El BBVA, o, mejor dicho, su jefe de estudios, Miguel Sebastián, viene siguiendo una política muy curiosa desde que el Partido Popular llegó al poder en 1996. ¿De qué se trata? Ni más ni menos que de la crítica o el ataque sistemático a la previsiones y a la política económica del PP, muchas veces con argumentos tomados del propio PSOE. El último episodio de este serial de intrigas político-económicas se ha producido esta misma semana, con el informe dirigido por Sebastián sobre la propuesta de un IRPF de tipo único que el martes presentó el banco.
Es curioso que un estudio tan complejo como es decir que el tipo único del IRPF debería ser del 27%, cuál debería ser el mínimo exento en el nuevo impuesto o los efectos recaudatorios, que al Ministerio de Hacienda con todo su equipo de técnicos le lleva muchos meses realizar, Miguel Sebastián haya podido hacerlo en pocos días y con muchísimos medios técnicos, humanos y de información para hacer todos los cálculos necesarios. Lo que lleva a pensar que o bien las cuentas son un disparate, pura demagogia --que no sería la primera vez que esto sucede con los informes de Sebastián contra el Gobierno--, o bien conocía de antemano la propuesta de Jordi Sevilla y está trabajando desde entonces en coordinación con el PSOE para desgastar al Gobierno. En cualquier caso, está claro que el informe sobre el IRPF de tipo único lleva doble intención y carga de profundidad. Pero Rato y Montoro no han desperdiciado la ocasión para ajustarle las cuentas. Y es que el personaje se las trae.
Miguel Sebastián tiene una relación muy estrecha con el ala económica de los socialistas, en concreto con Carlos Solchaga, que le llevó al consejo editorial del Grupo Recoletos, o sea, Expansión y Actualidad Económica. Desde esta plataforma, Sebastián ha dirigido más de un dardo envenenado al Gobierno, a través de artículos de opinión o del asesoramiento a las personas del Finantial Times en los últimos editoriales económicos que han escrito contra el Gobierno del PP, cuyo contenido no se parece demasiado a la realidad de la economía y la política económica españolas.
Como de casta le viene al galgo, a Sebastián le viene el antipepeísmo, o quizá habría que decir el felipismo, de sus tiempos en el Banco de España. Esta institución ha estado jugando contra el Gobierno del PP, elegido democráticamente, desde el mismo día en que José María Aznar tomó posesión como presidente del Gobierno el 3 de mayo de 1996, hasta que el actual gobernador, Jaime Caruana, entró en el banco en 1999 para prepararse para suceder a Luis Ángel Rojo, un personaje que desde el principio se opuso a la entrada de España en la unión monetaria europea como socio fundador. En una cena en Moncloa durante el verano de 1996, Aznar tuvo que emplearse a fondo para obligar a Rojo y a todo su equipo a que el Banco de España colaborase en la consecución de un objetivo cuyo logro se ha revelado después fundamental e imprescindible para los buenos resultados económicos y en términos de empleo cosechados desde entonces. Sebastián pertenece a este mismo grupo, aunque por entonces ya se había incorporado al BBVA, ese banco que, bajo la presidencia de Emilio Ybarra, ha tenido tan buenas relaciones con Felipe González y los suyos.
Estos son los orígenes de Sebastián. Sus hechos dicen el resto. Y la historia que cuentan es la del ataque sistemático contra el PP. Por ejemplo, cuando dijo que la rebaja del IRPF aprobada en la pasada legislatura supondría que los ingresos públicos se reducirían en 800.000 millones de pesetas, mientras que lo que dice la realidad es que la recaudación tributaria se ha incrementado. O cuando señaló que el crecimiento económico en 2000 sería del 2,5%, frente a la previsión oficial del 3,5%, y que el déficit público estaría por encima del 1%. Al cerrar el ejercicio, el PIB había aumentado el 4,1% y el déficit había bajado hasta el 0,4% del PIB. Por no hablar de 1999, cuando Sebastián dijo que la inflación estaría bastante por encima del 2% y terminó el año en ese históricamente bajo 1,4%. Y sin olvidar aquel famoso informe sobre pensiones, tan catastrofista como alejado de la realidad.
Esos curiosos errores han sido una constante a lo largo de la legislatura y nadie, excepto Miguel Sebastián, ha cometido tantos y de tal magnitud, si es que se considera que son equivocaciones. Equivocaciones que se han producido también cuando al BBVA de Ybarra le ha interesado, por ejemplo, cuando el banco promovió junto con el ex presidente de Telefónica, Juan Villalonga, la fusión de Vía Digital con el Canal Satélite Digital de Polanco, para crear una plataforma única. O cuando el BBV y Telefónica negociaban una serie de acuerdos a los que el Gobierno se opuso frontalmente por lo que suponía de concentración de poder y restricción abierta, manifiesta y premeditada de la competencia. Miguel Sebastián entonces fue muy útil.
Pero aquellos eran los tiempos de Emilio Ybarra. Ahora, quien se supone que manda en el banco es Francisco González, hombre próximo al PP. Y las preguntas son: ¿por qué consiente esto a Sebastián?, ¿conocía el informe sobre el IRPF de tipo único y la intención de publicarlo?, ¿mantendrá González a Sebastián mucho tiempo dentro del banco?
En cualquier caso, y a la luz de todo lo anterior, el ajuste de cuentas de Rato y Montoro con Miguel Sebastián parece más que justificado. No es que actúen así porque les haya molestado la propuesta del IRPF de tipo único del PSOE, que lo ha hecho. Es que lo de Sebastián es otra cosa.

Ajuste de cuentas

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