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Primeras brechas en el PSOE por el 'liderazgo' de Rubalcaba

Ya hay dirigentes socialistas que tachan de bluf al candidato del utilitario rojo.

Alfredo Pérez Rubalcaba fue elegido candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno por descarte en un simulacro casi perfecto de aclamación, pero no han pasado ni tres días desde el anuncio del anticipo electoral y ya han aparecido las primeras grietas en el PSOE.

En las semanas que median desde su designación hasta hoy, la candidatura no ha dado el más leve indicio de estar en disposición de acometer la remontada. La encuesta del CIS es la única noticia positiva en unas semanas marcadas por el diseño de una marca que pretende utilizar los mismos elementos que la de Obama y el "yes we can". La supresión del Pérez, la apelación a que se le llame Alfredo, la firma "twitter" RbCb, el lema "we can do it" y un skoda rojo es todo lo que conocen los electores del programa de Rubalcaba para las elecciones del 20-N. Poca cosa, según la expectante crítica interna, para remontar una distancia que los sondeos más optimistas cifran en diez puntos. Por si no fuera suficiente el colchón, es Rubalcaba quien más se está distinguiendo por los errores no forzados, las declaraciones fuera de registro y los nervios.

Para empezar su experiencia en las redes sociales fue un fiasco, con una entrevista que a decir de la mayoría de los "tuiteros" estaba más que amañada. El número del utilitario rojo tampoco ha sido un gran acierto, ya que lejos de transmitir austeridad ha puesto de relieve las más de dos décadas del candidato sin bajarse del coche oficial. Respecto a las encuestas, sacó pecho de unos resultados del CIS que le presentaban como un candidato más solvente y con más dotes de liderazgo de Rajoy y, además, a tan sólo siete puntos. Preguntado más tarde por las encuestas de Prisa y La Razón, que resitúan la distancia a más de diez puntos, Rubalcaba se explayó en una descalificación general de los sondeos. "Todos tienen cocina", sentenció.

Rubalcaba, que está haciendo un gran esfuerzo por conquistar a las propias bases del partido, tampoco ha sido mucho más explícito en sus planteamientos económicos. Más allá de la arremetida contra los bancos y la promesa de que él tiene la fórmula para acabar con el paro (y que permanece inédita), nada se sabe del programa ni de quiénes serán sus inspiradores económicos.

En este contexto, el último desliz, la autoafirmación del liderazgo, ha provocado un sordo malestar en el PSOE, matizado por las condescendientes palabras de Bono y Griñán, unas palmadas en la espalda que más suenan a arrieros somos... que a un verdadero cierre de filas con el candidato. Ya hay quien sostiene que en unas primarias, Rubalcaba no lo habría tenido nada fácil, entre otras razones por el rechazo que suscita entre la dirigencia socialista un cierto aire de superioridad intelectual.

De esta forma, buena parte del partido trabaja ya en la hipótesis de un congreso post 20-N que regenere los liderazgos internos. Y es ahí donde muchos dirigentes enmarcan las palabras de Rubalcaba sobre el liderazgo socialista, en una batalla interna en el PSOE que poco tiene que ver con la campaña para las generales. Rubalcaba, afirman, nunca ha mostrado gran interés por someterse al escrutinio de la militancia y considera que un desastre con matices en las generales podría ser una oportunidad para aferrarse al liderazgo socialista. No hace falta, apuntan, que Tomás Gómez recuerde quién es el secretario general para poner sobre la mesa el hecho de que Rubalcaba no ha sido ni siquiera designado tras un proceso de primarias que, sin embargo, sí impuso en Madrid.

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