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Federico Jiménez Losantos

Vuelve el 68: la izquierda se batasuniza

No es casualidad que Zapatero vaya del brazo de Llamazares y toda la extrema izquierda a manifestaciones contra los Estados Unidos y en defensa de Sadam Husein. No es casualidad que Maragall respalde las falsas denuncias de torturas auspiciadas por los etarras y respaldadas por el PNV, ni que todos ellos tengan el respaldo radiofónico y hasta editorial de Polanko. No es casualidad que en la Universidad de Barcelona izquierdistas y nacionalistas ataquen físicamente a Savater para impedirle hablar y que el rector prohiba hablar en sus aulas a Gotzone Mora, dirigente de "¡Basta ya!" y víctima de ETA, comparándola con los etarras, aunque a Otegui y Pepe Rei sí les brindó hospitalidad su Alma Mater. No es casualidad que a Gallardón en Madrid le pase como antes a Piqué: que los universitarios los agredan y les impidan hablar en el lugar a que habían sido invitados.

No, no es casualidad que la izquierda ponga en duda la representatividad del Parlamento mientras multiplica sus algaradas callejeras, a veces pacíficas, a veces, como en los festivales antiglobalización, tremendamente violentas. No es casualidad que la quintaesencia de la progresía multimillonaria instalada en la fantasía de Mayo del 68 se líe a adoquinazos políticos y periodísticos contra la derecha (ellos dicen el Sistema) antes de irse de vacaciones a la playa. Y es que, siempre, sous le pavé est la plage. La plage de la révoluton ou la plage de la subvention, ça c´est égal. De la revolución cosmética y siempre totalitaria en la retórica a la subvención perpetua en el disfrute práctico del poder. La izquierda no cambia. Pero de vez en cuando se radicaliza, se anima, se enfurece y muestra su verdadera condición. Indiferente a la caída del Muro, opuesta siempre a la democracia, enemiga radical del liberalismo, antiamericana y antisemita, proislámica y anticristiana, no es de extrañar que reavive su odio teológico a los USA y su admiración política por Francia. No pasa el tiempo por la izquierda. La izquierda pasa por el tiempo y lo administra. La derecha ha abandonado (en España de forma clamorosa y repugnante) la lucha ideológica en los medios de comunicación, entregados a Polanko, y en la Universidad, donde respeta bajo especie consensual los corruptos privilegios del PSOE.

El resultado, a la vista está. Y que sean Piqué y Gallardón, los dos modelos de entreguismo y corrupción ante la izquierda, las víctimas de la intransigencia de sus venerados progres no es más que una forma de justicia poética. Son los que más lo merecen. Pero los que no lo merecen, es decir, los alumnos y profesores decentes, los votantes consecuentes y los sufridos contribuyentes, lo pagan sin culpa ninguna. La Universidad se izquierdiza y, por tanto, se batasuniza. Extrema izquierda y nacionalismo reeditan su alianza de siempre contra España y la libertad. Tal vez las nuevas generaciones, a la vista de la amnesia voluntaria de las viejas, no tengan otra forma de aprenderlo.

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