Menú

Rojo y la falta de madurez del PSOE

Cuando Winston Churchill, en los peores momentos de Gran Bretaña, ofreció entrar en el Gobierno de unidad nacional a Clement Atlee y Ernest Bevin, los líderes del Partido Laborista y de los sindicatos respectivamente, éstos no se lo pensaron dos veces, pues lo que estaba en juego no eran meras diferencias políticas dentro de un régimen democrático, sino la misma democracia y la supervivencia del Reino Unido como nación libre. A nadie se ocurrió acusarles dentro de sus organizaciones de “seguidismo” de Churchill, ni tampoco por ello el Partido Laborista o los sindicatos perdieron su independencia o su perfil político. De hecho, tanto Atlee como Bevin llegaron a ocupar posteriormente el cargo de Primer Ministro. Los partidos maduros y responsables saben perfectamente que el límite del juego político está precisamente en las instituciones que lo hacen posible, y cuando éstas desaparecen, la dictadura o la guerra civil ocupan el lugar de la democracia. La historia está plagada de ejemplos, entre los más elocuentes, el de nuestra guerra civil.

Aun a pesar de sus más de 100 años de historia, por desgracia no puede decirse que el PSOE haya adquirido la suficiente madurez como para aprender esta lección elemental de la política. Sus actuales dirigentes, que se empeñan indignamente en ser los testaferros y los voceros de González y Prisa con tal de conservar una apariencia de poder, parecen más preocupados por no contrariar a sus patrones que por de la defensa de las libertades en el País Vasco. Tan grande es el rencor de González hacia Aznar, y tan conveniente para su socio Polanco el llevarse bien con los nacionalistas vascos, que no dudaron en eliminar a Redondo Terreros, la mejor baza de los socialistas en el País Vasco, con la insidia del “seguidismo” del PP.

Carlos Iturgaiz, presidente del PP vasco, ha propuesto a Javier Rojo, presidente del PSE, la elaboración de listas conjuntas para las próximas elecciones municipales en aquellos ayuntamientos donde los constitucionalistas encuentren dificultades para completar las candidaturas, a causa de las amenazas de ETA-Batasuna. Pero el antiguo aliado de Redondo, quien sostenía que había que dejar las siglas a un lado para llevar al nacionalismo a la oposición, viendo el final que tuvo el ex secretario general del PSE y olfateando los turbios vientos procedentes Ferraz y Prisa, ha preferido alinearse con las tesis del “seguidismo”, contestando a Iturgaiz que, si el PP tiene problemas para completar sus listas, que pida el voto para el PSE.

La falta de madurez política –cuando no el exceso de mezquindad de una estrategia “anti PP” denunciada por Mayor Oreja e inspirada por González– se trasluce claramente en las palabras de Rojo: “si quieren [el PP] mantener buenas relaciones de vecindad, que nos respeten en nuestra autonomía y entiendan que no somos el Partido Popular”, pues según Rojo, los populares quieren que “todos pertenezcamos a su partido para que sigan mandando toda la vida”. Cualquier observador independiente se preguntaría por qué la alianza con el PP ejercería efectos tan perniciosos para la identidad del PSOE (que, al fin y al cabo, comparte –es un decir– con el PP el carácter de partido español y constitucional) y por qué, sin embargo, la alianza que propone Rojo a los nacionalistas –en plena deriva separatista– dentro de un “gobierno de concentración” que ellos no desean ni necesitan, iba a dejar incólume al PSE, que no paró de perder votos mientras gobernó junto al PNV. Por otra parte, también podrían invertirse los términos: ¿por qué no iba a ser el PSE el que “absorbiera” al PP en el País Vasco?

Los militantes y los concejales del PSE, que se juegan la vida a diario por defender la libertad y la democracia –como es el caso de Ana Urchueguía–, no merecen que sus esfuerzos se dilapiden con frivolidades de este género, cuyo único objetivo, una vez prohibido por González –quien prefiere las propinas de dictadura nacionalista antes que la libertad compartida con el PP– ganar al PNV en las urnas, es perjudicar todo lo posible al partido de Aznar, aun a costa de la libertad y la democracia. Todo un ejemplo de madurez política.

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal