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Julio Cirino

Argentina: vivir con lo nuestro... morir con lo puesto

Durante los años 70 la frase “vivir con lo nuestro” se había hecho común entre algunos sectores de la población opuestos a todo tipo de apertura del país, según su punto de vista este debía cerrarse frente a las influencias del extranjero y “vivir con lo nuestro”. Treinta años después esta peculiar noción parece reaparecer en medio de un caos político-económico tal y como no se recuerda en la historia de Argentina.

A partir de los acontecimientos que concluyeron con la presidencia virtual de Fernando de La Rúa, entre el 19 y el 20 de Diciembre pasados, parecería que Argentina se apresta a repetir un nuevo ciclo de “populismo mágico”, de los que supieron poblar nuestra historia reciente. Para el día 23 de Diciembre la Asamblea Legislativa ungió al Gobernador peronista de la provincia de San Luis (en el norte de Argentina) como presidente provisional encargado de convocar a elecciones en 60 días, casi nadie se detuvo a pensar que un hombre que lleva ya 18 años como cabeza de una “dinastía” que gobierna en el mejor estilo feudal un estado provincial, se sentiría fuertemente inclinado a retener el poder en sus manos por algo más de dos meses. En la teoría existe un pacto no escrito dentro del peronismo, por el cual Rodríguez Saá convocará a elecciones en el plazo mencionado, pero aún hoy, esa convocatoria no se materializó y parece algo lejano.

El presidente provisional anunció en su mensaje a la Asamblea que, en función de atender a las necesidades sociales del país, este dejaría temporalmente de pagar a sus acreedores externos; lo que si bien causó pocas sorpresas, traerá, pese a la algarabía inicial, consecuencias graves y de efecto casi inmediato. Pocas horas después de la ceremonia de jura, se hizo visible que, al menos por el momento, el nuevo gobierno decidió huir hacia el pasado, rescatando un discurso que toma elementos de la iconografía peronista de los años 40 y 50, los mezcla con el populismo revolucionario de los años 70 y agrega a la cocción una fuerte dosis del más retrógrado de los sindicalismos.

Sobra decir que la crisis económico-financiera continúa en toda su fuerza y que la “creación de 1.000.000 de puestos de trabajo” a la que alude el nuevo presidente, no es sino un subsidio para los desempleados, destinado a descomprimir, en el corto plazo, la explosiva situación social que continúa tanto o más volátil que la semana pasada. Sin embargo, no son pocos los analistas que puntualizan que el peronismo históricamente tiene una mayor capacidad para diluir la conflictividad social de la que evidenció la Unión Cívica Radical (UCR). En tal sentido, la presencia del Rodríguez Saa en un acto organizado por la Confederación General del Trabajo (CGT) con lo más destacado de los viejos caciques sindicales, no hace sino apuntar al hecho que el gobierno va a intentar apoyarse en las estructuras sindicales para que con sus colaboración y un fuerte asistencialismo, una parte del conflicto baje a niveles mas manejables.

Careciendo de un plan, la situación financiera es el otro frente que requiere de inmediata atención. A más de la suspensión de los pagos de la deuda, el gobierno debe afrontar una coyuntura única en la historia del país, donde no solamente las cadenas de pagos que mueven el comercio y la industria están cortadas, sino que prácticamente no hay dinero efectivo en las calles, lo que hace que la depresión, con sus secuelas de caída de la actividad (tanto industrial como comercial) aumento de la desocupación y derrumbe de la recaudación fiscal se agudicen día a día.

La creación de una “tercer moneda”, el “argentino” emitida sin respaldo real y como medio de reactivar el consumo, es otro aspecto problemático de la nueva administración; esta cuasi moneda (de llegar a concretarse) establece un modelo monetario que solo dos países en el mundo – ambos comunistas – mantienen hoy: China y Cuba. La teoría de la tercera moneda deja además abierto el interrogante respecto del volumen a emitirse, ya que de ser muy pequeño, no tendrá efecto real, pero a la vez, si fuera muy significativo, la depreciación sería casi instantánea, unida además a una “fiebre remarcatoria” que conduciría muy rápido a una situación de inflación descontrolada.

Para el sábado 29 de diciembre sin embargo, toda la teoría de la tercer moneda esta paralizada, dejando en evidencia, una vez más, el grado de improvisación y falta de reflexión de las autoridades. A este panorama se agrega que la suspensión de pagos al exterior ya se hace sentir en las importaciones de insumos y productos en general. La clase media en tanto, la misma que salió espontáneamente a la calle con sus cacerolas para exigir la renuncia de Domingo Cavallo y Fernando de La Rúa, observa con desconfianza creciente los pasos de la nueva administración que lejos de encarar medidas que devuelvan la confianza al pequeño ahorrista o inversor, promete, con una mano, respetar la convertibilidad del peso uno a uno con el dólar y asegura la intangibilidad de los depósitos bancarios; pero con la otra, mantiene las restricciones cambiarias y analiza si es que algún día los ahorristas podrán recuperar sus depósitos.

En la noche entre el Viernes 28 y el Sábado 29 de Diciembre, la Capital Federal se encendió de nuevo con un cacerolazo que lentamente abarcó todos los barrios de la ciudad, familias enteras se volcaron a la calle marchando hacia la Casa de Gobierno al son de sus cacerolas; sus reclamos eran simples y directos: Devolución de los ahorros; salida del gobierno de los políticos que consideran corruptos y repudio a la Corte Suprema a la que una gran mayoría ve como al servicio del poder de turno. A partir de las horas de la madrugada, la protesta recibió el “aporte” no querido de los violentos, mezcla de lumpen, oportunismo y delincuencia común que intentó ocupar el Congreso provocando un principio de incendio y produciendo nuevamente saqueos y destrucción en el centro de la Capital.

Tal vez, con esta nueva advertencia, la dirigencia política llegue a comprender que no es tiempo para resolver “internas” y apetencias de poder, sino para tratar de salvar lo que queda de algo que supo ser un país...

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