Esta semana ha resucitado el caso Epstein, un tema que parecía completamente enterrado desde que Trump llegó al poder pero que, sin embargo, el propio gobierno de Trump reavivó hace unos meses. Recordemos: el caso Epstein es una red de tráfico sexual de menores en la que Epstein supuestamente suministraba chicas menores de edad a clientes de altísimo nivel: el príncipe Andrés (por lo que el rey Carlos lo apartó de la familia real), Bill Clinton y otros.
Ya les conté este verano que el FBI, dirigido entonces por dos personas muy cercanas a las teorías conspirativas, acabó concluyendo oficialmente que Epstein sí se había suicidado, publicando los vídeos de seguridad de la prisión de aquella noche. Pero la fiscal general, Pam Bondi, metió la pata al decir nada más llegar al cargo que tenía sobre su mesa la famosa "lista de clientes" de Epstein para meses después reconocer que en realidad no existía tal lista. Como siempre, para los teóricos de la conspiración eso fue una prueba irrefutable de encubrimiento.
La ofensiva política y el papel de Trump
Ese episodio enfadó mucho a la parte más activa y conectada a internet del movimiento MAGA. Los demócratas, viendo la oportunidad, se subieron rápidamente al carro conspirativo y empezaron a decir que si Trump no sacaba la lista era obviamente porque él aparecía en ella y estaba implicado en todo tipo de cosas nefandas. Sin embargo, lo que siempre se ha sabido de Trump es que en su día se peleó con Epstein precisamente porque este se llevó con él a mujeres muy jóvenes que trabajaban para Trump en Mar-a-Lago, y Trump cortó toda relación con él.
La semana pasada se desclasificaron cientos de correos electrónicos de Epstein. Los demócratas pensaron que tenían la bomba definitiva y destacaron uno en el que Epstein decía que Trump había pasado "muchas horas" hablando con una de sus chicas. El problema es que, al publicarlo, los demócratas tacharon el nombre "para proteger su identidad". Pero el nombre no estaba tachado en los documentos originales: era Virginia Giuffre, la víctima más conocida y combativa de Epstein.
Las pruebas que desmontan la teoría contra Trump
Giuffre declaró en repetidas ocasiones que apenas tuvo contacto con Trump y que, en las pocas veces que coincidieron, él fue siempre muy respetuoso y correcto con ella. Por tanto, el correo de Epstein diciendo que Trump pasó "muchas horas" con ella no encaja con el testimonio de la propia víctima, pero encaja perfectamente con el patrón que se ve en decenas de correos desclasificados: a partir de 2011, cuando Trump rompió con él, Epstein odiaba a Trump y no paraba de intentar difamarlo.
De hecho, poco antes de entrar en prisión, Epstein seguía conspirando con un congresista demócrata para seguir echando mierda sobre Trump.
Qué puede pasar ahora
En resumen: sobre este tema concreto, y aunque de Trump se puedan pensar muchas cosas negativas, aquí realmente no tiene nada que ocultar. Él mismo lo ha vuelto a demostrar pidiendo a los republicanos que voten a favor de publicar absolutamente todo lo que el gobierno federal tenga sobre el caso Epstein.
Esa votación será este martes y habrá que ver si entre los documentos hay algo realmente interesante. Lo más probable es que no incrimine a Trump en nada, pero sí podría salpicar a algún demócrata de alto nivel como Bill Clinton. Y tendría su ironía que, después de que los demócratas hayan intentado usar este tema para atacar a Trump, al final el golpe se lo acaben llevando ellos mismos.
Porque al final, la mejor prueba de que Trump no hizo nada reprochable en este asunto es que después de cuatro años de Biden, en que lo persiguieron por delitos inventados sobre la marcha, jamás fueron a por él por este asunto.


