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Agapito Maestre

Vuelta a la política

O empieza con contundencia y dureza el señor Rajoy, recordando los sucesos de este verano, o la agitación y propaganda socialista lo devorarán.

Peor, muchísimo peor, que antes de las vacaciones es la situación política de este Gobierno. No me refiero a su ineptitud para afrontar las crisis de Afganistán, saldada con la muerte de 17 soldados españoles, de Roquetas del Mar, finalizada con un ciudadano muerto, y el incendio de Guadalajara, que terminó con 11 hombres muertos. Estos gravísimos sucesos han puesto en evidencia, por supuesto, las carencias de este Gobierno, pero es necesario circunstanciarlos en la crisis general y permanente que vive este ejecutivo desde que llegara al poder.
 
No es posible, desde ningún punto de vista democrático, olvidar que este Gobierno alcanza el poder tres días después del más grave atentado terrorista que ha sufrido España en su historia. Un atentado que el Gobierno, lejos de apoyar una investigación seria y rigurosa, ha querido cerrar cuanto antes para que el ciudadano se olvidara. Con esta actitud pretendían adquirir un poco de legitimidad, pero sólo han conseguido sembrar dudas sobre su comportamiento antes y después de los asesinatos. Por aquí, el Gobierno sólo puede esperar más y más criticas. Las investigaciones de El Mundo, por no mencionar las aportaciones intelectuales de este periódico, sobre el 11-M, seguirán de modo ilustrado y democrático, mientras que el Gobierno sólo podrá aspirar al silencio y a la represión de quienes hablen seriamente sobre el particular. Terrible.
 
Entregado a los nacionalistas, y obsesionados al modo leninista por eliminar a la oposición democrática, el PSOE quiso huir hacia delante reformando lo que no era necesario, ni siquiera conveniente, la Constitución española. La técnica perversa de reformar la Constitución a través de la reforma de los Estatutos ha devenido un fracaso, primero, porque se está haciendo de espaldas a los ciudadanos y, en segundo lugar, porque se ha querido negar a quien representa cómo mínimo a la mitad de la ciudadanía. También por este lado el Gobierno lo tiene crudo. Nadal mandando callar a Blanco es una prueba del ridículo de este Gobierno.
 
Marginadas las víctimas del terrorismo con la ayuda inmoral de la figura de un Alto Comisionado, el juego cruel de Rodríguez Zapatero de atraerse a los terroristas para pactar con ellos también ha resultado un fracaso, o peor, una tragedia. Los terroristas no sólo han sido legalizados en el parlamento vasco, sino que han tomado la calle para gritarle al presidente del Gobierno que se deje de pamplinas y negocie de igual a igual la independencia.
 
Con este panorama, y aunque casi todos los medios de comunicación están tomados por el leninismo socialista, sólo cabe esperar que Rajoy comience el curso político ya y con un solo mensaje en su discurso: Nada, absolutamente nada, tiene viabilidad en la política socialista que no sea la agitación y la propaganda para mantenerse en el poder. Nadie espere ya nada de este Gobierno. Está desgastado por todas partes, excepto por la agitación y la propaganda. Si Rajoy no entra ahí, donde cientos de periodistas y buena parte de los medios de comunicación comen del poder del PSOE, olvídese de intentar ilustrarnos sobre sus capacidades políticas y democráticas. O empieza con contundencia y dureza el señor Rajoy, recordando los sucesos de este verano, o la agitación y propaganda socialista lo devorarán.

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