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Cristina Losada

Unos disidentes en la nación de Breogán

Nadie defiende a los padres que rechazan la "inmersión lingüística" que se hace gracias a las leyes aprobadas con Fraga. Nadie advierte del empobrecimiento cultural y material que viene de mirarse el ombligo identitario.

El miércoles, 10 de mayo, celebra su primer acto público la asociación cívica Vigueses por la Libertad. Será, como por su nombre se colige, en Vigo, pero habrá gente de otros lugares, y sobre todo, una delegación de la ciudad rival en lo futbolístico y hermana en las tribulaciones, La Coruña. Los fundadores del tinglado nos hemos aprovechado de la generosidad de Goztone Mora para que sea ella, que encarna como pocos la causa de la libertad frente a sus peores enemigos, quien presente este proyecto. No es una fotocopia de Ciutadans per Catalunya, pero pensamos, en su misma línea, que hay una parte de la sociedad que no tiene voz en el teatro político de nuestra Comunidad, y que asiste cual convidada de piedra a la representación perpetua de la pieza nacionalista. Todos los partidos habitan esa galaxia discursiva y sólo se distinguen por el tono: más bronco o más ligero, más dramático o más bufo. Pero no propugnamos la creación de un partido nuevo. Queremos vertebrar una corriente de opinión.

En Galicia, el sector enmudecido de la sociedad es mayor que en Cataluña. Los dos grandes partidos podrían recuperar la cordura si quienes se ven reducidos a opinar en privado, lo hacen agrupados y en público. Pues hoy todo el espacio público se encuentra colonizado por plantas de la misma especie. Pongamos por caso a los representantes de asociaciones, fundaciones, museos, Colegios profesionales et altri que estos días han desfilado por el parlamento para opinar sobre la reforma del Estatuto, proceso innecesario, pero efecto inevitable de la onda expansiva de la voladura del régimen constitucional con epicentro en ZP. ¿Qué sabios consejos han derramado esas voces de la presunta "sociedad civil"? Con decir que el portavoz de Nunca máis ha sido de los más discretos, se dice todo. La mayoría ha olido la voluntad del amo, y se ha colocado, como los canes, en postura de sumisión. A favor del viento dominante, a lo que diga el poder. Nada extraño en los que viven del erario o buscan el favor del que manda.

Todo un presidente de la Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación declaró que "no tendría inconveniente en aceptar cualquier término para mejorar la situación política y económica de los gallegos". Si el concepto de "nación" trae esa Jauja, que venga. Si es otro, pues otro. A la ley vigente que la zurzan. Los efectos que tendrán la quiebra de la nación y de la igualdad ante la ley, no son asunto suyo. Para el rector de la Universidad de Vigo, "las palabras son lo de menos", lo mismo que para las Asociaciones de Padres de Alumnos, doble prueba de que el declive de la enseñanza viene de arriba. Los ecologistas exigieron la autodeterminación para planear el medio ambiente con los países vecinos (de momento, Portugal). Y la Fundación Rosalía de Castro propuso que Galicia se definiera como "nación de Breogán", que viene a ser como si Renania-Palatinado se constituyera en "la nación de los Nibelungos". Con la tierra mítica celta a la vista, uno se acuerda, no lo puede evitar, del elenco de la mitología germánica que nutrió el imaginario del nazismo.

¿Sociedad civil? Los ejemplares citados sólo representan alestablishment, a una casta dirigente amamantada por el poder, incapaz de decir nada que pueda incomodarlo, achantada en la ambigüedad por lo que pueda ocurrir. Pero ellos son los que salen en los periódicos y en la tele. Nadie defiende a los padres que rechazan la "inmersión lingüística" que se hace gracias a las leyes aprobadas con Fraga. Nadie advierte del empobrecimiento cultural y material que viene de mirarse el ombligo identitario. Nadie protesta por los recursos públicos que se destinan a violentar la evolución lingüística de la sociedad. Nadie lamenta el intento de erradicar el español de nuestra tierra. Nadie aclara que todo esto reduce las oportunidades de los gallegos. Nadie osa decir que el membrete de "nación" no es una fórmula mágica y que ningún cuerno de la abundancia verterá dinero y privilegios sobre nosotros si se aplica. Pues bien, para decir estas cosas, para romper con los tabúes de la religión oficial nacionalista, estará a partir de ahora Vigueses por la Libertad. En las últimas décadas, Galicia se había modernizado económica y socialmente. Es hora de que se modernice políticamente. De que aparezcan disidentes. Por eso os esperamos el miércoles, 10 a las 8 de la tarde en Centro Cultural Caixanova en Vigo.

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