Extraños movimientos, oscuras orquestaciones se vieron o se adivinaron en las bodegas del Gobierno ante la sesión de control de este miércoles, bastante menos rutinaria que de costumbre. Primero iba a ser Pío Cabanillas el que pagase sus pecados marroquíes afrontando en solitario la arena del circo. De pronto, Rajoy, que se había quitado de en medio, reapareció como gladiador titular. Pero al final también se estrenó el “rookie” Portavoz frente a un “seis” de escasa envergadura, Don José Blanco, alias “Pepiño”.
El resultado final del enfrentamiento ritual, lo que queda como memoria del combate de este miércoles es la sensación de que Zapatero tiene gripe —acaso física, sin duda política y evidentemente parlamentaria— para bastante tiempo. Vamos, que la Oposición está gripada muy en serio. El PP se ha mostrado extraordinariamente motivado y con ganas de pelea frente a un PSOE que se desangra por la herida del País Vasco. Y entre los fuertes venidos arriba y los flojos venidos a menos, las reyertas parlamentarias van camino de linchamientos, provocados y legales, pero linchamientos al fin, porque la diferencia de peso y de pegada es abismal.
Como se ha terminado ya el trato de amigo a Zapatero-Sagasta, los zarpazos dialécticos desde el Gobierno son constantes. Rato, respondiendo a una diputada imprudente del PSOE que le preguntaba de qué se reía, le respondió: “del último chiste de Bambi”, que es como ha bautizado Guerra a Zapatero, con la malicia feroz de sus buenos y malvados tiempos. Y sea porque Pío no se ha dejado apartar del toro por si le cortaban la coleta, sea porque el cabreo del jefe exacerba el instinto homicida de los populares, lo cierto es que ya todos los del PP parece que se atreven con el PSOE, por lo menos con este PSOE de “Bambi”. Y lo peor para Zapatero es que su guionista no se llama Walt Disney sino Juan Luis Cebrián. De su mano, no llegará nunca a ciervo. Y no será por falta de cuernos, léase traiciones, abdicaciones e incomparecencias. La gripe, dicen.
Todos los derechos reservados
!-->