La reforma de los áticos "oficiales" de los ministros Óscar Puente, titular de Transportes y Movilidad Sostenible, y Ana Redondo, ministra de Igualdad, es uno de esos escándalos que revelan el fuste inmoral del Ejecutivo de Pedro Sánchez, la más absoluta ausencia de empatía con los ciudadanos y la voracidad extractiva de los miembros del que probablemente sea el gabinete más indigno e ilegítimo de la historia de la democracia en España.
Hacienda se ha gastado más de un millón de euros en las reformas de las viviendas adscritas a ambos ministros, una cantidad de dinero cuyo desglose incluye la adquisición de materiales de alto standing, instalaciones de diseño, acondicionamientos de lujo y toda clase de mejoras en línea con la vanguardia en materia inmobiliaria y decorativa, un despilfarro bananero que contrasta en el caso de Puente con el mal estado de las infraestructuras y en el caso de Redondo, con la ausencia de competencias reales en lo que no es más que un ministerio decorativo, como se ha demostrado con el escándalo de las pulseras antimaltrato y la desprotección de las mujeres.
Que el Ministerio de Hacienda haya autorizado el gasto de 1,1 millones de euros en las reformas, que las viviendas se hayan dotado de lámparas de más de seiscientos euros o que se haya instalado una celosía entre ambos áticos que ha costado la friolera de 8.000 euros, entre otros detalles suntuarios, puede que no constituya un delito a la luz del Código Penal, pero es un insulto a la cara de los ciudadanos que soportan con sus impuestos semejantes disparates, una ofensa para quienes no llegan a final de mes, un chiste contra quienes no pueden acceder a una vivienda ni de compra ni de alquiler, una afrenta perpetrada con un desahogo que sólo se entiende por el tipo de personajes que han hecho carrera en el PSOE y pululan en torno a Pedro Sánchez.
El Ministerio de Transportes en el que operaba la trama de Ábalos, Cerdán y Koldo parece abonado a la corrupción en el más amplio sentido del término. Sólo a alguien que ignora las dificultades por las que atraviesan los usuarios de los trenes, ya sean de cercanías o de alta velocidad, o el lamentable estado de conservación de las carreteras le puede parecer bien gastarse en una reforma lo que cuestan tres o cuatro pisos en Madrid o en Barcelona. Sólo alguien que maneja un ministerio puramente propagandístico como el de Igualdad puede conciliar la falta de recursos para proteger a las mujeres amenazadas con la exuberancia decorativa en una vivienda de casi doscientos metros cuadrados, tal como recoge Libre Mercado.
Los trenes funcionan cada vez peor, las pulseras antimaltrato directamente no funcionan, pero tanto Puente como Redondo disfrutan de todas las comodidades posibles y sin que se haya producido el más leve retraso en las obras de "sus" áticos. Gastarse más de un millón de euros en las reformas de dos viviendas mientras se perora sobre la compra especulativa de vivienda o se planea implantar más impuestos contra la propiedad da cuenta del carácter autoritario de este Ejecutivo. No tienen vergüenza ni se preocupan en disimularlo. Exprimen el Estado como si no hubiera un mañana, lo están esquilmando en su propio beneficio y lo van a dejar hecho un vertedero como ya han demostrado con la Fiscalía General. Y como no tienen a donde ir más allá de la política, van a hacer todo lo posible por no abandonar el poder. Y todo significa mucho más de lo que ya hemos podido ver y comprobar.

