
Han pasado casi veinte días desde que se detectó el brote de peste porcina africana (PPA) en jabalíes en Cerdanyola del Vallès y, lejos de despejarse las incógnitas, la incertidumbre sigue instalada en el sector porcino. ¿Una fuga en un laboratorio? ¿Un bocadillo envenenado? Nadie lo sabe. "Esto tiene pinta de que va a acabar como el apagón eléctrico: oficialmente estará todo bien, pero nadie sabrá exactamente qué falló", afirma Lorenzo Rivera, coordinador de COAG en Castilla y León y productor de lechones.
El presidente de la Generalidad, Salvador Illa, compareció este miércoles en el Parlament para añadir más confusión y asegurar que "hoy nada permite concluir que el virus provenga de las instalaciones de los laboratorios", sostuvo. El laboratorio bajo investigación es el IRTA-CReSA en el campus de la Universidad Autónoma de Barcelona en Bellaterra y que actualmente se encuentra en obras. Los 26 jabalíes positivos por PPA, algunos hallados a escasos metros del laboratorio, están infectados por una cepa idéntica a la que se utiliza en ese centro para experimentación. Demasiadas coincidencias para el sector porcino, que sigue pagando la factura de la crisis mientras espera una explicación convincente.
Así lo expresa con claridad Lorenzo Rivera en declaraciones a Libertad Digital: "No sabemos, después de casi 20 días, de dónde ha salido el virus. Ese es el problema", resume. Y añade con tono resignado: "Esto tiene pinta de que va a acabar como el apagón eléctrico: oficialmente estará todo bien, pero nadie sabrá exactamente qué falló".
"A nosotros nos lo exigen todo"
La indignación de Rivera va en aumento cuando habla de las durísimas medidas de bioseguridad que se exigen a los ganaderos en comparación con las que tenía el laboratorio de la Generalidad bajo investigación. "A mí, para montar la granja, la primera obligación fue hacer un vallado perimetral. Ahora incluso nos exigen más: que los camiones no se acerquen a menos de cinco o diez metros. Todo está medido al milímetro".
Frente a ese nivel de control, el ganadero se pregunta cómo es posible que un laboratorio catalogado de alta seguridad se encuentre en un campus universitario sin un vallado perimetral efectivo, rodeado de zonas verdes donde los jabalíes campan a sus anchas. "Estamos hablando de una zona periurbana con cientos de jabalíes, donde no se puede cazar ni hacer controles poblacionales. Y ahí está el laboratorio, sin una valla que impida que un animal se acerque o se restriegue en una pared", denuncia.
Desde la Administración se insiste en que el centro cumple con protocolos de seguridad de nivel 3, entre los más altos de Europa. Pero para Rivera, la experiencia invita al escepticismo. "En el papel todo está perfecto, pero el virus ha salido por algún lado", resume Rivera.
Mataderos
Rivera se dedica a la producción de cochinillos en Zamora y, por ahora, su actividad no se ha visto directamente afectada por el desplome de los precios gracias a que sus contratos se cerraron antes de que estallara la crisis. Sin embargo, advierte de un parón evidente en el sector debido al frenazo de las exportaciones. "Cuando el mercado exterior se para, los mataderos bajan el ritmo y todo se atasca. Los animales se quedan más tiempo en las naves, comen más pienso y eso supone pérdidas", señala.
A pesar de ello, insiste en lanzar un mensaje claro al consumidor: "No hay ninguna granja afectada, no hay ningún positivo en explotaciones y el consumo de carne es totalmente seguro. Científicamente está garantizado que no hay contagio a humanos". En su opinión, si no aparecen nuevos focos, el problema sanitario debería darse por contenido.
A pesar de que la crisis no se ha llevado por delante a un sector esencial para la economía española (gracias a que muchos países han aceptado vetar únicamente las importaciones de cerdo de la zona afectada), los ganaderos exigen transparencia: "Si es el mismo gen que el que se usa en los laboratorios, habrá que saber por dónde salió y qué falló para que no vuelva a pasar", insiste Rivera. "Esto es muy serio. Hay granjas dentro del perímetro sacrificadas sin ser culpables de nada, con enormes pérdidas, y lo mínimo es transparencia". Sin embargo, concluye, "muchos dudamos de que se llegue a saber toda la verdad".


