El 7 de octubre de 2023, Hamás cometió uno de los mayores atentados de la historia y, sin ninguna duda, el más cruel: 1.200 personas fueron asesinadas, la gran mayoría de ellos civiles, y 240 fueron secuestradas. Dos años después, 48 de ellos permanecen bajo cautiverio en Gaza, aproximadamente la mitad de ellos con vida, pero sin ninguna garantía, recibiendo un trato inhumano que, en el caso de las mujeres, incluyó todo tipo de abusos sexuales mientras estaban en cautiverio.
Seis meses después de la masacre y en un viaje a Israel organizado por la asociación EIPA, Libertad Digital tuvo la oportunidad de visitar alguno de los escenarios de aquel horror: el lugar en el que se han guardado todos los coches que fueron destrozados por los terroristas, el kibutz Kissufim, uno de los más cercanos a la frontera con la Franja y de los que más sufrió aquel día; y el sitio en el que se celebraba el Festival Nova, la fiesta musical en la que los terroristas se ensañaron asesinando a 364 personas, casi todos chicos y chicas jóvenes que sólo estaban disfrutando de la música y que sufrieron no sólo un la muerte sino torturas y violaciones de una violencia y una crueldad inimaginables.
Además, durante el viaje nos encontramos con algunos de los testigos de los hechos y de los que los padecieron en primera persona. Yasmin Margolis, cuyo marido fue asesinado ese día, nos contó su peripecia personal, cómo lograron salvarse ella y sus dos hijas y nos mostró las señales y la destrucción que el paso de los terroristas dejó en su kibutz, hasta el 7 de octubre un lugar casi idílico; Josh Wander, portavoz de la organización ZAKA nos habló de las tareas de recuperación de los cadáveres, de lo difíciles que resultaron y del horror que supusieron para los que participaron en ellas; por último, Elai Karavani, uno de los jóvenes que estaba en el festival y milagrosamente logró sobrevivir, nos cuenta las horas pasadas esperando la muerte y cómo se salvó.


