
El Ministerio de Salud Pública de Cuba reconocía este miércoles la muerte de tres personas infectadas de dengue. Lo hacía apenas unos días después de haberlo negado por última vez y en medio de una avalancha de testimonios de familiares de fallecidos por esta enfermedad en redes sociales. Aunque el régimen comunista insiste en restar importancia a la complicada situación epidemiológica —con la confluencia de varios virus—, distintas organizaciones y activistas cubanos alertan de que podríamos estar ante una grave crisis sanitaria.
Las infecciones y fallecimientos por dengue —denuncian— son mucho más numerosas de lo que admite el régimen comunista. La falta de combustible impide realizar las fumigaciones necesarias para controlar la expansión del mosquito, como reconocía la propia viceministra de Salud Pública del país caribeño, Carilda Peña. Por otro lado, las personas que resultan infectadas se encuentran con que no hay test para confirmar el diagnóstico ni medicamentos que alivien sus síntomas. Los hospitales están colapsados y las colas para recibir una mínima atención médica son interminables.
Por tanto, es prácticamente imposible saber en estos momentos cuántas infecciones por dengue —y otros virus, como el chikungunya y el oropouche— hay en la isla. "Están muriendo muchas personas en Cuba, sin saber siquiera de qué", ha denunciado a través de Facebook la disidente cubana Anamely Ramos tras perder a su abuela. La cifra de tres muertos por dengue que la dictadura parece haberse sacado de la manga —sin facilitar el perfil de los pacientes, ni el lugar o la fecha de los fallecimientos— podría responder a un intento del régimen por calmar los ánimos en la calle. Ya no podía negar por más tiempo la existencia de víctimas mortales.
"La admisión tardía de las autoridades refuerza las sospechas de opacidad en el manejo de la información epidemiológica, una práctica habitual del régimen cubano en crisis sanitarias anteriores", señala en su crónica el Diario de Cuba. Así lo cree también la doctora cubana Daily Coro, que actualmente reside en España pero que —cuando vivía en la isla— fue "testigo directo" de esa ocultación de casos a la opinión pública. Según explica la sanitaria en declaraciones a Libertad Digital, presenció "al menos un caso de fallecimiento por dengue hemorrágico que no fue registrado bajo este diagnóstico".
El poder por encima de la salud
"El informe oficial que reconoce solo tres muertes distorsiona gravemente la realidad epidemiológica del país", señala. "Esta omisión viene derivada de un régimen que antepone la imagen política a la integridad sanitaria", asevera. "El control estatal absoluto sobre los protocolos de atención, diagnóstico y registro de defunciones elimina cualquier margen para una práctica médica independiente y crítica". En consecuencia, explica, "fomenta protocolos ineficientes y sesgados que priorizan el mantenimiento de cifras favorables por encima de la preservación de vidas".
"El diagnóstico confirmatorio del dengue depende de pruebas específicas que requieren equipos y reactivos escasos en la mayoría de los hospitales cubanos", insiste, "por lo que muchos casos sospechosos quedan sin validar y, por ende, excluidos de las estadísticas oficiales, perpetuando una subestimación de la crisis". "Esta problemática no es aislada ni reciente", explica la doctora cubana. "El dengue y otras enfermedades epidemiológicas causan muertes anuales en Cuba, y la situación persistirá mientras el enfoque siga siendo predominantemente político en lugar de científico", añade.
Manipulan las cifras
"En 2014, por ejemplo, se activaron en todas las provincias supuestos hospitales de aislamiento —en realidad, centros educativos improvisados sin condiciones mínimas adecuadas— para ingresar pacientes con síndromes febriles", explica Daily Coro. "En mi provincia, se habilitaron tres o cuatro de estos sitios", relata. "En el que trabajé, se ingresaban hasta 200 casos febriles al día, aunque solo a una fracción mínima se le realizaban pruebas diagnósticas". Frente a esta realidad, que ella vio con sus propios ojos, "las cifras oficiales reportaron menos de 3.000 casos a nivel nacional".
La doctora no daba crédito ante la "subestimación" de la situación. Para ella, "evidencia la negligencia estructural en el manejo de epidemias". La situación se está repitiendo, como ya lo hizo también durante la pandemia de COVID-19. "El gobierno cubano reconoce oficialmente tres muertes por dengue mientras que numerosos testimonios ciudadanos apuntan a que la crisis es mucho más grave", añade. "Esta discrepancia revela una profunda tensión entre el discurso oficial y la realidad que viven muchas comunidades".
Condiciones propicias para el brote
Según el VIII Informe del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), el 89 % de las familias cubanas vive en pobreza extrema y la salud pública figura entre los principales problemas del país, señalada como tal por un 42 % de los encuestados. "A la luz de estos datos, el panorama descrito por los ciudadanos resulta plenamente coherente: un sistema sanitario sometido a una fuerte presión, con recursos escasos y dependiente de condiciones sociales que deterioran los factores básicos de salud", afirma.
"En un contexto donde la mayoría de la población vive en la pobreza y carece de mecanismos efectivos para exigir rendición de cuentas, es comprensible que las cifras oficiales tiendan a minimizar la magnitud del problema", reflexiona. "La pobreza extrema conlleva carencias estructurales: higiene deficiente, escasez de agua potable, dificultades para eliminar criaderos de mosquitos, falta de medicamentos y de transporte para acceder a los centros de salud".
A ello se suman los apagones frecuentes —otro problema recurrente en los informes del OCDH—, que afectan servicios esenciales como la refrigeración de medicamentos, la ventilación, el bombeo de agua y la iluminación en hospitales. Y otro problema persistente: la insuficiente recogida de basuras. "Estas deficiencias estructurales crean un entorno propicio para que un brote como el dengue se propague con rapidez y cause un impacto mayor", concluye la doctora y miembro de la directiva del OCDH Daily Coro.



