El diario El País no ha llevado nada bien el hallazgo de Libertad Digital de uno de los focos de explosión del 11-M que hace tambalear los cimientos de la versión oficial. Algo que a tenor de lo publicado en los últimos días, el diario de Prisa y toda su maquinaria no pueden permitir.
Este sábado publicaban un artículo y un análisis destinados únicamente a atacar a LD por llevar la noticia y a Torres-Dulce por ordenar investigarlo denominando la información de "bulo" pese al hecho probado de la aparición de las pruebas.
En su ataque, y su miedo a conocer la verdad, El País publica un editorial que desde el título deja vislumbrar todo el fondo del texto. "La insidia inacabable del 11-M", titula. En su intento de desacreditar a los medios que publican las novedades del caso asegura que el fiscal general "aguantó a pie firme el primer envite de los conspiranoicos del 11-M, poquitos pero insistentes, pero se ha rendido a la segunda tanda de patadas a las espinillas".
Sobre el hallazgo afirma que "se investigarán unos hierros con los que alguien se ha topado –ahora ocho años después del salvaje atentado- arrumbados en un desvencijado cobertizo".
Tras el desprecio a una prueba de vital importancia ahora lo hace con sus lectores tras afirmar que "Torres-Dulce no puede ignorar que los trenes se desguazaron, como no podía ser de otra manera, después de una investigación pericial exhaustiva".
A continuación el diario de Prisa lanza advertencias al fiscal general y lo presiona para que vuelva sobre sus pasos. "Ante tanta generosidad en las dádivas de sus peticionarios, le van a freír a exigencias". "Prepárese, que la que entonces le caerá será de órdago", le advierte.
Para más inri, El País añade que "los conspiranoicos son como el monstruo comegalletas de Barrio Sésamo: insaciables. Y los del 11-M, tan racialmente hispánicos, lo son todavía más".
Con el objetivo de justificar esta retahíla de insultos, el artículo que aparece en las páginas de Opinión pone ejemplos sobre el 11-S o sobre si el hombre ha llegado o no a la luna.
Pero incluso se atreve en su alegato a hablar de los sentimientos de las víctimas, ávidas en realidad de saber la verdad. "Todo esto no pasaría de ser una broma risible, si no fuera porque cada vez que el bulo, la mentira y la insidia se resiembran, curiosamente una y otra vez en los aledaños del aniversario de aquella tragedia que segó la vida de 192 inocentes en Madrid, hay una víctima, una madre, un hijo o un esposo que sufren en sus carnes la manipulación de unos fanáticos". Y concluye así: "Torres-Dulce ha accedido a marear esa fétida perdiz".