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Juan Carlos Girauta

Revelación navideña

La inminente Navidad me ha abierto los ojos. Es inútil oponerse a lo fatal. Seguirán mandando y gobernando, seguirán balbuciendo en magníficas tribunas, dejando un rastro de santa idiocia que desconcierta a sus homólogos mundiales

Con el talento y la elocuencia de Curro se puede encabezar la diplomacia de una nación que fue dueña del mundo. Confundiendo a San Dimas con Barrabás se puede suceder a don Marcelino Menéndez Pelayo en la dirección de la Biblioteca Nacional. Con una etiqueta de Anís del Mono ocupando el lugar del título universitario se puede conseguir que la entidad más cicatera de Occidente te regale mil quilos y aun regir los destinos de la industria, el turismo, el comercio, la tecnología. Con un bagaje de dibujos animados se puede ascender al ático de la cultura. Con un maniquí de El Corte Inglés dotado de rudimentarios dispositivos para agitar el antebrazo, y una cinta escondida que repite una docena de palabras vacuas, se pueden abrir las puertas de la Moncloa.

Son fechas para la introspección, la paz de espíritu, el reconocimiento de los dones propios y ajenos, los villancicos, los barquillos, el perdón. Admitamos la inutilidad de nuestra lucha. Ellos son los elegidos, pues que los peores alcancen los palacios, los coches oficiales, los flashes, las lisonjas, sólo puede ser un signo del cielo. Algo tendrán que se nos ha escapado, algo quiere la Providencia que veamos y nos lo facilita con guiños de inteligencia, confiriéndole a una galería de orates el favor de la mayoría y la bendición del doble rasero, salvoconducto para culminar el tipo de destino que a los seres corrientes, a los descartados por los hados, a los condenados a merecer lo que obtenemos, se nos escapa.

La inminente Navidad me ha abierto los ojos. Es inútil oponerse a lo fatal. Seguirán mandando y gobernando, seguirán balbuciendo en magníficas tribunas, dejando un rastro de santa idiocia que desconcierta a sus homólogos mundiales, ofreciendo una consigna o un eructo donde se esperaba la frase de estadista. La posteridad los estudiará con interés, España siempre ha sido pionera. Abandonemos toda resistencia, olvidemos cuanto dábamos por hecho, aquietémonos y aprendamos el arte de lograr los objetivos moviendo un sonajero. No son malvados, son niños que están jugando.

Aprenderán a costa de la unidad de España, de la Constitución, de la paz civil, del bienestar y de la prudencia. Niños o adolescentes que han de probarlo todo, que han de experimentar abrazándose a ETA, regalando Navarra, dejándole intereses, licencias y dineros a don Jesús, que tiene mucha mano con las criaturas. En realidad sólo se entienden con él, sólo a él obedecen. ¡Qué reparadoras Fiestas! ¡Con qué facilidad nos iluminan! Cejemos.

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