puro principio. Su prioridad es otra: desmantelar el poder de esas agencias, que en la práctica son un bastión demócrata. Está quitándoles empleos y, sobre todo, influencia. Y eso, para los manifestantes del No Kings, es el verdadero problema.

No protestan porque haya menos democracia. Protestan porque, por primera vez en décadas, los demócratas están perdiendo poder de verdad. En Tucson, aquí en Arizona, un día después de las manifestaciones, vimos a un tipo cubierto de pancartas en su coche, tocando el claxon para llamar la atención, en versión automovilística de esos pirados religiosos que anuncian el apocalipsis y el fin de los tiempos. No es la pérdida de libertades lo que les duele, sino la derrota. No solo han perdido elecciones, sino que están viendo cómo se desmonta el entramado que les permitía moldear las políticas del país desde la sombra. Y eso, más que cualquier supuesto autoritarismo, es lo que realmente les escuece.

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