Menú
Enrique de Diego

El Real Unión, contra el plan Ibarretxe

Hasta el momento, ningún club de fútbol vasco había tomado postura sobre el llamado plan Ibarretxe (aunque su autoría es reclamada por Madrazo, la “mano izquierda” de la extrema derecha vasca). Es raro, porque es cuestión que les compete y mucho. A la postre los clubes son pasiones, pero también empresas.

Cierto es que el plan Ibarretxe se caracteriza tanto por su provocación como por su confusión, de modo que no sabemos a estas alturas de un “status de libre asociación”, como dijo literal en su discurso, o de un “estado libre asociado”, como el PNV dio en interpretar de inmediato. Pero hemos de suponer que o bien vale aquello de que el calla, otorga, o bien los clubes vascos no perciben que la propuesta represente ningún cambio inquietante en el horizonte, de modo que, en cualquier caso, tendrán un status de libre asociación con la Liga española, según ese curioso, e irracional criterio, de los nacionalistas, según el cual los demás son estultos y han de reírles las gracias.

El Bilbao, cuyos principios son tan nacionalistas, que no permite jugar en sus filas ni a negros, ni a asiáticos, ni a españoles, lo cual en otros lares sería considerado un criterio nítidamente racista –si lo propusiera Haider para el Carintia Club de Fútbol– quedaría fatal, no ha dado signos de pretender abandonar la Liga española, en la que, merced a esa restricción a la libre competencia, lleva una trayectoria bastante mediocre, ni tampoco la Real Sociedad, que, en pleno feudo nacionalista, ha roto ese principio y está cosechando muy buenos resultados. Por no estar dispuestos a abandonar, ni tan siquiera lo están respecto a la Copa del Rey, aunque en ese caso podría aducirse que el plan Ibarretxe es una reelaboración del pacto con la Corona, retorno medievalista al que dieron cuerpo algunos político-juristas a sueldo como Miguel Herrero Rodríguez de Miñón.

Abandonar la Liga española y la Copa del Rey para emprender la Liga vasca y la Copa de Arzalluz o del lehendakari o de Sabino Arana o de Mons. Setién sería un desastre económico sin paliativos e implicaría el hundimiento del fútbol vasco, uno de los de más larga prosapia. Resulta impensable pensar que la catedral del fútbol, o San Mamés, y Atocha se llenaran para ver jugar al Atletic con el Lequeitio, con el Sestao o con el Universidad del País Vasco. O que, tras el correspondiente sorteo, la Real Sociedad hiciera caja tras ser emparejado con el Mondragón, patrocinado por el Grupo Eroski, o el Salvatierra o el Ayala.

Doy por descontado que el Alavés no entraría en tamaña aventura, con tan negros presagios económicos y de deterioro en la competición.

No creo que los dispendios de Euskaltelebista dieran para financiar una Liga nacionalista que no sería seguida ni en los batzokis de más estricta observancia.

Pero en medio de este espeso silencio se ha alzado la voz del presidente de uno de los equipos de mayor tradición futbolística, como el Real Unión de Irún. En la Copa del Rey de España (si no lo fuera de España no reinaría) su equipo ha sido emparejado por el Osasuna, que, en la quimera nacionalista, forma parte de la patria euskérica de Rh bueno y cráneo puro, a pesar de que en Pamplona votan menos al PNV que en Orense. Lejos de emocionarse por el presunto derby étnico, el presidente, lleno de sentido común y de amor a sus colores, declara que hubiera preferido que le tocara con el Real Madrid, equipo, como se sabe, de la capital de España. Razones: taquilla y prestigio. Pura racionalidad. Lo contrario del plan Ibarretxe-Madrazo.

En España

    0
    comentarios