El acuerdo de PP y PSOE en el Senado para impedir por ley que terroristas etarras condenados en firme puedan reciclarse como representantes democráticos en las listas batasunas sólo plantea un problema teórico: por qué no se ha hecho antes. Como sucede con todas las iniciativas legales y sensatas que se han emprendido después del 11 de Septiembre, lo que sorprende es comprobar la terrible parálisis que ha aquejado a los países víctimas del terrorismo, incapaces de superar una suerte de complejo de ilegitimidad de la democracia para actuar de forma especial y específica contra la estructura real del terror revolucionario y no sólo contra sus manifestaciones últimas: el asesinato o el secuestro.
El origen totalitario comunista o comunista/nacionalista de los años setenta y ochenta IRA, ETA y ETA p-m, Brigadas Rojas, Banda Baader Meinhoff, tupamaros, FARC, ERP, ELN, FMLN, Sandinistas y un largo etcétera le permitió encontrar valiosísimos aliados en la judicatura y la política occidentales tanto en Europa como en América cuyo sistema político no pocos políticos, periodistas y jueces buscaban también destruir, y por razones similares a las de los terroristas. Una alianza, a veces tácita y a veces obscenamente expresa, ha permitido que los etarras contaran para su protección con la izquierda francesa en los ámbitos judiciales y gubernamentales, que los terroristas colombianos contaran con la complicidad de la izquierda española y a veces de la derecha, que la URSS, la RDA y Cuba camparan a sus anchas como padrinos de cualquier terrorismo antiliberal, antidemocrático y antioccidental. Y, como puede constatarse todavía hoy, que en muchos medios de comunicación se diera trato de favor al terrorismo hasta el punto de mentir desvergonzadamente en la definición de los grupos criminales, presentados como “rebeldes”, “activistas” y hasta “luchadores por la libertad”. Por cierto que los medios españoles, empezando por RTVE, siguen siendo la avanzadilla de esa manipulación en favor de todos los terrorismos antiamericanos y antijudíos, que suelen ser los mismos. Desde Colombia a Palestina, pasando por Afganistán.
Ha bastado sacudirse el complejo para empezar a descubrir el ilimitado arsenal de armas legales y democráticas que pueden asfixiar la vida real de los entramados terroristas. Si los jueces parten de que ETA es mucho más que unos pistoleros, y de que no habría criminales sin estructura legal, financiera y política que los respaldase, avanzarán más rápidamente en la lucha contra el terror. Y si los representantes democráticos del pueblo español empiezan a actuar en serio contra todos los afluentes del turbión del terrorismo utilizando la legalidad y el ingenio además de enmendar la abulia cobarde del pasado mejorarán sus posibilidades de supervivencia personal. Y hasta podrá decirse que se ganan el sueldo.

Cerco económico a Batasuna y ETA

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